La Hna. María Cecilia Neil abraza a otra miembro de las Hermanas Dominicas de Santa Cecilia el 24 de julio de 2023, en la Catedral de la Encarnación en Nashville, Tennessee, donde 10 de ellas hicieron su profesión final. (Foto: OSV News/Tennessee Register/Rick Musacchio)
Nota de la editora: 'Vida Religiosa en Evolución', nueva serie de Global Sisters Report, explora cómo las hermanas católicas se están adaptando a las realidades de las congregaciones en transición y a las nuevas formas de vida religiosa. Aunque escribimos a menudo sobre estas tendencias, esta serie en particular se enfoca con más detalle en las esperanzas de las hermanas para el futuro.
¿Cuál podría ser el futuro de la vida religiosa, especialmente el de las hermanas, a medida que se hace más evidente que muchas de sus comunidades dejarán de existir, al menos en su forma actual? Aunque nadie lo sabe realmente, cabe esperar que la evolución de estas mujeres y sus comunidades pase de una etapa institucional del desarrollo humano, como la denomina Robert Kegan en The Evolving Self, a una una etapa interindividual. La nueva etapa se basará en las relaciones interpersonales junto con la concepción de uno mismo como individuo único.
Durante siglos, las religiosas se han concebido a sí mismas principalmente como miembros de comunidades basadas en instituciones. Había instituciones en las que vivían, como sus grandes conventos y casasmadre; y otras que fundaban, gestionaban y patrocinaban, como sus hospitales, escuelas y orfanatos. Además de estas sólidas instituciones, sus vidas y sus comunidades estaban guiadas por documentos y tradiciones tanto en asuntos eclesiales como en sus relaciones culturales.
Los detalles de sus vidas estaban definidos por el Derecho Canónico, las reglas de fundadoras y fundadores, las constituciones que caracterizaban su pertenencia a grandes órdenes religiosas y las directrices de quienes ejercían la autoridad, junto con las decisiones que tomaban comunitariamente. Hasta hace poco, por ejemplo, se les decía cómo debían vestir, dónde podían vivir, cómo debían restringir el acceso a sus viviendas y cómo debían tomar las decisiones comunitarias.
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Como consecuencia, tendían a considerarse miembros de un grupo específico, como una hermana de San Francisco de la Adoración Perpetua de Colorado Springs [por ejemplo]. Como tales, podían dormirse en los laureles de sus impresionantes ministerios comunitarios. La mayoría de los católicos y no católicos las tenían en alta estima. Gozaban de respeto por sus valores íntegros, sus aspiraciones comunitarias y su notable eficacia en la mayor parte de lo que hacían a través de sus fundaciones.
Sin embargo, las cosas cambiaron a medida que las sociedades evolucionaron y muchas instituciones gubernamentales y sociales se volvieron menos viables o cayeron en el descrédito. En consecuencia, las religiosas, al igual que muchos miembros de otras instituciones, están ahora llamadas a evolucionar hacia una etapa de desarrollo posinstitucional.
Para que se produzca esta evolución, las religiosas tienen que renunciar conscientemente a lo que ya no 'funciona'. Aunque pueden conservar algunos aspectos de sus estilos de vida distintivos, como sus votos y carismas, tienen que sustituir sus expresiones tradicionales. Tienen que abrazar lo que es diferente y poco familiar y, como consecuencia, una amenaza para su propia identidad. Tienen que pasar de su antiguo 'hogar' psicológico a uno nuevo basado principalmente en la interdependencia y la interindividualidad.
Esta empresa afectará a su forma de dar sentido a las cosas. Exigirá un pensamiento diferente diseñado para dar explicaciones plausibles —y, por tanto, estabilizadoras— de lo que ocurre dentro de ellas y a su alrededor. Las religiosas deben adoptar nuevas actitudes que les afectan a niveles emocionales profundos. Es probable que experimenten miedo y una dolorosa depresión, junto con retos relacionados con la forma de expresar su frustración y su ira. Esta última no podrá 'guardarse para sí' y procesarse interiormente, como en el pasado. Tendrá que procesarse tanto individual como comunitariamente. Tendrá que encontrar expresiones externas sanas y cuidadosamente diseñadas.
Así pues, el cambio de un nivel de desarrollo institucional a otro interindividual afectará al comportamiento de las religiosas. Ya no podrán desempeñar algunos de los roles que han utilizado para definirse a sí mismas. Tendrán que aprender y actuar de acuerdo con otros nuevos. Tendrán que desempeñar nuevas funciones que respondan a las necesidades de los tiempos: las de los demás y las suyas propias. Tendrán que disminuir su dependencia de las normas y leyes que definen quiénes son y lo que hacen o dejan de hacer. En su lugar, basarán esas definiciones y decisiones en situaciones y circunstancias personales e interpersonales: lo que parezca factible, realista y apropiado en un momento y lugar determinados. Podrían abrir sus residencias a los laicos, por ejemplo, si eso es lo mejor para ellos y para los demás.
