Nada queda oculto a su presencia

La Vida, espacio de reflexión colectiva sobre la vida consagrada

Cinco panelistas de La Vida de octubre respondieron a la pregunta: ¿Cuándo has sido testigo de la llamada de Dios en la vida de otros, especialmente cuando esa llamada parecía especialmente difícil? (Foto: Viuelo en V)

Cinco hermanas católicas, panelistas de La Vida de octubre, respondieron a la pregunta: ¿Cuándo has sido testigo de la llamada de Dios en la vida de otros, especialmente cuando esa llamada parecía especialmente difícil? (Foto: Viuelo en V)

por Panelistas de La Vida

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La Vida, espacio de reflexión colectiva sobre la vida consagrada

El ministerio a menudo nos coloca en situaciones donde no solo enfrentamos nuestros propios desafíos, sino que también somos testigos de cómo otros luchan con su llamado. Acompañar a alguien que responde a la voz de Dios —especialmente cuando esa llamada se presenta como un reto abrumador— puede ser, a la vez, un desafío y una bendición.

Este mes hemos invitado a nuestros panelistas de La Vida a compartir sus vivencias: 

¿Cuándo has sido testigo de la llamada de Dios en la vida de otros, especialmente cuando esa llamada parecía especialmente difícil?  

La Vida, testimonios de la vida consagrada

Hna. Begoña Costillo, Orden de San Agustín. (Foto: GSR en español)

Hna. Begoña Costillo, Orden de San Agustín. (Foto: GSR en español)

La Hna. Begoña Costillo forma parte de la Orden de San Agustín. Ella ingresó en 2012 a la vida religiosa y actualmente vive en el monasterio de la Encarnación de Lima, Perú. Es bachiller en Teología y licenciada en Periodismo y Humanidades.

"Ya tengo destino: República Centroafricana”, me dijo María. Era la meta que desde hace años tiraba de ella como un imán y, ahora, al escuchar su voz al teléfono, percibía su entusiasmo y, también, su temor. República Centroafricana estaba inmersa en un conflicto interno que había causado muchas muertes y miles de desplazados, y la certeza de que en pocas semanas ella estaría allí, en medio de una guerra, le inflamaba en el amor tanto como la lanzaba en el vértigo.

Hacía pocos meses que había conseguido un puesto de trabajo en Médicos sin Fronteras (MSF), después de varios años trabajando como economista —esa era su profesión— en distintas empresas; porque, en realidad, aunque aceptó aquellos primeros empleos, su deseo era estar con los más pobres. Lo supo desde muy joven, cuando iniciaba sus primeras experiencias de voluntariado en India. Pronto se dio cuenta de que era la voz de Dios la que le llamaba en los hermanos y, así, comenzó un camino de intensa búsqueda de su voluntad.

Ahora, aquel fuego que la encendía en deseos de entregarse encontraba un lugar concreto en el que prender y la ponía de golpe en tierra africana. María me pidió, poco antes de partir a su primera misión con MSF, que le acompañase en su vocación con mi oración y mi escucha, pues la experiencia que tenía ante sí no iba a ser nada fácil. Yo, entonces, acababa de profesar votos temporales y María era para mí como la otra cara de mi propio camino vocacional. Me visitaba a menudo en el monasterio y, al estar juntas y compartir nuestra sed, nos dábamos cuenta de que las dos ardíamos en el mismo amor. La radicalidad de su vida dinamizaba la mía y mi opción contemplativa le mantenía a ella con el corazón anclado en el 'amor' que le empujaba hacia las guerras. 

María Hernández con el equipo de Médicos sin Fronteras en Pulka, Nigeria. (Foto: Begoña Costillo)

María Hernández con el equipo de Médicos sin Fronteras en Pulka, Nigeria. (Foto: Begoña Costillo)

En cada misión, María habría de superar la barrera de su propio instinto de supervivencia, pues siempre andaba al filo de la muerte, y la tentación de recuperar una vida 'convencional' y segura. Pero siempre fue más fuerte la luz que le movía, como me escribía en uno de sus correos electrónicos desde Nigeria: "Todo habla de Él y es desde su 'amor' que podemos ser fueguitos, luz en cada cosa que hacemos. Espero dejarme hacer y que en sus manos mi día a día sea testimonio de su 'amor'". Yo trataba de avivar esa luz que le daba alas y me mantenía cerca de sus miedos a través de mi oración, el ofrecimiento sencillo de mis gestos cotidianos, correos electrónicos breves en los que le recordaba la Palabra de Cristo, y la escucha de su experiencia cada vez que volvía de una misión.

