La Hna. Joana Ortiz, de las Hermanas Franciscanas de Nuestra Señora de Aparecida, protesta por el marco temporal con los indígenas en Brasilia, Brasil. La legislación propuesta limita el reconocimiento de nuevas reservas indígenas a las tierras ocupadas por los habitantes originales antes de la constitución de 1988. (Foto: cortesía Joana Ortiz)
Las hermanas católicas que trabajan con la población indígena de Brasil están preocupadas por un proyecto de ley que limita el reconocimiento de nuevas reservas indígenas a las tierras ocupadas por los habitantes originales antes de la constitución de 1988.
En caso de que se apruebe el proyecto de ley (que requiere tanto el respaldo del Senado como el del presidente Lula da Silva), todas las tierras que los grupos indígenas no ocupaban en 1988 —demarcadas o no— quedarían en manos de ganaderos, mineros y agricultores.
Los defensores de la política —el llamado marco temporal— afirman que la ley (aprobada en mayo por la Cámara de Diputados del Congreso del país) es necesaria para aclarar la seguridad jurídica sobre la cuestión de la demarcación de tierras y, sobre todo, para evitar que los agricultores pierdan sus tierras. Argumentan que si no se aprueba, todo el territorio brasileño podría ser reclamado como tierra indígena, lo que daría lugar a cuestiones sobre la propiedad.
Según el Consejo Indigenista Misionero, o CIMI, entidad vinculada a la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, el proyecto de ley “pretende hacer inviable la demarcación de los territorios indígenas y legaliza el genocidio contra los pueblos en aislamiento voluntario al permitir el contacto con estas poblaciones”.
“La mayoría de los territorios de los indígenas guaraní y kaiowá en Mato Grosso do Sul no están demarcados, y muchos de los que están demarcados fueron concedidos después de 1988”, dijo la Hna. Joana Aparecida Ortiz, de la Congregación de las Hermanas Franciscanas de Nuestra Señora de Aparecida, que trabaja con estos grupos desde el 2010.
“Muchos religiosos y laicos comprometidos darían su vida por esta misión, porque ven que los indígenas defienden la vida en el planeta”: Hna. Irma Maria Ines Vieira Ribeiro #GSRenespañol #HermanasCatólicas
Ortiz dijo que las religiosas que trabajan con estos grupos temen que incluso las tierras que ya han sido consideradas territorio indígena sean arrebatadas a sus guardianes originales.
“No sería sólo un genocidio”, dijo Ortiz, quien también es miembro del capítulo de Mato Grosso do Sul del CIMI. "Sería un etnocidio aquí en Mato Grosso do Sul si se aprueba el marco temporal”, añadió.
En 2022 se denunciaron al menos 36 casos de invasiones y daños a la propiedad indígena y se vieron 60 grupos de indígenas aislados, según el informe anual del CIMI Violencia contra los pueblos indígenas de Brasil, publicado el 26 de julio.
La Hna. Catarina de Sousa de Oliveira, de las Hijas del Inmaculado Corazón de María, junto a una anciana indígena en la región de Amajari del estado de Roraima, Brasil. (Foto: cortesía Joana Ortiz)
Según la organización, bajo la presidencia de Jair Bolsonaro el Estado brasileño llevó a cabo el “mayor y más sistemático ataque a los derechos de los pueblos indígenas desde la época de la redemocratización”. Durante su mandato, 795 indígenas fueron asesinados en Brasil.
Según el informe del CIMI, la actual invasión del territorio y los conflictos violentos en territorio yanomami tienen ecos de la fiebre del oro de los años ochenta y noventa, así como de la masacre de Haximu de 1993, el primer caso juzgado como genocidio en Brasil.
“Hemos llegado de nuevo a esta situación treinta años después”, señala el informe y agrega: “Por un lado, el nuevo ciclo de expansión de la minería en el territorio yanomami en los últimos cinco años, [y] por otro, el desmantelamiento de la asistencia sanitaria para los pueblos Yanomami y Ye'kwana”.
La hermana Laura Vicuña Pereira Manso, de la congregación de las Hermanas Catequistas Franciscanas en la región amazónica, se enfrenta a una situación similar. Ella trabaja con los pueblos Karipunas, cuyas tierras fueron demarcadas en 1998 y podrían verse sujetas a la devolución al Gobierno federal si se aprueba el marco temporal.
