Automóviles arrastrados por la fuerza del agua, el 31 de octubre de 2024, en una carretera en las afueras de Valencia, España, afectada por lluvias torrenciales que provocaron inundaciones. (Foto: OSV News/Eva Máñez, Reuters)
Nota de la editora: Diversas congregaciones de hermanas católicas brindaron apoyo a los damnificados por las trágicas inundaciones en Valencia, España, en octubre de 2024. Este reportaje menciona al Instituto Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, rama femenina de la familia religiosa del Instituto del Verbo Encarnado, que actualmente se encuentra bajo intervención del Vaticano. En enero de 2025, el papa Francisco nombró como delegada pontificia a la Hna. Chara Echarte, de las Hijas de Jesús, para investigar denuncias de abusos y presuntas irregularidades en esta comunidad de religiosas.
La tarde del 29 de octubre de 2024 la Comunitat Valenciana fue azotada por una dana (depresión aislada en niveles altos). El fenómeno meteorológico dejó a su paso lo que se ha considerado la peor tragedia natural de este siglo en España: más de 200 fallecidos, decenas de desaparecidos, y pueblos en más de 75 municipios de la provincia de Valencia que han quedado destruidos por la fuerza del agua.
Todavía en 2025 hay pueblos que continúan sacando lodo de sus garajes. José Luis Cordero, un afectado del pueblo de Catarroja, describe cómo gracias a la labor de los voluntarios que siguen llegando de diferentes ciudades —quienes son coordinados por religiosas católicas— han podido durante todo este tiempo seguir adelante con los trabajos de limpieza, a pesar del agotamiento.
"Gracias a la [Unidad Militar de Emergencias] los voluntarios y religiosas hemos logrado tener el valor de seguir adelante", dijo Cordero a Global Sisters Report en español.
El devastador evento ha significado un antes y un después para los habitantes de este país y especialmente para la Comunidad Valenciana (Comunitat Valenciana en valenciano, una de las lenguas cooficiales de España). Además de la pérdida de vidas humanas, los daños materiales en los pueblos afectados han tenido un nivel de gravedad y destrucción tan elevado que todavía no se terminan de cuantificar las pérdidas; muchas empresas y pequeños negocios no volverán a abrir sus puertas, mientras otros hacen todo lo que está a su alcance para volver a la normalidad.
Valencia, tercera ciudad de España y capital de la Comunitat Valenciana (conformada por las provincias de Castellón, Alicante y la homónima Valencia), quedó a salvo de los daños de la dana, no así los pueblos a su alrededor. La zona más afectada por el fenómeno meteorológico fue la Horta Sur de la provincia de Valencia, un sector con importantes parques industriales y grandes extensiones agrícolas.
Algunos afectados del pueblo de Sedaví han catalogado a los voluntarios, incluida la labor de las hermanas, como "ángeles que caían de todos lados, porque ha sido muy grande la ayuda desde que comenzó todo el desastre".
Grupo de Hermanas de la familia religiosa del Verbo Encarnado junto a los voluntarios que el Día de los Santos Inocentes visitaron casas en Paiporta. (Foto: Eliana López Álvarez)
En medio de la tragedia, y prácticamente de forma inmediata, una gran oleada de voluntarios se volcó a ayudar en todos los pueblos afectados, unidos con religiosas de diferentes congregaciones de varias ciudades y pueblos de España; imágenes de hermanas con sus hábitos llenos de lodo, codo a codo con los voluntarios, entregando su ayuda física y espiritual han sido parte de las escenas de esta tragedia.
Las hermanas del Verbo Encarnado, con conventos y monasterios en toda España, han estado desde el primer instante del desastre haciendo una labor de apostolado.
"Uno viene a traerles consuelo, y ellos nos lo dan a nosotros, porque al perder todo valoraron realmente que salvaron sus vidas y que lo material no vale, uno venía a darles y hemos recibido más de lo que nosotros podíamos ofrecerles a ellos", cuenta la Hna. Maryem Ana, del Instituto Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará (rama femenina de la familia religiosa del Instituto del Verbo Encarnado).
Desde el primer momento de la tragedia las religiosas iban diariamente desde diferentes comunidades de España a ayudar a los damnificados. En principio, el trabajo fue mayormente físico, ayudando a quitar todos los enseres y muebles que la riada había removido y arrastrado a su paso, y luego iniciaron los trabajos de limpieza de las viviendas, "y allí es, cuando al ver sus casas ya vacías, les dio más esperanzas de volver a recomenzar", cuenta la religiosa.
Por su parte, la Hna. María Fons Signatus explica que aunque la familia religiosa del Verbo Encarnado cuenta con conventos de clausura (donde se dedican a la oración y contemplación, sin salir a la calle), esto no impide que las hermanas contemplativas también ayudan a los afectados por la dana.
Desde sus conventos de clausura las hermanas han hecho una valiosa labor de limpieza y recuperación de los ornamentos litúrgicos que se dañaron dentro de las iglesias afectadas, y también han fabricado nuevas casullas para los párrocos de varias iglesias.
"Uno viene a traerles consuelo, y ellos nos lo dan a nosotros, porque al perder todo valoraron realmente que salvaron sus vidas y que lo material no vale": Hna. Maryem Ana, familia religiosa del Instituto del Verbo Encarnado
El agradecimiento a los ángeles que han venido a ayudar
Afectados como Ana Pérez, vecina del pueblo de Sedaví, en la comarca de Huerta Sur, provincia de Valencia, han catalogado a los voluntarios (incluida la labor de las hermanas) como "ángeles que caían de todos lados, porque ha sido muy grande la ayuda desde que comenzó todo el desastre".
