Cuando las alas de los migrantes reposan en Bantabá

Fátima Santaló-Osorio, tercera por la izquierda en la fila superior, con hermanas, voluntarios, y migrantes del Proyecto Bantabá en Almería, España. (Foto: cortesía Fátima Santaló-Osorio)

Fátima Santaló-Osorio, tercera por la izquierda en la fila superior, con hermanas, voluntarios, y migrantes del Proyecto Bantabá en Almería, España. (Foto: cortesía Fátima Santaló-Osorio)

Nota de la editora: La serie Acogiendo al Extranjero de Global Sisters Report examina más de cerca a las religiosas que trabajan con inmigrantes o migrantes. Las entregas presentan a hermanas y organizaciones que colaboran en red para servir mejor a quienes cruzan las fronteras, exploran las tendencias migratorias mundiales y abordan el tema de la inmigración en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

Rosa llegó a España como la mayoría de los latinoamericanos que viajan con el propósito de encontrar un trabajo que les proporcione ingresos para poder enviar remesas a sus países de origen. El dinero permitiría a sus familiares vivir un poco más desahogados, pagar deudas y, además, dar a sus hijos la posibilidad de acceder a unos estudios que les proporcionen más oportunidades que las que estas personas han tenido.

Ella viajó desde su país confiada en que una conocida la recibiría a su llegada y la ayudaría en esos primeros momentos tan difíciles en los que hay que conocer a otras personas, otra cultura, otras costumbres.

Cuando una mujer llega a la aduana viene con la 'lección aprendida', porque las preguntas y las respuestas están prácticamente memorizadas. En ambos lados saben que no viene de vacaciones sino a trabajar, pero tendrá que esperar tres años hasta conseguir la regularización de su situación. Mientras tanto, se expone a la posibilidad de no encontrar trabajo o a tener que aceptar lo que se le ofrece, aunque las condiciones sean injustas.

Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús apoyan a la creciente población de migrantes que sostiene la agricultura local en El Ejido, Almería, a través del centro socioeducativo Bantabá. 

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Rosa, una migrante acogida en España, y Miren Ajuria, la madre de la autora del artículo. (Foto: Carmen Notario) 

Rosa, una migrante acogida en España, y Miren Ajuria, la madre de la autora del artículo. (Foto: Carmen Notario)  

A Rosa no le contestó el teléfono su compatriota ni el primer día ni el segundo, y acabó durmiendo en la calle, muerta de miedo y sin saber qué hacer; por supuesto, sin mencionar nada a su familia para que no se preocuparan.

Una persona caritativa la llevó al albergue municipal, donde por lo menos podía comer, dormir y asearse, y poco a poco fue conociendo a gente que le ofreció algunas horas de trabajo.

Yo la conocí porque uno de mis hermanos trabaja en ese albergue, y cuando una compañera se enteró de que mi familia buscaba a alguien que pudiera vivir con nuestra madre y atenderla, no dudó en recomendarle a Rosa.

Pronto se cumplirá un año desde que ella está con nosotros. Lo digo así porque se ha convertido en una persona muy querida por todos, especialmente por sus detalles, sensibilidad, cariño y buen trabajo.

Rosa ha tenido suerte, y a pesar de no llevar tres años en el país, a partir del 1 de mayo de 2024 tiene un contrato legal y puede cotizar a la Seguridad Social. 

En España estamos viviendo un largo proceso de regularización de las personas que residen en situación irregular. La proposición legislativa busca regularizar a los migrantes que llevan aquí desde antes de noviembre de 2021. Es una iniciativa popular que se inició ese mismo año y que logró más de 700 000 firmas para llegar al Congreso de los Diputados.

El 9 de abril de 2024, el pleno del Congreso aprobó la toma en consideración de esta iniciativa legislativa popular (ILP) gracias al favor de todos los grupos políticos, excepto Vox, que votó en contra y quedó solo en su postura.

Esta propuesta pide una modificación de la Ley Orgánica 4/2000 sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social, y solicita que "el Gobierno, mediante Real Decreto", establezca, "en el plazo de 6 meses, un procedimiento para la regularización de los extranjeros que se encuentren en territorio español antes del día 1 de noviembre de 2021".

La hermana Fátima Santaló-Osorio con una mujer migrante y su bebé. (Foto: cortesía Fátima Santaló-Osorio)

La hermana Fátima Santaló-Osorio con una mujer migrante y su bebé. (Foto: cortesía Fátima Santaló-Osorio)

En El Ejido, municipio de la provincia andaluza de Almería, vive desde hace 50 años una comunidad de Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús. La hermana Fátima Santaló-Osorio, quien se encuentra allí desde 2015, accedió a contarme el trabajo que realizan y cómo se siente ella en esa realidad.