“La situación siempre ha sido crítica”, dijo a GSR. “Hemos tenido invasiones de tierras desde el 2017, y ahora hay un agravante más, que es que el Estado brasileño intenta legitimar estas invasiones ilegales”, puntualizó.
“¿Cómo puede la gente dormir tranquila con esta cuestión [de la inseguridad jurídica] siempre rondándonos?”, preguntó Pereira Manso.
Además del debate legislativo, el tribunal supremo de Brasil también está debatiendo si el marco temporal y la fecha límite de 1988 para el reconocimiento legal de las tierras indígenas es constitucional.
La hermana Catarina de Sousa de Oliveira dijo que cree que es inconstitucional.
“Su aprobación pone en peligro no sólo los territorios indígenas, sino toda la lucha por garantizar todos los derechos indígenas ya concedidos”, añadió Oliveira, Hija del Inmaculado Corazón de María.
Según la Hna. Michael Nolan, de las Hermanas de la Santa Cruz, abogada del CIMI desde hace 30 años, los derechos de los indígenas a la tierra solo pueden modificarse mediante una nueva constitución.
“Es una cláusula blindada, cincelada en mármol, por lo que no tiene sentido hacer una ley ya que será declarada inconstitucional por el tribunal supremo”, dijo Nolan.
En junio, sin embargo, el tribunal —que empezó a votar sobre el asunto en el 2021— suspendió de nuevo las discusiones, después de que un juez pidiera más tiempo para revisar el caso.
La Hna. Catarina de Sousa de Oliveira, de las Hijas del Inmaculado Corazón de María (de rojo), trabaja con los indígenas de la región de Amajari, en el estado de Roraima, en la selva amazónica. (Foto: cortesía Joana Ortiz)
Este retraso preocupa a Nolan.
“¿Cuántos bosques se van a destruir mientras los jueces se pelean en el Tribunal Supremo?”, dijo. Si el retraso es largo, añadió, habrá años de inseguridad jurídica, con gente “aplicando” la ley mientras la cuestión sigue sin resolverse.
“Creo que podemos enfrentarnos a un momento muy violento; creo que tenemos que prepararnos para mucha violencia”, afirmó. “Los pueblos indígenas ya han asumido el protagonismo de su historia. Empiezan a estar cansados, inquietos [con esta incertidumbre]”, agregó.
La hermana Irma María Inés Vieira Ribeiro, de las Hermanas Mensajeras del Amor Divino, expresidenta del Congreso de Religiosos de Brasil, afirmó que tanto los indígenas como quienes trabajan con las comunidades nativas no abandonarán pacíficamente la tierra que llaman su hogar si los agricultores o los mineros intentan invadirla.
“Podría haber mártires en Brasil. Muchos religiosos y muchos laicos comprometidos darían su vida por esta misión, porque ven que los indígenas defienden la vida en el planeta”, añadió Ribeiro, que ahora es consultor de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Aunque las hermanas están a favor de una postura pacífica, “los indígenas están cansados de que se les falte al respeto”, dijo, y la tensión ya está aumentando en muchas comunidades indígenas. Un ejemplo está en Dourados, Mato Grosso do Sul. En abril, unas 110 familias guaraníes kaiowá volvieron a ocupar una zona vecina a la populosa Reserva Indígena de Dourados para intentar impedir la construcción de un condominio de lujo en un terreno que consideran sagrado.
La policía respondió a los guaraníes kaiowá con bombas lacrimógenas, balas de goma y detuvo a nueve dirigentes.
Aunque las protestas detuvieron la construcción, los conflictos entre la comunidad indígena y las empresas continúan.
Indígenas participan en una protesta en Brasilia el 25 de agosto del 2021, el primer día del juicio en la corte suprema de Brasil de un caso sobre los derechos de los indígenas a la tierra. (Foto: CNS/Reuters/Adriano Machado)
La Hna. Zelia María Batista, de las Hermanas Catequistas Franciscanas, quien trabaja con los indígenas en Dourados, dijo que las comunidades guaraní y kaiowá del estado se habían enfrentado a una crisis humanitaria incluso antes de la amenaza de que les arrebataran sus tierras.
