El poder de atracción de la autenticidad de las hermanas

La Vida, espacio de reflexión colectiva sobre la vida consagrada

Purificación de los diez leprosos, c.1035-1040, Códice Aureus de Echternach. 

por Panelistas de La Vida

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La Vida, espacio de reflexión colectiva sobre la vida consagrada

Desde los tiempos de los Padres y Madres del Desierto, hombres y mujeres han sentido una fuerte atracción hacia una vida consagrada a Dios, y muchos han seguido este camino. Sin embargo, a medida que el número de religiosos y religiosas consagrados disminuye, surgen muchas preguntas en nuestros corazones: ¿Cuáles son algunos indicadores de que estamos viviendo con autenticidad, asegurando que nuestras acciones se alinean con el compromiso que hemos hecho?

Este mes, nuestro panel explora esta cuestión: ¿Cómo puede el vivir con autenticidad atraer a otros hacia la vida religiosa? ¿Realmente lo hace? ¿Cuáles son algunos indicadores de que estamos viviendo con autenticidad o si nuestras acciones se alinean con el compromiso que hemos hecho?

La Vida, testimonios de la vida consagrada

Hna. Blanca Alicia Sánchez Olvera, Fraternidad Misionera Verbum Dei.

Hna. Blanca Alicia Sánchez Olvera, Fraternidad Misionera Verbum Dei. (Foto: GSR)

Blanca Alicia Sánchez Olvera es una hermana de la Fraternidad Misionera Verbum Dei de Ciudad de México. Recibió formación temprana y estudios en Guadalajara, México, una licenciatura en Roma y otros cursos en Filipinas, Portugal, México y Londres. Como profesora de teología dogmática y directora espiritual, ha realizado trabajo vocacional, retiros y formación de novicias. Fue formadora en el Centro Internacional de Formación Misionera de España y en los noviciados de la Isla de Wight (Reino Unido) y Cebú (Filipinas). 

Recuerdo, como si fuese ayer, el día que conocí a las misioneras de la Fraternidad Misionera Verbum Dei, en San Francisco California. Irradiaban alegría, libertad, confianza y una belleza especial. Me cuestioné profundamente: "¿Por qué son tan felices? ¿De dónde viene esa libertad que inspiran?". Vestían con sencillez y vivían una pobreza acogedora que irradiaba una felicidad que emergía desde dentro. Mis amigos que me acompañaron a conocerlas quedaron impactados, al igual que yo, por su vida tan sencilla y feliz.

¿Cómo fue posible que la simplicidad de sus vidas nos atrajera tanto? Su forma de ser y de vivir, me despertó fuertes interrogantes por la vida consagrada. ¿Cómo puede el vivir auténticamente atraer a otros a la vida consagrada? ¿Lo hace? Sí, definitivamente lo sigue haciendo, es una realidad presente en nuestros días. La autenticidad de este estilo de vida atrae cuando es vivida desde las bienaventuranzas (Mt 5, 3-12), desde la felicidad que no brota de las cosas, ni del prestigio ni de la perfección de nuestras obras de caridad, sino del genuino amor que se lleva por dentro. Felices los pobres que abren su corazón a todos, sin importar su raza, lengua y nación; felices porque son libres; no están apegados a una riqueza que les nubla la mirada frente a la necesidad de los que sufren. 

Amanecer desde la Isla Mactan en Cebú, Filipinas. (Foto: Blanca Alicia Sánchez Olvera)

Amanecer desde la Isla Mactan en Cebú, Filipinas. (Foto: Blanca Alicia Sánchez Olvera) 

Felices los que lloran ante las injusticias y ante tanta violencia, porque anhelan la justicia, la paz y la igualdad para todos. Felices los que son perseguidos por defender los derechos y la dignidad de las personas, porque ahí está Dios, quien se ha encarnado para abrazar la vida humana con toda su grandeza y pequeñez. Jesús de Nazaret se identifica con los más pobres (Mt 25, 35-40) y allí nos espera para amarlo. No hay vida más coherente que la de Él mismo y cuando con sinceridad aceptamos el reto y el fascinante desafío de seguirlo, vivimos destellos de su asombrosa coherencia.