Desde el principio, las religiosas trabajaron con personas que venían de otras partes de España, me explicó la hermana. A medida que la agricultura intensiva en los invernaderos crecía, comenzaron a llegar personas de Marruecos, Senegal, Guinea Bissau, Ghana, Costa de Marfil, Mali y Mauritania. Hoy en día, estas personas son esenciales para sostener la actividad agrícola que alimenta a Europa.

En 2000, tras escuchar las necesidades de la gente, nació el proyecto Bantabá, que está dirigido a los migrantes que llegan desde muchos puntos del Mediterráneo —prácticamente, la totalidad de personas que acuden están en una situación irregular en España—. En este espacio, voluntarios que acuden en verano, durante 15 días, posibilitan que se pueda impartir clases de español a más de 200 personas. 

Los migrantes también se acercan a Bantabá para pedir consejo e información o para realizar un trámite, y las hermanas cuidan sobre todo la acogida y la relación personal con ellos.

Al respecto, la Hna. Fátima Santaló-Osorio comentó: "Me siento, nos sentimos, en un lugar privilegiado. Realmente el estar aquí —en este lugar, entre todos estos jóvenes, estas mujeres— se nos ha regalado. Habíamos venido para otros… y la llegada de las personas migrantes nos encontró aquí".

Esta religiosa del Sagrado Corazón de Jesús considera que las hermanas de la congregación han sido capaces de conjugar su experiencia educadora con la gran necesidad de  aprender castellano de los migrantes "Pero no solo de aprender, [porque] ofrecemos una segunda oportunidad a tanta gente que en su país no ha cogido un lápiz ni ha tenido un libro entre sus manos. Sobre todo, procuramos que se encuentren bien y vayamos todos juntos procurando construir una sociedad diversa pero integrada. ¡Aunque para esto queda tanto trabajo...!", advirtió.

  • Los migrantes que llegan por el Mediterráneo a España, trabajan en los invernaderos y son fundamentales en la economía agrícola del país. (Foto: cortesía Fátima Santaló-Osorio)

    Los migrantes que llegan por el Mediterráneo a España, trabajan en los invernaderos y son fundamentales en la economía agrícola del país. (Foto: cortesía Fátima Santaló-Osorio) 

  • Embarcación de uno de los migrantes que llegaron a Almería, España. (Foto: cortesía Fátima Santoló-Osorio)

    Embarcación de uno de los migrantes que llegaron a Almería, España. (Foto: cortesía Fátima Santoló-Osorio)

  • A medida que la agricultura intensiva en los invernaderos crecía, comenzaron a llegar personas de Marruecos, Senegal, Guinea Bissau, Ghana, Costa de Marfil, Mali y Mauritania (Foto: cortesía Fátima Santoló-Osorio)

    A medida que la agricultura intensiva en los invernaderos crecía, comenzaron a llegar personas de Marruecos, Senegal, Guinea Bissau, Ghana, Costa de Marfil, Mali y Mauritania (Foto: cortesía Fátima Santoló-Osorio)

Santaló-Osorio también encuentra a Dios en su trabajo con los migrantes: “Señor, estas son mis catedrales; aquí te adoro. Quiero adorarte y reconocerte en todos los hombres y mujeres que dejan su tierra buscando mejores oportunidades; que abandonan a los suyos para poder trabajar y ganarse el pan para ellos y sus familias en un lugar donde no siempre son recibidos, donde los que acogen, los miran con suspicacia y en ocasiones rechazo. Quiero dejarme tocar por la vida de gente que sufre y lucha, y ofrecerme actualizando la entrega de Jesús, para poder junto con mis hermanos de otros lugares, sobrellevar la vida; y aprender de la fortaleza y la generosidad de la que soy a diario testigo para servirles en las pequeñas cosas que por ellos y con ellos hago”.

Las hermanas reconocen que muchas veces se experimenta el deseo de ayudar a personas en situaciones vulnerables y, paradójicamente, quienes terminan beneficiándose son aquellos que brindan la ayuda. Ellas han observado que en este proceso, aquellos considerados 'más pobres' pueden desempeñar un papel fundamental en la evangelización de quienes buscan ayudar.

Quiero compartir con la comunidad de Global Sisters Report algo de la realidad de las personas migrantes en Europa, en concreto en España. Estas son solo unas pequeñas muestras de situaciones que se extienden por muchos países y que nos exigen tomar partido desde lo concreto que podamos hacer.

Cuidar la dignidad de cada persona, denunciar la injusticia y luchar por ofrecer oportunidades reales es tarea de todo cristiano. Caminar con nuestras hermanas y ofrecerles la oportunidad de que lleguen al máximo de su potencial es el privilegio que se nos concede como discípulas del Maestro.

¡Gracias hermanas por vuestro testimonio!