Mujer guaraní sostiene a su hijo en una calle de Paraguay. (Foto: Unsplash)
En esta temporada litúrgica de Navidad, las comunidades religiosas de todo el mundo celebran tradiciones que las conectan con el misterio de la Encarnación. A través de rituales y celebraciones propias de cada cultura, reflexionan sobre la alegría y la esperanza que esta época nos ofrece.
Este mes, preguntamos a nuestras participantes del panel La Vida:
¿Hay alguna costumbre especial o inusual de Adviento o Navidad en tu congregación? ¿Hay alguna que sea característica de tu país o cultura?
Es hermoso ver cómo estas tradiciones enriquecen nuestra vida espiritual y dan forma a nuestros ministerios y comunidades en esta temporada tan especial.
¡Les deseamos una Navidad llena de paz y un Año Nuevo rebosante de alegría!
La Vida, testimonios de la vida consagrada
Amaya Hernández
Originaria de Madrid, España, forma parte de la Orden de San Agustín desde 1988, sirviendo en diversas comunidades en su país natal y también en Perú y EE. UU., donde reside actualmente. Durante algún tiempo, en su comunidad en España, estuvo dedicada a la acogida de peregrinos en el Camino de Santiago y a realizar actividades artísticas como pintar y trabajar la madera.
Una vez escuché que la liturgia es la antesala del cielo, que lo que celebramos aquí en la tierra es lo que viviremos 'allí' en plenitud.
En mi comunidad, el Adviento es un tiempo especialmente dedicado a contemplar a María. La actitud que ella nos enseña a vivir es guardar en el corazón el misterio de la encarnación del que ella es mediadora.
Hay una tradición que cuidamos de forma especial en la comunidad, como preparación para la celebración de la Navidad.
Por un lado, la semana previa al día de Navidad, nuestra atención se dirige hacia los títulos dados al Mesías en las Escrituras a través del Antiguo Testamento. Se trata de las llamadas Antífonas de la O, que se recitan o cantan antes del magnificat de María en las vísperas, desde el día 17 hasta el 24 de diciembre; ellas constituyen una solemne invocación al Salvador anunciado por los profetas y que está a punto de venir, y avivan el recuerdo y el deseo continuo de esta presencia real que se ha convertido en acontecimiento histórico.
Hermanas del Monasterio de la Conversión en Sotillo de la Adrada, España, durante la procesión de Nochebuena, visitan los nacimientos instalados en diversos rincones del monasterio, mientras las hermanas jóvenes colocan al Niño Jesús en el pesebre. (Foto: cortesía Amaya Hernández)
Tras estas invocaciones tan bellas ponemos nuestra mirada en María.
A continuación, la comunidad se reúne para el pregón solemne o anuncio de la fiesta que se celebrará en Nochebuena. Se trata de la calenda de Navidad. En este pregón se relata toda la historia de la salvación, desde la creación hasta el momento de la encarnación. A continuación, se recita parte del martirologio de los santos y se hace memoria de acontecimientos importantes.
Tras este solemne anuncio que inaugura la celebración de la Navidad en la liturgia de Nochebuena, la comunidad inicia una procesión por el monasterio, visitando todos los lugares donde se ha instalado un nacimiento al que le falta aún la figura principal. Las hermanas más jóvenes de la comunidad inician la procesión llevando al Niño Jesús a los distintos rincones decorados con el belén y colocándolo en el pesebre. El último lugar visitado es la capilla, y allí se inicia el rezo de las primeras vísperas de Navidad tras terminar la procesión.
Este es un momento de gozosa confesión de fe y reconocimiento de este Dios-con-nosotros como el centro de nuestra vida y consagración.
Quizá lo más profundo de esta tradición es que se vive en comunión con toda la Iglesia, que se dispone para esta gran celebración y que intercede por toda la humanidad.
Desde nuestra dimensión contemplativa, el deseo de atesorar todas estas cosas en el corazón, como hizo María, es lo que prevalece, subyace y envuelve este modo de preparar la Navidad, que desde lo externo expresa la belleza y la armonía de lo que se vive dentro, para poder reflejar esta luz al mundo entero y orientar su mirada al cielo.