Pérez, quién perdió su empleo y su vehículo (su vivienda está en un piso alto y el agua no llegó a entrar a su casa), pudo gracias a la ayuda de las hermanas y demás voluntarios limpiar los apartamentos de sus vecinos de los pisos bajos, limpiar las calles y recibir alimentos para su familia y sus vecinos, quienes habían quedado completamente aislados y sin servicios básicos.
Gracias también al apoyo emocional y espiritual que recibió, Pérez cuenta que encontró el valor para iniciar una nueva vida y ver en medio de la tragedia la oportunidad de comenzar de cero; al quedar destruido su sitio de trabajo, ha decidido emprender un pequeño negocio propio que le permita dar sustento a su familia y contribuir con el retorno de la normalidad en su comunidad.
La importancia de la ayuda no solo física sino también espiritual queda demostrada en los testimonios de las hermanas. "Sobre todo el estar, desde la gente que les tocábamos el timbre y les decíamos que veníamos un grupo de voluntarios para limpiar lo que hacía falta en la casa o en el garaje, el agradecimiento es inmediato", explica Maryem Ana.
El Día de los Santos Inocentes, las hermanas del Instituto Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará (Verbo Encarnado), hicieron su misión anual de Navidad en Paiporta, el pueblo más afectado de la Horta Sur de Valencia.
En un centro de acopio y en medio del trabajo, la buena disposición de las religiosas se refleja en sus rostros. (Foto: Eliana López Álvarez)
La religiosa agrega que han estado en las calles dando consuelo al que lo necesita: se han encontrado ancianos llorando porque perdieron hijos y nietos. "Las personas necesitan contarte una, dos y tres veces lo que han vivido", relata y añade: "Es gente que ha perdido familiares, ha perdido todo, y tienen una paz que uno no puede creer. Aprendes de ellos también y el consuelo es mutuo".
Esta tragedia le ha enseñado a los afectados, a los voluntarios y también a muchas de las hermanas que no es solo trabajo físico lo que se requiere, sino también ofrecer ayuda espiritual y dar alegría en medio del dolor.
La Hna. Bendición, una joven religiosa del Verbo Encarnado que vive en Tarragona, Cataluña, resaltó que su trabajo de apostolado consiste también en llevar alegría. "Pues, porque la alegría es buena, la alegría se ve y viene de Dios, por eso hoy cantamos y ya eso es una forma de hacer apostolado", indica.
Casi dos meses después de la tragedia, el 28 de diciembre de 2024, día en que la Iglesia católica celebra a los Santos Inocentes, las hermanas del Verbo Encarnado decidieron hacer su misión anual de Navidad en el pueblo de Paiporta, considerado el más afectado de toda la Horta Sur de Valencia.
Para ello, entregaron más de 350 niñojesuses (elaborados artesanalmente por las hermanas de los conventos de clausura) y todo ese 28 de diciembre recorrieron las calles de Paiporta visitando las casas y cantando villancicos, junto a jóvenes voluntarios.
Durante su misión de Navidad dejaron sonrisas en el rostro de las personas a su paso. Hacer ese recorrido esa Navidad junto a las hermanas resultó una experiencia enriquecedora espiritualmente; la Hna. María Palestina, también del Verbo Encarnado, destacó que esto lo hicieron "para llevar alegría a los hogares que lo han perdido todo".
Una persona camina por una calle inundada el 30 de octubre de 2024 en Llombai, en Valencia, España, después de que la agencia meteorológica española pusiera a la región en alerta roja máxima por lluvias extremas. (Foto: OSV News/Eva Máñez, Reuters)
Queda todavía mucho por hacer
Han pasado más de 2 meses del fatídico 29 de octubre de 2024, y los trabajos de recuperación material y emocional tienen aún un largo camino por recorrer.
Distintas congregaciones de religiosas continúan ayudando a los afectados por la dana mediante el hospedaje que ofrecen, en varios conventos de Valencia, a los voluntarios que viajan de todas partes de España hasta la zona del desastre, a jóvenes de grupos seglares que hacen apostolado —incluso a nivel mundial—, a familias que acuden por iniciativa propia, o laicos que de forma individual han querido echar una mano.
Por las condiciones en las que todavía se encuentran los pueblos de la Horta Sur de Valencia, las religiosas de la familia del Verbo Encarnado tienen planificado seguir acudiendo a ellos, en principio hasta el mes de febrero 2025, pero no descartan que la programación de sus actividades de ayuda a los afectados se pueda extender por más meses, si fuese necesario.
Aunque el trabajo ha sido arduo, los pueblos siguen luciendo como zonas devastadas: polvo, lodo y enseres en mitad de las calles son parte de la cotidianidad de sus habitantes aún después de los meses que han pasado; por eso las hermanas seguirán ayudando tanto como sea necesario.
"Desde el minuto uno que dejas todo, dejas tu casa, tus padres, es venir a entregar todo, que es uno mismo, con todo lo que se pueda aportar a los demás; es seguir entregándote cada día a ellos, a la gente que lo necesita", dijo la Hna. Maryem Ana.
"No nos damos cuenta del valor que tienen las personas. Eso es lo que vale y hay que dedicarles mayor tiempo", aseveró la religiosa, quien llamó a priorizar las relaciones humanas sobre las distracciones cotidianas.