Y así, poco a poco, María se iba dando a otros, hasta  alcanzar el máximo amor. Fue en la guerra de Tigray, Etiopía, en el año 2021. Hablé con ella antes de partir por segunda vez hacía allá y, pasadas unas semanas, vi en las noticias cómo la situación bélica se había agravado, provocando la salida de la mayoría de oenegés del terreno. Escribí a María, muy preocupada por ella, pero no tuvo tiempo de responder. A los pocos días fue asesinada, junto con dos compañeros de MSF, mientras recogían moribundos después de un ataque sangriento. Su madre, al día siguiente, me dijo: "Ella se ha entregado a todos, se ha partido como un pan y al final se la han comido". María se hizo eucaristía. Desde entonces, mi vocación sigue la estela de la suya, deseando llegar a consumirme como ella y con ella en el 'amor'. 

"María me pidió, poco antes de partir a su primera misión con Médicos sin Fronteras, que le acompañase en su vocación con mi oración y mi escucha. María era para mí como la otra cara de mi propio camino vocacional": Hna. Begoña Costillo

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Hna. Dora Tupil, Congregación Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. (Foto: GSR en español)

Hna. Dora Tupil, Congregación Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. (Foto: GSR en español)

Dora Estela Tupil May es miembro de la congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús desde 1992. Realizó sus estudios universitarios en la Universidad Rafael Landívar, donde obtuvo la licenciatura en Filosofía y Letras de la Facultad de Humanidades, en la ciudad de Guatemala. Ha impartido clases de Filosofía a estudiantes de bachillerato en la capital guatemalteca. Además, ha tenido experiencia laboral en Ciudad de México, específicamente en la Conferencia de Religiosas/os (CIRM).

Las personas son bombardeadas con llamados a dar sentido a la vida: a vivir bien sus relaciones, a elegir correctamente su futuro y, en general, a ocupar un lugar adecuado en la sociedad de manera libre y responsable. Asimismo, están llamadas a discernir dónde las quiere Dios en el mundo y en la Iglesia.

He sido testigo, a lo largo de mi vida, de personas que se han acercado a mí para pedir consejo en momentos de crisis personal u otras dificultades. Sin embargo, solamente con la oración y pidiendo juntos a Dios que ayude a la persona a tomar la decisión adecuada, se pueden cambiar los corazones y la forma de ver las cosas, porque de Él viene la fuerza y la alegría para servir mejor y amar. Se me han acercado jóvenes, señoritas y personas adultas, sin importar la edad. Quizá no sea tan difícil encontrar la oportunidad para brindarles apoyo y consuelo, hablándoles de Dios, de su amor, y de que intenten recuperar esa fe que no se sabe en qué momento se perdió.

Cuando Dios llama, no importa en qué estado o situación se encuentre la persona. Ha sido para mí una gran experiencia y aventura, porque me ha ayudado a discernir mi propia vocación. Estoy convencida de que es Jesús quien toma la iniciativa, quien sale al encuentro, quien busca a la persona. Su llamada de elección y su llamada personal exigen una decisión llena de confianza y abandono en Él. Cuando Jesús llama a alguien para que lo siga, no presenta algo preciso ni admite condiciones. La llamada de Jesús compromete a una aventura, a un riesgo. Se trata de seguir su destino sin mapa y sin un sitio seguro.