"La semana previa al día de Navidad, nuestra atención se dirige hacia los títulos dados al Mesías en las Escrituras a través del Antiguo Testamento. Se trata de las llamadas 'antífonas de la o'": Hna. Amaya Hernández
Liliana Graciela Andrada
Es religiosa de las Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas. Su vocación comenzó a los nueve años, cuando se preparaba para la primera comunión utilizando los libros religiosos de su abuelo, un predicador adventista. Es profesora para la enseñanza primaria y de Religión y Moral graduada en la Universidad Metropolitana de Santiago de Chile. Se recibió como maestra en San Juan y trabajó en escuelas rurales antes de ingresar a la congregación. Ha desempeñado roles en colegios, incluido el de directora, y ha pasado tres años en una residencia misionera en Salta. Actualmente trabaja en un colegio que pronto cumplirá 100 años, donde disfruta de interactuar con los más pequeños, cantando, rezando y compartiendo la Palabra.
Desde muy pequeña amaba el día de la Inmaculada Concepción. Mis padres, muy humildes y con escasa formación escolar y religiosa, nos habían enseñado que en este solemne día de la Virgen María había que armar el pesebre, poner el árbol de Navidad y vestir de fiesta la casa.
Papá cada año nos compraba una guirnalda o un personaje nuevo para nuestro belén. Ese ritual era emocionante y salíamos en grupo de niños a visitar los pesebres de los vecinos. Lo más hermoso es que era una tarea en familia.
Cuando ingresé a la congregación, llegando este tiempo litúrgico de Adviento, comencé a sentir nostalgia y añorar aquella práctica familiar. Durante el tiempo de formación inicial nos ayudaron a comprender la liturgia, que es tan rica y profunda en sus textos, y que nos invita a adentrarnos en la historia de la salvación y en nuestra propia historia, caminando juntos con el Señor Jesús.
Aprendimos a interiorizar cada gesto junto con las demás hermanas.
A todo lo vivido se le sumaron oraciones, reflexiones navideñas, villancicos, retiros espirituales en preparación al nacimiento, la novena al Niño Dios que comenzamos cada 16 de diciembre, la preparación de la corona de Adviento y su significado.
Las hermanas de las distintas comunidades de las Terciarias Misioneras Capuchinas celebran la tradicional búsqueda del Niño Dios al día siguiente de la Nochebuena en Córdoba, Argentina. La animadora esconde la imagen del Niño y, tras una búsqueda llena de entusiasmo, la hermana que lo encuentra muestra su niño, dando inicio al baile y festejo, acompañados de villancicos y merienda. (Foto: cortesía Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas)
La primera Navidad fue muy sorprendente, con prácticas que desconocíamos y nos asombraron: en Noche Buena, después de la misa, la cena, los saludos y los brindis, las hermanas tienen preparada la rifa navideña, un momento que se repite cada año, una tradición. Nos lo dejó como legado nuestra querida madre fundadora Tránsito Cabanillas. Los regalos y premios son sencillos y modestos. Lo importante es el momento en que nos reunimos; la persona encargada de animar la velada tiene el ingenio de organizar cada sorteo. Todas salimos con algo en nuestras bolsas: golosinas, labores, adornos, ropa u otro artículo.
Al día siguiente, otro momento lleno de expectativas es la búsqueda del Niño Dios. Consiste en que la animadora de la comunidad esconde una imagen del Niño. A una hora determinada, toda la comunidad se reúne y comienza a buscar. Puede haber pistas o solo intuición. La superiora pone música y dirige la actividad. Hay muchos nervios, ansiedad y entusiasmo. ¿Quién no querría dejarse encontrar por Jesús Niño? Y la merecedora de tal hallazgo, se lo queda y comienza el baile y festejo. Se cantan villancicos y se comparte una merienda. En estos tiempos más tecnológicos, las comunidades publican el momento en el grupo de WhatsApp y la hermana favorecida muestra su niño.
Es una linda tradición que nuestra madre alentaba y en sus cartas dejaba ver que era su deseo que las comunidades no se quedasen sin realizar este bello gesto.
