La hermana Carolina Lizárraga reflexiona, a partir de su trabajo con niños y adolescentes misioneros, sobre cómo saciar el hambre y la sed espirituales puede transformar el sufrimiento en esperanza. "Creo que la esperanza es un don de Dios dado a todas las personas, que nos mueve a ser fraternos, solidarios, justos, empáticos, amables, alegres, y generosos", escribe para la serie Una Mirada Joven.