María de Magdala, el faro que nos guía

Mary Magdalene washes Jesus' feet in this detail from a fresco in the Carmelite church in Vienna, Austria.

María Magdalena lava los pies de Jesús en este detalle de un fresco en la iglesia carmelita de Viena, Austria. (Foto: Dreamstime)

por Magda Bennásar

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Soplan brisas nuevas con diferentes sonidos que no son solo palabras. También escuchamos atentamente y emergen de nuestro hondón imágenes  potentes e inspiradoras.

En nuestro entorno, julio es el mes de María de Magdala; ella es la fuente de nuestra oración y de nuestras celebraciones. Su relación tan cercana de amistad con Jesús y la confianza que el Maestro deposita en ella, nos guía para formar hoy comunidades cristianas inspiradas en las primeras discípulas.

Siempre alrededor de celebraciones significativas, algo 'se mueve' en el interior de quienes tratamos de estar a la escucha.

Vivir unos meses al lado del mar, en un lugar alto cerca de un faro, hace que los vientos, los sonidos del mar y  las luces en la oscuridad cobren un realismo cuya experiencia deseo interpretar.

¿Qué significa que algo se mueve? Si miro el mar entiendo que tiene un dinamismo interior, unas corrientes y dinámicas internas, en diálogo con los vientos, las estrellas, el sol y la luna. Desde fuera, solo vemos una milésima parte de la vida que bulle dentro, la fuerza contenida por vientos suaves o fuertes, según su origen, y misteriosos diálogos internos.

Si el mar, con tanta potencia y complejidad, puede ser iluminado en la noche más oscura por un simple faro, ¿qué nos está indicando a las personas que desde una sabiduría sencilla y contemplativa, tratamos de dar voz a lo que intuimos, a lo que 'se mueve'?

"¿Sabías que los faros giran de un lado al otro para iluminar un espacio más amplio? Esta es una de las imágenes que iluminan nuestro sentir: siempre hay luz o si de pronto se desvanece, sabemos que volverá potente. Cuanto más oscura es la noche, más brilla esa luz de nuestro pequeño faro, a pocos metros de nuestra casa": Hna. Magda Bennásar. (Foto: Unsplash/Robert Wiedemann)

"¿Sabías que los faros giran de un lado al otro para iluminar un espacio más amplio? Esta es una de las imágenes que iluminan nuestro sentir: siempre hay luz o si de pronto se desvanece, sabemos que volverá potente. Cuanto más oscura es la noche, más brilla esa luz de nuestro pequeño faro, a pocos metros de nuestra casa": Hna. Magda Bennásar. (Foto: Unsplash/Robert Wiedemann)

La figura de María de Magdala es un faro para la mayoría de mujeres de hoy y muy especialmente para muchas de nosotras que estamos atentas a los susurros y los vientos de la Ruah, a los faros y las barquitas de pesca que desde lejos traerán a nuestras mesas el fruto de su trabajo en la noche.

Hace tres años, al amparo de las tormentas y aparentes fracasos, María de Magdala nos susurró, a voces, que diéramos forma a una comunidad que lleva su nombre.

Fue el fruto de años navegando por aguas difíciles, guiadas por un único faro: la Ruah. Después de idas y venidas de bastantes personas con diferentes intereses, hemos ido sosteniendo ese regalo, mayormente con personas laicas, comprometidas con una espiritualidad inspirada por ella.

Ella nos invita a girar nuestras cabezas, mentes y razonamientos hacia Jesús, para dejarnos llevar por el amor aterrizado en un compromiso que arranca de Él. En la víspera de su celebración, en una sencilla ceremonia en línea, ya que la comunidad de Magdala la formamos personas de Europa, México y Argentina, nos comprometeremos mutuamente y con la Ruah a este estilo de vida de puertas siempre abiertas.

Los días y los vientos corren, al igual que las olas, estrellas y la luna que cambia de tamaño continuamente, así como nuestra interioridad. Se nos insinúa: “Ensancha el espacio de tu tienda”; deja que la luz ensanche vuestro espacio, que se vea, que se conozca.

Y de nuevo, intentando responder a ese movimiento interior alrededor de su fiesta, a través de Zoom y WhatsApp nos llega una llamada: abrid vuestra casa, la casa de las discípulas, a personas de vida consagrada, tanto si están todavía dentro como si dejaron la comunidad que dejó de ofrecerles luz en su travesía y están ahí, a merced de los vientos, sin comunidad de iguales.

María de Magdala nos sonríe de nuevo porque ve que acogemos su iniciativa. Mujeres que lo dejaron todo para seguir a Jesús, invitadas por diferentes motivos a dar un paso y dar forma a algo nuevo.

La Comunidad de Magdala abre los brazos y el corazón a las buscadoras de espacios libres que, en diálogo con el sol y la luna, movidas por vientos y a veces solo por susurros, salen a la puerta de su casa, de sus seguridades inciertas, para ver la luz, sentir el viento y unirse, posiblemente en línea, a descubrir el vino nuevo en odres nuevos.

Muchas están ahí, fieles a su alianza, solas o con otras buscando caminos. Nosotras solo las hemos invitado a formar parte de 'algo nuevo'. Ya somos tres y algunas más empiezan a preguntar; somos de Europa y México y seguimos dialogando para discernir si nuestras llamadas coinciden y hacer camino.

Todas hemos sido convocadas por razones similares:

  • Creemos que la vida consagrada está evolucionando y deseamos ser movidas por ese dinamismo.
  • Necesitamos una comunidad de iguales para interpretar nuestros votos a la luz de hoy.
  • Salimos de una comunidad y deseamos asomarnos a un estilo nuevo inspirado en figuras bíblicas como María de Magdala, Isabel, María de Nazaret, Rut y Noemí; todas ellas también buscando desde su intemperie un faro en su noche.
  • Nos inspiran mujeres más cercanas en tiempo y mentalidad, como las beguinas, que sin el apoyo y peso de la institución se abrieron camino en la gran marea de la Edad Media en Europa, inspirando hoy de nuevo a tantas que desean deconstruir el patriarcado en compromisos concretos, desde cómo rezamos y qué lenguaje utilizamos al rezar, hasta cómo nos tratamos entre nosotras.
  • Deseamos una vida consagrada sin jerarquía, con responsabilidad madura de ser convocadas como mujeres que transforman la historia.
  • No nos asusta vivir sin dinero ni propiedades en común que puedan enredar intereses; nos sustenta nuestro trabajo y nuestras pastorales inspiradas por ellas.

La comunidad ya está iniciada, ya estamos varias reunidas en su nombre. La mesa se extiende larga y abierta llena de ilusión e inspiración. Cuando en algún resquicio se cuela el viento del miedo y su rugir en nuestra noche nos estremece, basta con levantar la mirada y mirar al faro. 

¿Sabías que los faros giran de un lado al otro para iluminar un espacio más amplio? Esta es una de las imágenes que iluminan nuestro sentir: siempre hay luz o si de pronto se desvanece, sabemos que volverá potente. Cuanto más oscura es la noche, más brilla esa luz de nuestro pequeño faro, a pocos metros de nuestra casa.

¡Cuánto me enseña lo pequeño y natural, que de tan sencillo no percibo a fondo! En la celebración de este año, cuando con el grupo de laicos hagamos el compromiso, estará ya emergiendo esa rama maravillosa de vida consagrada que para tantas es luz, un faro en nuestras noches.

¡Feliz Celebración de María de Magdala!

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por GSR en inglés  el 22 de julio de 2024. 

Editor's note: A version of this column was previously published on the Magdala Community's website.