Cristo y el joven rico, pintura de Heinrich Hofmann. (Foto: cortesía www.bible.gallery)
«Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?". Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios. Ya sabes los mandamientos: no mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre". Él, entonces, le dijo: "Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud" Jesús fijando en él su mirada, le amó y le dijo: "Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme". Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Jesús mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: "¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!". Los discípulos quedaron sorprendidos al oír estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: "Hijos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de Dios". Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: "Y, ¿quién se podrá salvar?". Jesús, mirándolos fijamente dice: "Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios". Pedro se puso a decirle: "Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido". Jesús dijo: "Yo les aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio quedará sin recibir el ciento por uno; ahora en el presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna"». (Mc 10, 17-30)
La parábola del hombre rico ha servido de referencia para mostrar la dificultad del seguimiento de Jesús por lo mucho que se exige. En parte, esta idea se desprende del texto, pero profundizándolo más, podemos encontrar otros aspectos. Notemos que en este Evangelio de Marcos no se dice que sea un joven. Quien lo dice es la versión de Mateo. Lucas tampoco lo dice. Pero ese dato de Mateo ha servido para darle esa connotación vocacional y motivar a los jóvenes al seguimiento de Jesús invocando que, al no hacerlo, la tristeza será la consecuencia de su decisión. Ahora bien, el texto no solamente está destinado a los jóvenes o a la vida religiosa sino al seguimiento de Jesús en la vida de todo cristiano.
El diálogo entre este hombre y Jesús nos permite afirmar que toda persona ha de vivir las normas éticas o morales —es decir, los mandamientos—, para garantizar el bien común con todo lo que ello implica: respeto a las personas, honestidad, fidelidad, coherencia, etc. Pero el seguimiento significa mucho más y es lo que Jesús le propone a este hombre: "Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Luego sígueme". La vida cristiana supone una lógica distinta a la que rige en las sociedades; estas, buscando ser justas, dan a cada uno lo que le corresponde y velan porque haya una convivencia adecuada entre todos los miembros (nos referimos a lo que debería ser la sociedad, aunque no siempre se cumpla en la práctica).
"El Evangelio de hoy va más allá de la tradicional llamada vocacional. El seguimiento supone el mismo camino de Jesús, el amor al estilo de Dios, la opción decidida por los últimos de cada tiempo presente": teóloga Consuelo Vélez
Pero la vida cristiana sigue la lógica del reino de Dios anunciado por Jesús: ponerse del lado de los últimos, garantizar, en primera instancia, la vida de los más necesitados; no poner el corazón en la seguridad del propio bienestar sino en el compartir para que nadie pase necesidad. Precisamente esto es lo que Jesús le propone a este hombre: deja la lógica de que la bendición de Dios viene con la riqueza abundante —creencia del pueblo judío— y entra en la lógica del no acumular, del no poseer, sino del compartir y ponerse siempre del lado de los últimos. Esta propuesta no logra calar en el corazón de aquel hombre, como sigue sin calar en el corazón de tanto cristiano que tiene una vida honesta y es buen ciudadano, pero no se arriesga a vivir la lógica de Dios, la lógica del reino, la lógica de amor por encima de toda ley, toda norma, toda doctrina, toda organización.
En este relato, los discípulos, espectadores de aquel suceso, escuchan de Jesús la confirmación de la dificultad para el seguimiento: es muy difícil para los que tienen riquezas entrar al reino de Dios, y pone el ejemplo de la imposibilidad de que un camello pase por el ojo de una aguja. No importa tanto buscar qué significa este ejemplo sino lo que quiere mostrar: el reino implica la opción por la verdadera riqueza, que es el amor al estilo de Dios, y esto la mayoría de personas no acaba de entenderlo.
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Tal vez los discípulos, queriendo reafirmar que sí están en el camino del seguimiento, le dicen a Jesús que ellos lo han dejado todo y le están siguiendo. Y Jesús parece aprovechar la conversación para seguirles insistiendo en qué consiste el seguimiento. Aquellos que han dejado todo, recibirán todo, pero con una diferencia muy importante: los discípulos han dejado padre, madre, bienes, etc., y recibirán el ciento por uno en madres, bienes, etc., pero no recibirán ‘padres’, porque el único padre es Dios y todos son hermanos y hermanas. Además, recibirán 'persecuciones'.
En conclusión, el Evangelio de hoy va más allá de la tradicional llamada vocacional. Significa seguir ahondando en el verdadero seguimiento de Jesús: disponibilidad para poner todo al servicio de la fraternidad/sororidad, comenzando por los últimos, conscientes de que la vivencia de un amor así trae la persecución por parte de todos aquellos que están acomodados en los valores necesarios para la convivencia social y religiosa, pero no acaban de entender que el seguimiento supone el mismo camino de Jesús, el amor al estilo de Dios, la opción decidida por los últimos de cada tiempo presente. Y esto, ¡es mucho más!