Nuestra vida consagrada es un reflejo que ilumina las conciencias y los corazones de las personas, despertando la sed que todos llevamos dentro: sed de autenticidad, de ser únicos y originales, de ser amados por lo que somos, con nuestras fragilidades y fortalezas.

La autenticidad es la fidelidad a nuestro ser más profundo. ¿Y qué somos? Somos hijas amadas de Dios. No necesitamos comprar la validación de otros o escondernos bajo un avatar por temor a ser rechazadas. Esta es la perla preciosa que atrae porque brilla despertando la grandeza de nuestro ser. Como dice la escritora estadounidense Marianne Williamson: “¿Quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso?”.  ¿Y por qué no? Si lo somos de verdad, amadas de Dios, amadas hermanas de los que son menos amados. ¿No será una llamada para ti y para mí a ser auténticas en nuestra vocación para vivir felices en nuestra propia piel y consagración? ¿No será esto lo que atrae a otros?

"Nuestra vida consagrada es un reflejo que ilumina las conciencias y los corazones de las personas, despertando la sed que todos llevamos dentro: sed de autenticidad, de ser únicos y originales…": Hna. Blanca Sánchez Olvera

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Hna. Dora Tupil, Congregación Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. (Foto: GSR en español)

Hna. Dora Tupil, Congregación Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. (Foto: GSR en español)

Dora Estela Tupil May es miembro de la congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús desde 1992. Realizó sus estudios universitarios en la Universidad Rafael Landívar, donde obtuvo la licenciatura en Filosofía y Letras de la Facultad de Humanidades, en la ciudad de Guatemala. Ha impartido clases de filosofía a estudiantes de bachillerato en la capital guatemalteca. Además, ha tenido experiencia laboral en la Ciudad de México, específicamente en la Conferencia de Religiosas/os (CIRM).

Siento que desde el momento en que hice mi profesión religiosa he tratado de vivir con alegría  y entusiasmo, y he tenido la oportunidad de acompañar a las y los jóvenes todo este tiempo  hasta la fecha; algunas sí han  entrado, sin embargo muchas de ellas se han retirado. En este momento es muy difícil atraer a jóvenes a la vida consagrada. Algunas han expresado su  inquietud y  se les ha ofrecido la invitación de un acompañamiento externo, y después de un tiempo la oportunidad de iniciar su acompañamiento interno. Muchas de ellas  participan en grupos juveniles, en otros ministerios de la Iglesia. Se les invita a participar en las convivencias vocacionales y en exposiciones vocacionales, pero no se atreven a ingresar.

Recuerdo cuando estaba estudiando el bachillerato; algunas de mis compañeras me decían: "¿Vas a entrar con las monjas? No hagas eso, ¿no ves que las monjas son muy enojonas?". Una de mis amigas me decía: "Si entras con las monjas, por favor no cambies, sigue siendo lo que eres, una compañera alegre y sociable".

La manera auténtica en la que concibo y vivo mi vocación es la llamada y el don que he recibido  de Dios; es vivir con alegría y entusiasmo. Lo más importante y esencial es el encuentro con Dios en la oración, la contemplación de la Palabra que invita a vivir con los oídos bien abiertos a la escucha de la realidad sufriente; también con los ojos bien abiertos y los pies bien puestos en la tierra. 

(Foto: Unsplash/Johan Mouchet)

La madre tierra me envuelve en su armonía y me alimenta cada día. Donde me encuentro en este momento, observo en cada rostro de los adolescentes con quienes convivo todos los días rostros de alegría y serenidad, pero también rostros faltos de afecto, porque son abandonados por sus padres, quienes viajan a los Estados Unidos en búsqueda de trabajo, supuestamente para tener una vida mejor. Así, los jóvenes van creciendo en lugares que no son muy adecuados en esta etapa de su adolescencia, en medio de distorsiones, drogadicciones y otros; es el ambiente que muchos enfrentan. 

