La minoridad de san Francisco en mi caminar misionero

Foto: Pixabay/Hilde Buyse

Foto: Pixabay/Hilde Buyse

Hoy celebramos a san Francisco de Asís y yo escribo como acción de gracias, ya que siendo misionera Verbum Dei reconozco que su vida y su amor por Jesús han influido en mi vocación más de lo que había imaginado.

Desde los inicios de mi vocación he admirado a san Francisco de Asís, y creo que él ha inspirado muchos aspectos del estilo de vida que he intentado  adquirir a lo largo de mi vida misionera.

Cuando iniciaba mi andadura espiritual, tuve la oportunidad de leer un libro titulado Sabiduría de un pobre. Esa lectura me cautivó y me permitió acercarme a la figura de Francisco, tanto en su pobreza material como espiritual. Mientras avanzaba en esas páginas, pude contemplar su forma única de expresar su amor por Jesús y su seguimiento radical..

A mis 18 años, aquellos pequeños descubrimientos empezaron a orientar mi caminar misionero hacia el anhelo de imitar a Jesús: sencillo, pobre y humilde.

A partir de entonces, valores como la pobreza, la austeridad, el servicio y la fraternidad comenzaron a resonar profundamente en mí, convirtiéndose en pilares de mi consagración y misión. Aunque reconozco que estoy a años luz de la pobreza evangélica vivida por Francisco y muy lejos de su identificación con Jesús, sigue siendo uno de mis santos favoritos, a quien he acudido en muchos momentos difíciles de mi vocación.

"La 'minoridad' me ha ayudado a entender el deseo de sentirme hermana de todos, la cercanía como un valor y el vivir en medio de los pobres sin buscar un trato especial por ser religiosa": Hna. Nancy Mancera 

Tweet this

En una ocasión, tuve la oportunidad de visitar Asís, y lo que más me impactó de ese lugar fue el ambiente espiritual que se respira. Es asombroso cómo una persona como Francisco, que siguió a Jesús de todo corazón y de manera tan radical, sigue atrayendo a la humanidad a caminar tras las huellas del Maestro. Esto continúa ocurriendo, a pesar del paso del tiempo, aunque aún no alcancemos a comprender plenamente lo que él vivió para seguir a Jesús de esa manera. Asís es un lugar al que millones de personas acuden para 'tocar' y 'respirar' un poco de la santidad de Francisco, con el deseo de aprender de él a amar mejor a Jesús.

Aunque la figura de Francisco me ha influido profundamente y siento una gran  admiración por su vida, no he tenido muchas oportunidades de estar cerca de comunidades franciscanas. Sin embargo, agradezco enormemente los últimos tres años y medio que viví cerca de una parroquia franciscana en Ciudad de Guatemala. Allí apoyé, con mi carisma, a los frailes en su labor pastoral. Los miembros de la Orden de Frailes Menores me mostraron el rostro cercano de Francisco. Fue en ese entorno donde conocí una palabra que me encantó: 'minoridad'. Es un término cuya profundidad voy comprendiendo cada vez más.

La minoridad genera fraternidad, ya que cuando uno aspira a ser el menor 'no compite' por ocupar el primer lugar o por destacar. Simplemente, se es hermano de todos. La minoridad facilita que un sacerdote o una religiosa se acerquen a su pueblo, atiendan a su comunidad, no busquen privilegios, y prefieran ser llamados 'fray' en lugar de 'padre'.

La palabra minoridad me ha ayudado a entender muchos aspectos que san Francisco selló en mi vocación: el deseo de sentirme hermana de todos, la cercanía como un valor y el vivir en medio de los pobres sin buscar un trato especial por ser religiosa. Me agrada compartir tanto con los más necesitados como con personas adineradas, sin valorarlas por su estatus social o apariencia... simplemente, hermana de todos.

La minoridad me invita a ubicarme entre los adolescentes como una amiga en Cristo, a dialogar con los ancianos con aprecio y respeto, sin que me cansen. Es interesante vivir en ese lugar 'menor', que no es codiciado por nadie, tal como nos enseñó Jesús: "El que quiera ser el primero, que se haga el último, y el que quiera ser grande, que sea el servidor de todos" (Cfr. Mc 9).

No siempre es fácil vivir ese espíritu de minoridad, pero la vida nos regala innumerables oportunidades para identificarnos con Cristo, pobre y humilde... ¡Solo hay que aprender a reconocerlas y no dejarlas pasar! Ese es el camino que recorrió nuestro querido san Francisco. Mi anhelo es que esta celebración nos lleve, tanto a ti como a mí, a amar a Jesús con un profundo deseo de identificarnos con Él en su minoridad, como hizo san Francisco, hasta poder decir cada vez más: "Me sé de memoria a Cristo crucificado".