El padre Heiner Dresen bendice a una pareja del mismo sexo en Geldern, Alemania, el 6 de mayo de 2021. El 18 de diciembre, el Vaticano publicó una declaración sobre la posibilidad de bendecir a parejas en uniones irregulares y del mismo sexo. Los funcionarios han afirmado que esta política no cambia de ninguna manera la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio. (Foitoi: OSV News/KNA/Rudolf Wichert)
Mientras el mundo entero se preparaba para celebrar el nacimiento del Príncipe de la Paz, el papa Francisco inquietó al mundo al dar a conocer el documento Fiducia Supplicans, sobre el sentido pastoral de las bendiciones. Al aprobar esta declaración del Dicasterio de la Doctrina de la Fe (DDF), Francisco permite a los sacerdotes bendecir a los divorciados, a las personas que mantienen relaciones homosexuales y a las parejas que se han vuelto a casar civilmente.
En un avance revolucionario y con la aprobación de Francisco, el Vaticano anunció que "los sacerdotes católicos romanos pueden administrar bendiciones a parejas del mismo sexo siempre que no formen parte de los rituales o liturgias regulares de la Iglesia". Además, afirmó que los sacerdotes "no deben impedir o prohibir la cercanía de la Iglesia a las personas en las situaciones en la que puedan buscar la ayuda de Dios a través de una simple bendición".
Después de leer esta noticia, me acordé de este dicho feminista: "Los hombres de calidad no temen a la igualdad".
El gesto de inclusividad del papa Francisco fue el más elocuente sobre el verdadero significado de la sinodalidad: la escucha. Su disponibilidad para escuchar es un arte que puede sanar el corazón humano. Ha comenzado a tejer unidad en el pueblo de Dios escuchando a cada miembro de la Iglesia para entender cómo Dios podría estar hablando y escuchando a cada criatura.
"Al bendecir a parejas del mismo sexo, el papa Francisco ha escuchado el clamor de los pobres y marginados": Hna. Margaret Gonsalves
Escuchó a los sacerdotes y religiosas que trabajan por la aceptación de las personas LGBTQIA —aquellos que son lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, queer, intersexuales o asexuales—. Este es un signo tangible de la valentía del papa Francisco para acoger a los fieles marginados que la Iglesia hace mucho perdió. Su valentía servirá de catalizador para más cambios sociales.
Los conservadores quizá no entiendan bien los esfuerzos de Francisco. ¿Está construyendo su propia Iglesia? Por supuesto que no. Al mismo tiempo, claro que sí. Está visitando de nuevo la visión del Concilio Vaticano II, que imaginó a la nueva Iglesia como el "magisterio de los pobres" en los márgenes.
El reconocido teólogo y sacerdote jesuita de Sri Lanka Aloysius Pieris afirmó algo similar en su libro de 2019 Ayudando a Francisco a renovar la Iglesia. "Este Papa no está haciendo nada nuevo. Su visión-cum-misión es la implementación del mandato del Vaticano II de originar un proceso ininterrumpido de renovación espiritual y pastoral de la Iglesia, según el espíritu del Evangelio de Jesús”, escribió.
Pieris argumenta en el libro que el papa Francisco "está decidido a eliminar la barrera teológica que ha distanciado al magisterio de las masas, la barrera de clase que separaba a los pastores de las ovejas, la barrera lingüística que se interponía entre la Iglesia y el mundo, y la barrera de la parcialidad que obstruye tanto el ecumenismo como la colaboración interreligiosa".
A mi entender, el consagrado (profeta) llega a este planeta con una visión clara: la capacidad de anunciar esa visión con eficacia tanto a los poderosos como a la gente de los márgenes, y está dispuesto a pagar el precio. En palabras sencillas, el papa Francisco está relanzando la renovación pastoral y espiritual de la Iglesia, prevista por el Concilio Vaticano II; y su valentía se aprecia en la redención de la teología fracasada que, según Pieris, es "pastoralmente improductiva y espiritualmente estéril".
Al bendecir a parejas del mismo sexo, el papa Francisco ha escuchado el clamor de los pobres y marginados. Su enfoque evangélico está definitivamente orientado a recuperar una Iglesia centrada en Cristo y en igualdad, en lugar de una centrada en el poder y controlada por las riquezas.
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La firmeza de Francisco es el reconocimiento del Cristo cósmico que impregna todo el universo y lo contempla todo como consagrado, tal como lo imaginó santa Catalina de Siena, en el siglo XIV, cuando dijo: “Todo ha sido consagrado. Lo saben las criaturas del bosque, lo sabe la tierra, lo saben los mares, lo saben las nubes, como lo sabe el corazón lleno de amor. ¡Qué extraño que un sacerdote nos robe este conocimiento y luego se otorgue a sí mismo la capacidad de santificar lo que ya estaba santificado!".
Al igual que el miedo no tiene valor en sí mismo, el valor no tiene valor moral en sí mismo. Existe el coraje amoral: pícaros malintencionados, extremistas, asesinos. Si tengo que añadir un adjetivo a la valentía del papa, lo añadiría como valentía moral. Jesús, el profeta por excelencia, proclama que el tiempo es ahora: el tiempo del reino de Dios. Ahora es el momento de atender la llamada de la valentía.
Desde que me uní a la vida religiosa, para cada gran ocasión he escuchado una canción: "Hace falta valor para ser sincero". La letra de esa canción es relevante aquí:
Hace falta valor para responder a una llamada.
Hace falta valor para darte del todo.
Se necesita valor para arriesgar tu nombre...
Se necesita valor para atreverse a lo que nadie se atreve.
Para estar solo y dispuesto a jugársela por el bien de otro, hace falta valor...
En este momento en que la Iglesia atraviesa tiempos turbulentos, el papa Francisco, con su valentía consagrada, anima a muchas personas a tener el valor de decir la verdad a los poderes fácticos. Esta valentía, que nace únicamente de la compasión y de la obediencia a Dios, es contagiosa. Hay verdadero coraje en arriesgar voluntariamente el propio nombre y la propia reputación.
El acto de valentía de Francisco nunca dejará de inspirar una resistencia ética a la injusticia que marcará el comienzo de nuestra nueva era, que será conocida como un movimiento en la esperanza.
Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 11 de enero de 2024.