![Un grupo de mujeres, hermanas vinculadas a la comunicación social y laicas, de distintos países peregrina —con la cruz del Jubileo 2025— hacia a Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en Roma, el sábado 25 de enero de 2025. (Foto: Global Sisters Report en español/Helga Leija)](/files/2025-02/Peregrinaci%C3%B3n%20Jubileo%202025.jpeg)
Un grupo de mujeres, hermanas vinculadas a la comunicación social y laicas, de distintos países peregrina —con la cruz del Jubileo 2025— hacia a Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en Roma, el sábado 25 de enero de 2025. (Foto: Global Sisters Report en español/Helga Leija)
El Jubileo 2025, bajo el lema "Peregrinos de esperanza", no es solo un tiempo de gran celebración, sino sobre todo un llamado personal y comunitario para toda la Iglesia católica; y una invitación a renovar nuestra fe, fortalecer nuestra esperanza y comprometernos con la justicia y la reconciliación.
En varios textos bíblicos se menciona este evento de liberación. En uno de ellos, en el Evangelio de Lucas 4, 18-19, Jesús proclama: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el Evangelio a los pobres. Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos; para proclamar el año favorable del Señor".
Este pasaje nos recuerda que el "año favorable del Señor" es un tiempo de gracia en el que se proclama la liberación de todas las formas de opresión y deuda, restaurando las relaciones justas entre los seres humanos y con Dios. El Espíritu del Señor desciende sobre aquellos llamados a transformar realidades de dolor, opresión y desesperanza, llevando un mensaje de justicia y redención.
El Jubileo 2025 es un grito fuerte de Dios a través de la Iglesia, una llamada a la reconciliación, al perdón y a la restauración. El Dios que anunciamos es un Dios de vida y libertad; en Él está toda nuestra esperanza.
El Jubileo 2025 nos invita a revisar nuestras prácticas sociales y personales, a vivir el perdón y la solidaridad, y a restaurar lo que ha sido quebrantado. Al igual que Jesús, cada uno de nosotros está llamado a ser un portador de libertad y esperanza.
"Como peregrinos, somos llamados a salir de nuestra zona de confort y recorrer el camino hacia la justicia, la paz y la liberación. El Jubileo 2025 nos invita a vivir este tiempo como un año de gracia": Hna. Ruth Ubillus
Pero la esperanza que Jesús nos trae no es solo una promesa de un futuro mejor, sino una invitación a ser instrumentos de transformación en el presente. En un contexto global marcado por la incertidumbre, las divisiones y la desconfianza, la esperanza se convierte en una luz que no puede extinguirse. Ser testigos de esperanza no significa ignorar las dificultades o el sufrimiento, sino reconocer que, incluso en medio de la oscuridad, hay una promesa de redención y renovación.
Como cristianos, estamos llamados a reflejar la misericordia de Dios en un mundo que busca respuestas. En cada gesto de solidaridad, en cada acto de justicia y en cada palabra de consuelo, podemos inspirar a otros a creer nuevamente en un futuro lleno de posibilidades. Nuestra fe nos dice que, sin importar las dificultades o injusticias del mundo, el Señor sigue trabajando en medio de nosotros para sanar, liberar y restaurar lo que está roto.
Proclamar "el año favorable del Señor" es una invitación a vivir en plenitud, a crear comunidades más inclusivas y a trabajar por la justicia, tal como lo hizo Jesús. En este Jubileo 2025 se nos ofrece la oportunidad de renovar nuestro compromiso con los demás, buscando la verdadera liberación que solo el amor y la misericordia divina pueden ofrecer.
"El Espíritu del Señor está sobre mí". Estas palabras nos recuerdan la acción divina que empodera a cada uno de nosotros para vivir con un propósito transformador. Este tiempo nos invita a reflexionar sobre el sentido profundo de nuestro 'peregrinar' en la vida, no solo como un acto físico, sino como un viaje espiritual y un acto de fe.
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En un momento histórico en el que muchas personas se sienten perdidas, alejadas de Dios y sin sentido en su existencia, el Jubileo 2025 nos ofrece la oportunidad de hacer una pausa y preguntarnos: ¿Hacia dónde voy?¿Qué rumbo estoy siguiendo? ¿Hacia dónde nos dirigimos como humanidad?
"Caminante, no hay camino, se hace camino al andar", frase del poema de Antonio Machado nos sirve para ilustrar que el camino de la fe no está predeterminado, sino que se construye paso a paso. Cada creyente tiene la oportunidad de hacer de su vida un camino de fe y esperanza a través de sus acciones y decisiones diarias.
Como peregrinos, somos llamados a salir de nuestra zona de confort y recorrer el camino hacia la justicia, la paz y la liberación. El Jubileo 2025 nos invita a vivir este tiempo como un año de gracia, en el que renovamos nuestra mirada hacia el prójimo, nos comprometemos a sanar las heridas de la sociedad y trabajamos por un mundo más justo y equitativo, en el que todos tengan acceso a la libertad y la dignidad.
Al vivir este tiempo de peregrinación espiritual, podemos experimentar el Jubileo 2025 como una verdadera "recuperación de la vista", dejando que el Espíritu nos guíe y nos abra los ojos a las realidades que necesitan ser transformadas. Este camino, marcado por la fe y la acción, nos lleva a ser instrumentos del amor y la liberación que Cristo vino a anunciar.
En nuestra peregrinación, podemos preguntarnos: ¿Cómo estamos siendo instrumentos de liberación para quienes sufren? ¿Cómo anunciamos la Buena Nueva del Evangelio a los más necesitados?
El Espíritu que ungió a Jesús para proclamar la libertad también está con nosotros hoy, impulsándonos a ser agentes de cambio, justicia y misericordia en un mundo que sigue necesitando sanación.