"Papá cada año nos compraba una guirnalda o un personaje para nuestro belén. Ese ritual era emocionante y salíamos en grupo de niños a visitar los pesebres de los vecinos. Lo más hermoso: era una tarea en familia": Hna. Liliana Andrada
María de Jesús Bringas
Nació en una familia católica en Torreón, Coahuila, México, y creció con fuertes valores y tradiciones, inspirada en sus padres y abuelos. Tras ingresar a las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado, en 1984, dedicó su vida al ministerio de la educación, pastoral vocacional y pastoral social. Sus ministerios más recientes: directora de Vocaciones y coordinadora del Ministerio Hispano en el Santuario de Nuestra Señora de las Nieves en Belleville, Illinois, Estados Unidos. Apasionada por servir a comunidades vulnerables, encarna el llamado de su fundador a hacer presente el amor de Dios, promoviendo la dignidad humana.
Tradiciones, diversidad cultural y encuentros que nos invitan a compartir desde lo más profundo de nuestro ser, como hermanas, todas enraizadas en la trascendencia que da sentido a nuestras vidas: esta es parte de mi experiencia en la congregación. Cada día compartimos la vida con hermanas cuyas raíces étnicas, sociales o culturales son diferentes a las nuestras.
Crecí en el norte de México y durante la novena de Navidad acostumbramos celebrar, casa por casa, las tradicionales 'posadas', que consisten en recordar con sencillez la búsqueda de un lugar en el que san José y María requerían estar para que su hijo, el Emmanuel pudiera nacer. La catequista de la colonia nos organizaba para que, con devoción y respeto, reflexionáramos sobre el nacimiento del niño Jesús en el portal de Belén.
Cada día nos reuníamos en una casa y emprendíamos el camino cantando Una bella pastorcita u otro villancico adecuado. En algunos lugares, hacíamos alto para pedir posada y siempre nos la negaban.
Niños de familias hispanas del Santuario de Nuestra Señora de las Nieves en Belleville, Illinois, EE. UU., participan en la 'posada' el 22 de diciembre de 2024. (Foto: cortesía Margarita Garza)
Entonces seguíamos nuestro camino hasta llegar a la casa que nos recibiría. Una vez allí, meditábamos los misterios gozosos del rosario y, entre cada misterio cantábamos algún villancico adecuado para que nuestra imaginación infantil siguiera volando hasta los caminos polvorientos y fríos de la pequeña ciudad de Belén de Éfrata.
Con respeto reverencial por el misterio de Dios que se hace carne, recordamos cómo seres celestiales llamaban a los pastores a ver a "aquel que se hizo carne y está recostado en un pesebre". En medio de esa maravilla, continuábamos cantando y rezando. Al terminar, recibíamos nuestro 'bolo', que consistía en bolsitas de dulces y cacahuates, quizás buñuelos y atole. La alegría de preparar el nacimiento del niño Jesús llenaba de amor el corazón y el paladar con deliciosos sabores.
Al ingresar a la vida religiosa llegamos cada una con nuestro legado, tradiciones culturales, nuestras costumbres y nuestra memoria colectiva e individual. No llegué sola; mis vivencias me acompañaban. Entonces, combinamos nuestras experiencias y vibramos al reconocer cómo el Verbo de Dios se hace carne en cada cultura y tradición. Como congregación religiosa en México celebramos la novena de Navidad con posadas. Al llegar a una cultura que no es la nuestra, descubrimos con gozo lo específico y valioso de cada forma de celebrar.
Hoy experimento con mayor fuerza el llamado a 'dar posada', a abrir el corazón y la casa, y compartir el pan con quienes vienen de lejos. Estas personas son diferentes, tienen necesidad de calor de hogar, de ser escuchados y respetados, y juntos celebrar la presencia del Emmanuel.
Hoy, más que nunca, el Verbo de Dios pide posada en quien piensa diferente, en quienes sufren soledad y esperan el alivio de tus manos. Hoy, tu presencia y tu acogida pueden marcar la diferencia.