Interior de la iglesia de San Lázaro, en Palencia, España. (Foto: Magda Bennásar)

Interior de la iglesia de San Lázaro, en Palencia, España. (Foto: Magda Bennásar)

Me ha sorprendido que, después de años, vuelvo a encontrarme con personas que agradecen los consejos recibidos, porque gracias a ellos han salido adelante. Descubro que todo esto no lo he hecho sola, sino con la ayuda de Dios y de nuestra madre María. Estoy convencida de que somos pedazos de su corazón, a través de la experiencia de la oración y los momentos de encuentro con Él. Agradecida por el don que Dios ha depositado en mí, he enfrentado grandes retos y desafíos, ya que he podido colaborar con Él y su causa. No puedo decir que he hecho mucho, pero estoy convencida de que Dios nunca nos abandona; siempre está junto a cada hijo e hija. La audacia del discípulo vence cualquier tipo de miedo y suaviza las dificultades.

Creo, y estoy segura de ello, que se debe tomar muy en serio el acompañamiento a los jóvenes y a las personas con quienes interactuamos, para que vivamos en un estado de búsqueda y para que sean, y seamos, buscadores de lo esencial. Cuando una persona, especialmente un joven, no descubre ni tiene interés en caminar desde dentro y hacia dentro de sí mismo, puede convertirse en alguien incapaz de imaginar o soñar su propio presente y futuro.

"Se me han acercado jóvenes y personas adultas. Quizá no sea tan difícil encontrar la oportunidad para brindarles apoyo, hablándoles de Dios y de que intenten recuperar esa fe que no se sabe en qué momento se perdió": Hna. Dora Tupil

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Hna. Marisol Fernández, Fraternidad Misionera Verbum Dei. (Foto: GSR en español)

Hna. Marisol Fernández, Fraternidad Misionera Verbum Dei. (Foto: GSR en español)

Marisol Fernández Reveles es originaria de México y pertenece a la Fraternidad Misionera Verbum Dei. Conoció a su comunidad en Monterrey en diciembre del 2006. Su primer destino de misión fue Guatemala, Centroamérica.  Estudió Filosofía en Guadalajara, Teología en Loeches, Madrid, y maestría en Teología de la Comunicación, en Monterrey. Su destino actual de misión es San Francisco, California, Estados Unidos. 

Ha sido fascinante detenerme y reconocer el gran regalo de ser testigo vocacional y poder dar testimonio de cómo y en qué he ayudado a otros a superar retos y encontrar fuerza y alegría en el seguimiento.

Mi ayuda ha consistido en invitar a la oración, en poner a las personas en contacto con la Palabra, facilitando un encuentro con Dios, un espacio privilegiado para que puedan compartir con Jesús y contarle de manera sincera y cercana los desafíos, retos o miedos que puedan estar experimentando en su camino de seguimiento. Considero que la oración, la vivencia de los sacramentos y el acompañamiento espiritual me han ayudado a encontrar la fuerza y alegría en el camino vocacional. Viene a mi mente la frase de santa Teresa: "Has salvado a una persona cuando la han enseñado a orar". Esto mismo podemos decir de las personas en discernimiento vocacional: "Has salvado una vocación cuando le has enseñado a orar".

En las diferentes etapas del seguimiento siempre nos encontraremos con retos, preguntas o desafíos; por esto, es importante señalar el camino desde el principio. Así como Juan el Bautista, quien orienta a sus discípulos hacia Jesús: "Él es, ¡síganlo!" (Cf Jn 1, 37), nuestro papel es ser precursores; es decir, preparar el camino hasta que se dé el encuentro con Jesús. De esa manera, nosotras podremos decir igual que Juan: "En las bodas, el que se casa es el esposo; pero el amigo del esposo, que está allí y lo escucha, se llena de alegría al oír su voz. Por eso mi gozo es ahora perfecto". (Jn 3, 29).

(Foto: Pixabay)

(Foto: Pixabay)

Mi ayuda también ha consistido en invitar a la persona a identificar; es decir, poner nombre al obstáculo, dificultad o reto que esté experimentando en el camino, y luego dialogarlo con Jesús con toda libertad y transparencia, con la certeza de ser conocida y escuchada a profundidad por Aquel que le ha llamado a seguirlo.

