La gente se reunió en las afueras de la Catedral Metropolitana, el 7 de abril en Managua, Nicaragua, durante una procesión de Viernes Santo, debido a que el Gobierno prohibió este año las procesiones de Semana Santa, alegando preocupaciones de seguridad que no especificó. Las parroquias nicaragüenses celebraron las tradicionales procesiones del viacrucis en los terrenos de las iglesias o en su interior. (Foto: OSV News/Reuters)
Nota del editor: La serie de Global Sisters Report Esperanza en medio del Caos: Hermanas en Zonas de Conflicto ofrece una mirada a las vidas y los ministerios de las religiosas que sirven en lugares peligrosos de todo el mundo. Las noticias, columnas y preguntas y respuestas de esta serie incluirán, a lo largo de 2023, a hermanas de Ucrania, Nigeria, Kenia, Sri Lanka, Nicaragua y otros países.
Una luz brilla en el camino…
En medio de una sociedad herida y fragmentada, la bondad y la misericordia se asoman por el túnel oscuro de nuestros días y renueva nuestra esperanza. La presencia de Dios Padre/Madre del universo nos visita de una manera particular cuando pareciera que las fuerzas del enemigo quieren apoderarse del quehacer cotidiano.
Imposible no creer y confiar en este Dios que camina con pasos firmes al lado de los pueblos que sufren y buscan encontrar razones cada día para vivir enraizados en todo aquello que da vida en abundancia y plenitud.
Con voz potente el Dios de la vida que Jesús nos mostró, llama a escucharle y volver nuestros sentidos a Él; conectando con la vida fecunda que se renueva desde dentro. Él nos invita a confiar en la promesa de que no estaremos solos ni perdidos en medio del camino y nos recuerda que peregrina junto al pueblo en la búsqueda de la verdad, la justicia, la paz y la libertad.
En el libro del Éxodo (Ex 3, 7, ss.) Dios nos revela que no es indiferente a los padecimientos de su pueblo, Él con su sabiduría toca el corazón de los verdugos opresores y destruye sus planes. Con su gracia suscita y envía personas para que juntos muestren su rostro y su bondad en los momentos más difíciles de la humanidad. La fuerza de la unidad y del bien a través de la oración y la energía de la vida hacen brillar la luz de su verdad.
Nuestra Nicaragua se reviste de esperanza, así como la flor renueva sus brotes. La esperanza resurge de sabernos en manos de este Dios que cumple sus promesas y que “nos tiene tatuados en la palma de su mano”. (Is. 49, 16)
Se renueva la esperanza por la liberación de los calabozos de torturas de varios de nuestros hermanos y hermanas que–aunque sufren el exilio y han sido declarados apátridas–están con vida, y pueden reunirse y abrazar a algunos miembros de sus familias. Otros tristemente, aún siguen esperando esa liberación.
Aunque nos sentimos “…atribulados por todas partes, pero no abatidos… perseguidos pero no abandonados…” (2 Cor.4, 8-10) porque a pesar de que se recrudece la persecución y el maltrato, no dejamos de clamar justicia y libertad. Continuamos resistiendo como el pequeño resto de Israel.
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Frente a tanta provocación externa, gritamos: ¡Justicia y libertad! Vida y no muerte. Ni odio ni mucho menos venganza. Revestidos con la fuerza de la misericordia nos adentramos en un nuevo tiempo en este largo peregrinar martirial. Con nuestras cruces a cuestas, esperamos fervientemente encontrar amigos y hermanos cirineos que nos ayuden –con esperanza, mas no resignación– a cargar esta cruz tan pesada de la fragmentación entre hermanos y hermanas debido a la ideología y el poder.
Sentimos que como al pueblo de Israel, Yahvé vuelve a levantar su voz para decirnos:
Escucha (Shemá)… Escucha Nicaragua.
Yo sigo siendo tu Dios y no hay otro.
Yo te sostengo y enderezo tu camino,
donde el odio y la venganza no tienen cabida.
Yo te auxilio y vendo tus heridas.
Yo sigo siendo la luz que brilla en la oscuridad de tus días.
Yo soy el que continúa caminando contigo y te doy aliento para resistir.
Yo continúo a tu lado y como el amanecer,
se renueva mi deseo de seguir levantando tu cabeza.
Y aunque te persigan, mi mirada no se aparta de ti.
Como Iglesia–el pueblo de Dios en camino que es perseguido, humillado y maltratado–continuamos peregrinando confiando en las promesas de Dios. Estamos llamados a resistir desde la luz del Evangelio. Estamos llamados a recuperar el profetismo apocalíptico para derribar con valentía los enormes muros de la división y ambición. Estamos llamados a sumarnos al clamor de justicia, mas no de venganza, de todo un pueblo que no pierde la esperanza y se reviste de valor.
Como Iglesia nicaragüense vivimos en un tiempo apocalíptico de luchas y resistencias constantes por mantener viva y firme nuestra fe y convicciones, pero también tenemos el desafío de reinventarnos y ser creativos para seguir acompañando la vida y la fe de tantas personas de buena voluntad que encuentran su fuerza en Jesús. Nos toca continuar sembrando la semilla del proyecto de vida de Jesús, su reino y su verdad en medio de la furia despiadada de personas que han olvidado su bondad y prefieren maltratar en vez de amar.
Continuamos confiando y creyendo que no estamos solos ni solas, Jesús va delante de nosotros, guiándonos a través de este difícil tramo de nuestras vidas.
Esperamos con esperanza contra toda desesperanza.