Al mismo tiempo, el testimonio de vida es el que va llamando; no es tanto el hacer sino el ser, cómo se vive la vida comunitaria. Es ahí donde siento que me falta mucho por aportar, porque a menudo nuestras comunidades no son muy acogedoras, carecen de atención y de una vida interior de calidad. Hacen falta comunidades que vivan una espiritualidad encarnada, viviendo en armonía y cuidándose a sí mismas y a los demás con delicadeza y ternura.

Pienso que no se puede medir la experiencia de entrega y de servicio porque lo que se dona con amor no es medible. Nuestra misión es dar a conocer el amor misericordioso del corazón de Cristo a  los niños, jóvenes y a los más vulnerables. No debemos olvidar que somos pequeñas seguidoras de Jesús. Él es el que actúa a través de cada una de nosotras. 

"A menudo nuestras comunidades no son muy acogedoras (…). Hacen falta comunidades que vivan una espiritualidad encarnada, viviendo en armonía y cuidándose a sí mismas y a los demás con delicadeza y ternura": Hna. Dora Estela Tupil

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Hna. Mariana Olivo Espinoza, religiosa benedictina, OSB. (Foto: GSR)

Hna. Mariana Olivo Espinoza, religiosa benedictina, OSB. (Foto: GSR)

Mariana Olivo Espinoza es una hermana benedictina del Monasterio Pan de Vida en Torreón, Coahuila. México, en cuya diócesis anima y da clases a diferentes grupos de mujeres. Licenciada en Derecho y máster en Teología Latinoamericana, actualmente es maestra universitaria y acompaña pastoralmente a los Grupos de Familiares con Desaparecidos, así como a mujeres que han sufrido el feminicidio de alguna de sus hijas, en la ciudad de Torreón.

Estoy convencida de que mi llamado cada día es esforzarme por ser una joven religiosa creíble y transparente. Sobre todo, cuando escucho a los estudiantes en la universidad. Encuentro mi lugar en ser una mujer que escucha y dialoga con sus realidades juveniles, sin tener miedo de que mis creencias, muchas veces, sean cuestionadas. 

Este diálogo honesto y comprometido con mis valores monásticos me ha situado a mí misma como una buscadora de respuestas, y no tanto como aquella que pretende tener  todas las soluciones y certezas, aun en cuestiones de fe. Creo que fue Paul Tillich quien dijo: “The opposite of faith is not doubt, but certainty” [Lo opuesto de la fe no es la duda sino la certeza].

Por otro lado, en mi realidad, un indicador de mis esfuerzos por vivir con autenticidad mi llamado a la profecía consiste seguramente en estarme convirtiendo en una 'persona non grata' en algunos espacios y con algunas personas. Esto lo he experimentado con quienes buscan los privilegios que da el estatus de ser persona religiosa en la institución eclesiástica. También me ha sucedido con aquellos que se han acostumbrado a encubrir las situaciones de abuso e injusticia. No me agrada esta situación, pero es el precio que estoy dispuesta a pagar por mantenerme fiel a nuestro carisma y mis convicciones.  

Carteles con fotografías de familiares de desaparecidos en México son mostrados en la peregrinación diocesana de los colectivos de justicia la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en Torreón, eel 2022 de diciembre. (Foto: cortesía Mariana Olivo Espinoza)

Carteles con fotografías de familiares de desaparecidos en México son mostrados en la peregrinación diocesana de los colectivos de justicia la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en Torreón, el 2022 de diciembre. (Foto: cortesía Mariana Olivo Espinoza)

El mero hecho de profundizar en el Evangelio, con Jesús que desenmascara los privilegios en su tiempo y en el nuestro, y que es pan de vida, mesa y comunidad incluyente para todas y todos, me fortalece en el camino. Busco intencionalmente, y con otras personas, participar en la formación de la conciencia del pueblo de Dios, para que como comunidad eclesial podamos irnos configurando en hombres y mujeres maduras en la fe. Con alegría percibo en el proceso sinodal un cuestionamiento a las formas de la institución que ya no dan vida.

Me esfuerzo por vivir la coherencia al ponerme de parte de las víctimas en cualquier situación: los grupos de familias que buscan sus desaparecidos aquí en la región, aquellas personas jóvenes  que están escudriñando su identidad de género, y las que están reclamando justicia por los abusos que se han cometido en la institución eclesiástica. Todo esto me ha convertido a mí —y a mi comunidad— si no en 'personas non gratas',  por lo menos en una comunidad que incomoda.