Vivir y hacer vivir este proceso me ha llevado a reconocer la gracia escondida detrás de cualquier reto o crisis existencial por la que se esté atravesando. Todo lo anterior te hace crecer hacia adentro; es una oportunidad de extender tus raíces hacia la fuente, enseñándote a beber del manantial. Ganas en certeza de que quien llama, también capacita. Ganas en libertad para continuar con una convicción más profunda, más responsable y con un sentido de pertenencia más auténtico. Al hacer este diálogo recíproco con Jesús, se encuentran soluciones, se experimenta alegría, fortaleza y paz, y se desarrolla un vínculo de mayor confianza, pues cada reto vivido, orado y compartido se convierte en certeza y convicción, y sirve como señal para futuros retos.

Todo esto permite que, al mirar hacia atrás, se pueda ver el camino lleno de pasos de fe, lo que impulsa a avanzar con más confianza y alegría, con la certeza de que Él ha estado, está y estará en todo momento.

"Mi ayuda ha consistido en invitar a la persona a poner nombre al obstáculo, dificultad o reto que esté experimentando en el camino, y luego dialogarlo con Jesús con toda libertad y transparencia": Hna. Marisol Fernández

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Hna. Nancy Mancera, Fraternidad Misionera Verbum Dei. (Foto: GSR en español)

Hna. Nancy Mancera, Fraternidad Misionera Verbum Dei. (Foto: GSR en español)

Nancy Cristina Mancera Silva, misionera consagrada colombiana de la Fraternidad Misionera Verbum Dei, cursó estudios teológicos en el Instituto Teológico Verbum Dei de Guadalajara, México, y obtuvo una licenciatura en Teología Dogmática de la Universidad Gregoriana en Roma. Ha desempeñado una labor apostólica en México, Colombia, Bélgica, Italia y Guatemala, trabajando con diversas poblaciones, desde niños hasta adultos. Además, ha desarrollado a nivel diocesano programas de radio que apoyan la formación de grupos apostólicos y ha impartido retiros para adolescentes y universitarios. En la actualidad reside en Guatemala.

En mi caminar misionero me he encontrado con muchas personas que me han enseñado infinidad de matices sobre lo que significa la expresión 'llamada de Dios'. Acercarme a estas historias ha sido un reto y una gran responsabilidad para mí.

Una de esas historias es la de Laura, una chica de 19 años que una mañana golpeó a la puerta de mi casa. Era hija de una jueza que había enviado a un hombre a la cárcel por sus delitos. El hombre había amenazado a la jueza diciéndole: "Se va a arrepentir de esto", pero ella no lo tomó en serio.

Meses más tarde, mientras Laura estaba con su mejor amiga, alguien se les acercó. Ambas chicas fueron drogadas con escopolamina, secuestradas y abusadas. ¡Fue bastante duro!

Aquella mañana, cuando Laura llegó a mi casa, acababa de enterarse de que estaba embarazada como resultado del abuso. Su madre la presionaba para que abortara, con el respaldo de la ley en esas circunstancias. Laura estaba destrozada y con sentimientos encontrados. La única persona que la apoyaba a seguir adelante con ese embarazo era su abuelo, que estaba dispuesto a acogerla en su casa. Pero, él vivía en otra ciudad bastante lejos de donde estábamos. Para llegar con su abuelo, tendría que escapar de su casa y emigrar.

Estaba confundida, sin saber qué hacer. Por un lado, no quería hacerle daño a ese bebé; pero, por otro lado, no quería ese embarazo. Y, sin embargo, algo en su interior la llamaba a proteger esa vida.

(Foto: Unsplash)

(Foto: Unsplash)

Aquella mañana solo pudimos ubicarnos ante el misterio y el milagro de la vida. Reflexionamos sobre la presencia de Dios, como Dios nos ama a cada uno y no nos deja solos. Pude ver como Dios la estaba llamando desde su interior a hacer lo correcto, pese a tanto miedo y confusión.

Aunque ella estuviera pasando por ese túnel oscuro, la presencia de Dios era evidente, ya sea a través de la mediación de su abuelo o del impulso que la hizo llamar a la puerta de unas misioneras que no conocía, buscando algún tipo de orientación.

Hablamos durante mucho tiempo. Y aunque nunca volví a ver a Laura, me quedé en paz, sabiendo que había decidido irse esa misma noche a la ciudad de su abuelo, lista para enfrentar la siguiente etapa de su vida.