La Hna. Marilyn Baker, miembro de las Hermanas de la Providencia de Santa María de los Bosques, en el oeste de Indiana, habla con Maddie Kervick de la Diócesis de Springfield, Massachusetts, el 16 de noviembre de 2023, en el Centro de Convenciones de Indiana en Indianápolis. Estaban allí para la Conferencia Nacional de la Juventud Católica, un evento bienal que atrae a 12 000 adolescentes católicos de todo el país. (Foto: OSV News/The Criterion/Sean Gallagher)
Desde otra perspectiva, las decisiones de las religiosas se basarán en el instinto, así como en el buen juicio relacionado con la forma de amor que necesitan en una circunstancia concreta las personas concretas en esa circunstancia. Se basarán en el discernimiento realizado por todos los implicados.
En The Achieving Society, David McClelland explica que el paso a la etapa interindividual de desarrollo consiste en dejar de lado la orientación al logro y abrazar la orientación a la intimidad: confiar menos en lo que se 'hace' y más en lo que uno 'es' —o 'podría ser'—. Se trata de asumir la autoridad interna en lugar de depender de la externa. Se trata de ser fiel a uno mismo más que a un modo de vida regulado. Se trata de asumir la responsabilidad personal de cómo una piensa y, por tanto, actúa. No se puede escapar al "mis decisiones y mi comportamiento han sido determinados por tradiciones respetables y leyes objetivas. Debo hacer lo que hago sin tener en cuenta las necesidades de otras personas, de hecho de toda la creación".
Este movimiento implica un importante cambio de paradigma. Si las religiosas realizan este cambio, lograrán la integración de autonomía e intimidad, característica que define la etapa interindividual del desarrollo humano. Alcanzarán un nivel de madurez poco frecuente en la historia de la humanidad. Pasarán de un sistema cerrado de autosuficiencia y suficiencia grupal a un "proceso más abierto y dialéctico que implica la contextualización", como escribieron Carol Gilligan y JM Murphy. Sus estilos de vida se caracterizarán por el pensamiento y el diálogo 'ambos' frente a las polaridades del pensamiento, 'o lo uno o lo otro', y la imposición de normas objetivas.
De hecho, este cambio de paradigma consiste en estar psicológicamente cerca de los demás, así como en poner a los demás 'y a uno mismo' por encima de la ley y el orden, sin ser impermeable a ellos. Seguirán informando a las religiosas, pero no será la última palabra de lo que hacen y de cómo se definen a sí mismas. En consecuencia, esto marcará una profunda diferencia en cómo ellas y los demás experimentan la vida religiosa. Todos los implicados serán amados tan auténticamente en un contexto dado que 'se sentirán' amados. El amor dejará de ser principalmente una buena intención o una abstracción. Esa es la buena noticia.
"¿Cuál podría ser el futuro de la vida religiosa, especialmente el de las hermanas, a medida que se hace más evidente que muchas de sus comunidades dejarán de existir, al menos en su forma actual?": Hna. Judith Schaeffer
Lo que no es tan buena noticia es que las religiosas no estarán necesariamente 'seguras' de hacer 'lo correcto', como podían estarlo en el pasado. Pero es justo decir que llegarán a conocer al Jesús de Nazaret histórico y su presencia entre nosotros como el Cristo cósmico con formas nuevas y muy vivificantes. Además, experimentarán nuevas formas de integridad basadas en ser fieles a sí mismas, a aquellos con quienes colaboran y a toda la creación.
En efecto, todo el pueblo de Dios podrá dar testimonio de que el Hijo de Dios sigue estando entre ellos. Podrán decir: "Lo sabemos por haber sido hallados dignos de amor y preocupación genuinos en las exigentes y peligrosas circunstancias actuales. No cabe duda".
Esto irá acompañado de que las religiosas cuiden mejor de sí mismas como personas reales y no como miembros ideales de instituciones eclesiásticas y sociales que las han usado —incluso cuando ellas permitieron que las usaran— para el servicio de 'todos'.
¿Elegirán las religiosas pasar conscientemente de un nivel de desarrollo institucional a otro interindividual? A juzgar por su seriedad, sinceridad e integridad a lo largo de los siglos, probablemente sí. Hasta ahora, su trayectoria de adaptación a lo que Dios les pide en cada momento es impresionante.
Nota: Este artículo fue publicado originalmemte en inglés el 5 de febrero de 2024.