"Cada día nos reuníamos en una casa y emprendíamos el camino cantando Una bella pastorcita u otro villancico adecuado. En algunos lugares, hacíamos alto para pedir posada y siempre nos la negaban": Hna. María de Jesús Bringas
Nubia Celis Olaya
Miembro de la Fraternidad Misionera Verbum Dei, es originaria de Colombia y reside en México. Hace 34 años ingresó a su comunidad, donde se ha formado en filosofía y teología en Guadalajara, México, y obtuvo una licenciatura en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma en 2002. Ha enseñado teología en universidades de Guadalajara, México, el Instituto San Pablo Apóstol, Madrid, y el Seminario Mayor de Bucaramanga, Colombia. Desde hace 12 años evangeliza a través de redes sociales, música y pastoral universitaria, y coordina escuelas de oración junto a la familia carismática de Verbum Dei.
"La calle está dura", canta mi compatriota Juanes. ¡Y sí, lo está!: me contaba Óscar, un joven universitario, que no sabe nada de su primo, quien desapareció hace 4 años: además, me comentó que su amiga Gloria ofrece citas a ciegas para ganarse la vida y mantener a su bebé. ¡Cuántas historias detrás de cada rostro que a diario veo pasar por las calles de mi querida ciudad de Morelia, Michoacán! Una mañana, en mi oración, el Señor me sorprendió con unas preguntas: "¿Cuántas vidas más tienen que perderse?". "¿Podremos llegar a tiempo?". "¿Y si salimos a las calles, ya que ellos no vienen?".
Entonces, comprendí que Jesús quería, en esta Navidad, un pesebre distinto al de las figuritas de plástico del rincón de nuestra casa. Él quiere nacer en las calles: en la avenida Morelos, en la Facultad de Odontología, en las combis o en la calzada de la Viga.
Nubia Celis Olaya toca la guitarra durante la posada de la Facultad de Odontología el 16 de diciembre de 2024, en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, Michoacán, México. (Foto: cortesía María Elena Salcedo)
Así que no lo pensamos dos veces y nos pusimos en camino. Mis hermanas de comunidad, un sacerdote amigo y un buen grupo de jóvenes con guitarras, panderetas y gorritos navideños, nos lanzamos a la misión. De dos en dos, como los discípulos, dejando de lado la vergüenza y el miedo al rechazo, fuimos acercándonos, uno a uno, sorprendiendo a la gente con una sonrisa y un dulce envuelto en un papel que decía: "Alégrate, Dios nace para ti".
Mientras unos nos veían con cierto desprecio, otros se acercaban uniéndose a la fiesta; era el momento de dar la cara por Jesús, de mostrarles con gestos, más que con palabras, el sentido de la Navidad: "Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo” (Jn 3, 16). "El pueblo que habitaba en tinieblas vio brillar una gran luz" (Is 9, 2). Entre canto y baile, escuchamos sus historias y necesidades; parecía que estaban esperando que alguien se acercara y se preocupara por ellos.
Mientras tanto, en los pasillos de la Facultad de Odontología (de una de las universidades públicas), con micrófono en mano, íbamos cantando: "Dios está contigo, porque se hizo hombre, alegra esa cara y canta conmigo, feliz Navidad". En cuestión de minutos, éramos una caravana en torno al pesebre. ¡Y eso que nos habían dicho que debíamos ser cautos! Para el asombro de profesores y decanos, Jesús se había 'colado' en la universidad, caminando con ellos, alentando corazones y dando sentido a sus vidas.
Yo, por mi parte, me sentía feliz de prestarle a Jesús mi boca y mis pies. Luego, de regreso a casa, Él me decía: "La calle es y será mi pesebre, ahí nazco y ahí me quiero quedar para consolar y sanar". Ahora, cada año, por estas fechas, la calle vuelve a ser el pesebre de Belén.
"Comprendí que Jesús quería un pesebre distinto al de las figuritas de plástico del rincón de nuestra casa. Quiere nacer en las calles: en la avenida Morelos, en la Facultad de Odontología, en las combis o en la calzada de la Viga": Hna. Nubia Celis