Por otro lado mi vocación monástica me llama, no al estatus y el protagonismo, sino a vivir la profecía desde lo cotidiano, desde la entrega en el día a día, desde la búsqueda incansable de la comunión, primero en mi comunidad —que no es nada sencillo—. Me invita también al camino  cotidiano hacia una mística moldeada por las palabras de los Salmos, la Lectio Divina, y la puesta en práctica de los valores evangélicos, a la luz de la intuición de San Benito y Santa Escolástica.

Sospecho que no llegaré a ser una gran mística, pero sí soy alguien que quiere seguir unida a Jesús como Vid Verdadera y a sus hermanas de comunidad que encarnan esta pequeña porción del Reino aquí y ahora. 

"Un indicador de mis esfuerzos por vivir con autenticidad mi llamado a la profecía consiste seguramente en estarme convirtiendo en una 'persona non grata' en algunos espacios y con algunas personas": Hna. Mariana Olivo Espinoza

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Hna. Marlene Quispe, Hermanas Agustinas Contemplativas.

Hna. Marlene Quispe, Hermanas Agustinas Contemplativas. (Foto: GSR)

Marlene Quispe es miembro de la comunidad de hermanas agustinas del Monasterio de la Encarnación en Lima, Perú, en donde se desempeña como coordinadora de la pastoral catequética y social Puente de Comunión.

Vivir auténticamente es como un imán que atrae, fascina, provoca, asombra, contagia y convoca. Es una vida que habla por sí sola, elocuente y generadora de preguntas y deseos profundos: ¿Cuál es la razón de tu alegría? ¿Por qué vives así y haces el bien? ¿Cómo puedo yo también vivir con entusiasmo y radicalidad la aventura evangélica?

La coherencia de vida. Al vivir como Jesús se convierte en luz, en lámpara en medio de la noche, que da luz y calor al Pueblo de Dios. Es como un despertador para el mundo, que despierta con el testimonio profético.

El testimonio profético consiste en vivir auténticamente, poniendo en práctica lo que se ha aprendido en la escuela de Jesús. Hombres y mujeres dan este testimonio al descubrir su condición de hijos e hijas amadas del Padre, relacionándose con Él cada día y escuchándole en su Palabra. Viven las bienaventuranzas y practican la ley del amor con todos, como lo hizo Jesús. Son humildes de corazón, disponibles para construir el Reino, generadores de comunión y artesanos de paz. Están dispuestos a nacer de nuevo por el don del Espíritu Santo. Viven con alegría su fecundidad en la entrega cotidiana, deseando ser santos y reconociendo que el camino para conseguirlo es vivir con sencillez los consejos evangélicos.

Dos hermanas Agustinas cantan en el albergue parroquial de Carrión de los Condes, España, durante el encuentro musical con los peregrinos del Camino de Santiago. (Foto: cortesía Monasterio de la Conversión, Ávila, España)

Dos hermanas Agustinas cantan en el albergue parroquial de Carrión de los Condes, España, durante el encuentro musical con los peregrinos del Camino de Santiago. (Foto: cortesía Monasterio de la Conversión, Ávila, España)

Los indicadores de esta vida auténtica son hombres y mujeres que trabajan cada día: 

  • Buscando el encuentro personal con Jesucristo para conocerlo más y tratarlo familiarmente, siguiendo con alegría la práctica del Evangelio (vivencia de las bienaventuranzas).
  • Confiando plenamente en Dios, viviendo la belleza de la permanencia y el asombro de la novedad del carisma para responder a las preguntas del hombre de hoy.
  • Trabajando por la comunión, construyendo fraternidad, practicando la ley del amor con Dios, la comunidad y especialmente con los más pobres, soñando y caminando hacia la construcción de la fraternidad universal.
  • Manteniendo una vida de servicio constante y gratuito, alegre e incondicional a Cristo pobre, llevando a Jesús, el único salvador que cura los corazones destrozados.
  • Actuando como agentes de reconciliación, practicando el perdón continuo.
  • Cultivando una piedad marial, aprendiendo de ella a contemplar y seguir a Jesús.
  • Viviendo con sobriedad y libertad interior, siendo rectos en su intención y abrazando con alegría la pobreza evangélica.
  • Teniendo disponibilidad para el Reino, viviendo la castidad fecunda.
  • Recibiendo una formación integral y permanente para una reflexión profunda, acompañando al hombre de hoy.
  • Contemplando la creación y buscando modos de custodiar la casa común.
  • Viviendo coherentemente, en armonía entre lo que creen y lo que viven.
  • Caminando en conversión y renovación, siendo humildes de corazón y sabiendo que son pecadores amados de Dios.