He llegado a entender que, a veces, acompañar significa simplemente encender una pequeña luz para ayudar a alguien a ver que ya está en el camino correcto. Todo lo que necesitan es el valor para escuchar esa voz que llama desde su interior, incluso cuando el mundo a su alrededor parece completamente oscuro.

"Cuando Laura llegó a mi casa, acababa de enterarse de que estaba embarazada como resultado del abuso. Su madre la presionaba para que abortara, con el respaldo de la ley en esas circunstancias": Hna. Nancy Mancera

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Hna. Vuelo en V, misionera en Centroamérica que mantiene su identidad anónima por seguridad personal. (Foto: GSR)

Hna. Vuelo en V, misionera en Centroamérica que mantiene su identidad anónima por seguridad personal. (Foto: GSR)

Vuelo en V es una mujer religiosa, misionera y enfermera que vive en una comunidad y acompaña a grupos de mujeres y jóvenes en su desarrollo humano y espiritual. Ella utiliza un seudónimo para proteger su identidad.

De apretar el gatillo de un fusil a leer, meditar y orar con la Biblia. Ser testigo de una experiencia de encuentro con el Dios de Jesús es un regalo que me asombra y me invita a agradecer su manera sutil de hacerse presente en el camino de la vida. En esta ocasión, viene a mi memoria la experiencia compartida de don Luis, un señor que asistía asiduamente a los encuentros de oración y reflexión sobre las Sagradas Escrituras desde la vida ordinaria, en uno de los asentamientos donde acompañaba en la misión. Era una persona dispuesta a escuchar y participar activamente en cada reflexión, maravillado por el regalo de la Palabra de Dios revelada. Al sentirse acogido e incluido, poco a poco fue abriendo su corazón y su vida con respeto.

En tiempos de guerra entrenaba a jóvenes para el combate. Sus aires de superioridad y reactividad lo llevaron a incurrir en violencia. Hasta que un día la experiencia de estar cerca de la muerte lo condujo a cambiar profundamente su manera de actuar. En su desesperación por la enfermedad, clamaba por la presencia de Dios, a quien había olvidado; muchas veces decía que había pasado "de perseguidor a perseguido".

Al experimentar que Dios no se había olvidado de él, don Luis miró con misericordia su corazón arrepentido, cegado por la soberbia y el poder. Sentía que había recibido un llamado particular a la conversión: dejar su antigua vida de militar arrogante para tener la oportunidad de vivir de manera más compasiva. Su realidad fue muy dura, porque aunque había pasado mucho tiempo desde la guerra, aún padecía luchas internas, sobre todo por el maltrato que había infligido a muchas personas como militar, así como por los atropellos e injusticias que cometió. Sin embargo, siempre manifestaba que la experiencia de haber estado cerca de la muerte le llevó a cuestionar su manera de vivir.

(Foto: Pixabay)

(Foto: Pixabay)

La gracia de la fe en Dios seguía viva, pero durante la guerra no era capaz de volver su mirada a ese Dios que habitaba en lo más escondido de su interior. En los espacios de reflexión comunitaria de la Palabra y la oración compartida encontraba una forma de enmendar todo el daño causado y, al mismo tiempo, emprendía el proceso de atreverse a sanar. La reflexión de la Palabra lo ayudaba a encontrar sentido en esta llamada a vivir sin hacer tanto mal. Dios trabaja en el interior de la persona y va propiciando un proceso de conversión.

Despojado de su vestimenta y fusil, tomó una Biblia y se sumergió en la nueva oportunidad que descubrió que Dios le había regalado. Aunque siempre tuvo sus luchas internas, fruto de las violencias vividas, supo aferrarse a su fe y al nuevo llamado que había recibido. Su testimonio de cambio de vida sigue vivo en la memoria de su familia y de quienes fuimos testigos de su proceso de conversión.

"Don Luis sentía que había recibido un llamado particular a la conversión: dejar su antigua vida de militar arrogante para tener la oportunidad de vivir de manera más compasiva": Hna. Vuelo en V

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