“No existen políticas públicas de ningún tipo destinadas a ayudar a las familias que se encuentran en las reservas, cerca de las grandes autopistas y rodeadas de granjas”, declaró a GSR.
Pero incluso con el proyecto de ley pendiente, añadió la religiosa, no se tiene más violencia, “porque la violencia ya ha alcanzado su máxima expresión cuando la vida humana y la vida de la creación son diezmadas”.
En la misma tónica, la hermana Irma María Inés Vieira apuntó: “Somos pacifistas.Seguimos a Jesús, quien es manso y humilde, de corazón; y nuestra misión es predicar el Evangelio de la paz, de la justicia, en la verdad, y no apoyar situaciones de conflicto y muerte. Pero si es necesario, tenemos que luchar con ellos y moriremos juntos”.
Jóvenes de la tribu Mura aparecen en una foto de archivo en una zona deforestada en tierras indígenas no delimitadas dentro de la selva amazónica, cerca de Humaitá, Brasil. (Foto: CNS/Reuters/Ueslei Marcelino)
Sin embargo, la posibilidad de que aumente la violencia no asusta a estas religiosas que trabajan con poblaciones indígenas de todo el país. Ellas dijeron a GSR que aunque se apruebe el marco temporal y aumente la violencia, no abandonarán su trabajo.
“No es el perfil de las religiosas que conozco que están al frente del trabajo con los indígenas, que enfrentan la lucha con los indígenas, alejarse de la lucha”, dijo Ribeiro añadió: “Las religiosas trabajan con vidas indígenas; viven entre ellos y defienden sus vidas, sus derechos; y seguirán luchando por ellos”.
Para Ortiz, cuya abuela pertenecía a la tribu Guaraní, la violencia no les disuadirá de su misión.
“Creo que cuando optamos por el Evangelio, optamos por la vida”, dijo. “Es en este momento cuando nos fortaleceremos y crearemos más alianzas para que prevalezca esta vida”, acotó.
Otros dijeron que su trabajo puede cambiar, pero que están comprometidos a seguir entregados.
Si el proyecto de ley se aprueba, “la misión continuará; [porque] la vida es un proyecto misionero que nunca desaparece”, sostuvo la Misionera de la Consolata Mary Agnes Njeri Mwangani, una misionera keniana que llegó a Brasil en el 2000 para trabajar con los yanomamis en el estado de Roraima.
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Nolan se hizo eco del sentimiento y añadió que “las hermanas no abandonarán a los indígenas bajo ninguna circunstancia”.
“Hemos estado con ellos durante 50 años. Nos mantendremos firmes y al lado de los [indígenas] en su lucha porque esa tierra es sagrada para ellos”, dijo el abogado del CIMI.
Nolan, sin embargo, añadió que se requerirá que todos en la Iglesia, así como el Estado, pongan en práctica la filosofía de la no violencia y mucho diálogo entre los indígenas y los terratenientes, agricultores y mineros.
“Si el tribunal supremo decide que el derecho de los pueblos indígenas a la tierra comenzó cuando ellos estaban aquí, y que deben conservar las tierras, las personas que serán desalojadas de estas tierras, que las compraron de buena fe, deben ser indemnizadas por el Estado”, dijo Nolan, refiriéndose a los muchos campesinos que adquirieron sus tierras en los años sesenta y setenta.
Aún así, cree que es poco probable que estos agricultores y mineros se marchen sin luchar. “Es probable que muchos no se marchen pacíficamente”, afirmó.
Para que se convierta en ley, el Senado de Brasil tiene que aprobar el proyecto del Congreso para que luego lo firme el presidente, aunque este ha manifestado públicamente su oposición.
Se esperaba que el Senado comenzara a examinar el proyecto de ley en agosto y lo votara a finales de diciembre. El Senado no había abordado el proyecto de ley hasta el 19 de agosto.
Si se acepta el marco temporal, Nolan dijo que es probable que las hermanas sigan las indicaciones de los pueblos indígenas sobre los próximos pasos.
“Los pueblos indígenas son protagonistas de sus propios derechos”, afirmó y agregó: “No es función de la Iglesia ocupar el lugar de los indígenas; los indígenas tienen derecho a decidir lo que van a hacer… Nuestra labor como misioneros es estar presentes y mostrar solidaridad cristiana”.
Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente el 21 de agosto de 2023.