"Vivir auténticamente es como un imán que atrae, fascina, provoca, contagia y convoca. Es una vida que habla por sí sola, elocuente y generadora de preguntas y deseos profundos: ¿Cuál es la razón de tu alegría?": Hna. Marlene Quispe

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Hna.  Carmen Notario, Hermanas para la Comunidad Cristiana.

Hna.  Carmen Notario, Hermanas para la Comunidad Cristiana. 

Carmen Notario pertenece a la comunidad de Hermanas para la Comunidad Cristiana. Estudió teología en la universidad de los jesuitas en Boston, Massachusetts. Ella se dedica a la formación espiritual y teológica a través de retiros, charlas y escritos, buscando siempre crear comunidades cristianas. Ha realizado su ministerio en diferentes partes de EE. UU., Inglaterra, Irlanda y España, donde reside actualmente.

Parto del momento en el que estamos viviendo: una escalada de violencia sin precedentes que permea todos los estratos de la sociedad y no discrimina ni países ni situaciones económicas, políticas o sociales.

Acabamos de vivir en mi país, España, unos días muy tensos en los que el presidente del gobierno de una coalición de izquierdas se ha tomado cinco días de reflexión para discernir si merecía la pena continuar en el gobierno debido a los ataques que su esposa ha recibido por parte de la derecha y la extrema derecha.

Reconozco que la experiencia de mi país no es compartida por muchos otros países. La de un nacional catolicismo que, en lugar de favorecer el papel de la Iglesia en la sociedad, ha provocado y sigue provocando un rechazo tremendo, no solo en personas de mi generación sino incluso en los jóvenes que rechazan a la Iglesia sin conocerla, solo por lo que oyen en sus casas, en las noticias y en la calle.

A pesar de que nos autoproclamamos como un país laico, hay un lazo demasiado fuerte entre la Iglesia y los partidos de derechas.

(Foto: Pixabay)

¿Por qué me cuestiona esta y tantas otras realidades como mujer consagrada? Porque si algo nos queda claro del Evangelio es que Jesús no se alió con ningún poder, ni político ni religioso. Tenemos la obligación de cultivar una conciencia crítica que sea personal porque la respuesta a la llamada es personal.

Cuando volvemos a los orígenes de la vida religiosa y a los motivos por los que surgió esta forma de vida hay un componente profético que no podemos 'suavizar'. El o la profeta anuncia y denuncia, claro que con su estilo de vida, con su opción por los pobres, pero cuidado con esa expresión bonita que de tanto usarla no la desvirtuemos.

Los pobres nos agradecen todo lo que hacemos por ellos, no cabe duda. Jesús nos insta a dar de comer y beber, a visitar al enfermo al encarcelado… pero también nos reta a que denunciemos con nuestra palabra y nuestros hechos la injusticia, el abuso, la discriminación… y por hacerlo Él así, le mataron.

Cuando ponemos el dedo en la llaga de los opresores, de los que viven su vida de cristianos cómodamente sin comprometerse con los demás, ya nos les parecemos tan maravillosas y nos quitan de en medio.

Es ahí donde nuestra dimensión mística toma toda la fuerza, porque esa relación personal con Dios nos capacita para seguir adelante sin vacilación.

"Jesús no se alió con ningún poder, ni político ni religioso. [Las religiosas] tenemos la obligación de cultivar una conciencia crítica que sea personal, porque la respuesta a la llamada es personal": Hna. Carmen Notario

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This story appears in the The Life feature series. View the full series.