La Hna. Olha Ladzhun, a la izquierda, y la Hna. Emanujila Vishka aparecen en una foto tomada en enero de 2024. (Foto: cortesía Emanujila Vishka)
No es inusual que las religiosas vivan más de un siglo. A menudo impresionan a los miembros más jóvenes de sus comunidades por sus vidas, que suelen ser turbulentas y dinámicas, y por su profundo deseo de llevar una vida plena. Si bien, esta afirmación puede ser cierta en cualquier parte del mundo, la intensidad de los desafíos se multiplica exponencialmente si alguien tuvo la suerte (o la desgracia) de nacer en lo que Timothy Snyder llama "tierras de sangre", una región que abarca lo que es hoy Polonia, Ucrania, Bielorrusia, Rusia y los países bálticos.
La hermana Olha Ladzhun, una religiosa basiliana de 105 años, ha vivido un siglo junto a las Hermanas Basilianas, lo que la hace especial. Nació en Rus'ki Komarivtsi, cerca de Uzhhorod, en Transcarpatia. A lo largo de su vida, esta región pasó de un régimen a otro, siendo parte de varios países (Checoslovaquia, Hungría, la Unión Soviética y Ucrania). Cuando era niña, la hermana Olha (en ese entonces llamada María) perdió a su padre durante la Primera Guerra Mundial y a los 5 años, junto a su hermana mayor Yelisaveta, fue llevada al orfanato de las Hermanas Basilianas de Uzhhorod.
La pequeña María, una huérfana ucraniana de la Iglesia católica oriental de Transcarpatia y miembro de la Iglesia clandestina de las Hermanas Basilianas bajo el régimen comunista de la Unión Soviética, pertenecía a los grupos de supervivencia más vulnerables de su época y tenía mínimas probabilidades de sobrevivir. Sin embargo, logró superar las duras condiciones de aquellos tiempos de guerra. Se graduó en un seminario pedagógico femenino en Uzhhorod y más tarde estudió biología en la Universidad de Szeged (Hungría). Se convirtió en hermana basiliana y profesora de biología, siendo una madre espiritual para muchos fieles. Sobrevivió tanto a Stalin como a Hitler, y esperamos que también vea la caída del régimen de Putin.
La Hna. Olha Ladzhun, sentada, es fotografiada en la comunidad basiliana de Khust, Ucrania, junto con miembros del equipo de liderazgo general en enero de 2024. (Foto: cortesía Emanujila Vishka)
Su vida no se trata solo de supervivencia. Es una profunda vida cristiana y consagrada, llena de amor por los niños, los jóvenes y todos aquellos que son vulnerables y perseguidos. La hermana Olha sigue viviendo con la firme intención de preservar y cultivar la identidad de su pueblo, a pesar de las feroces fuerzas que intentaron arrebatársela a ella y a muchos otros.
Ella es un testimonio vivo de un siglo XX turbulento en las llamadas "tierras de sangre" y de un cuarto del siglo XXI que tampoco promete ser más fácil. Cuando visité a la hermana Olha Ladzhun en enero de 2024, me impresionó su capacidad para llevar la vida normal de una hermana. Acude a las oraciones, lee sin gafas, y canta con claridad y fortaleza. Luego, se sirve el mismo desayuno que cualquier otro miembro de la comunidad. Usa una silla de ruedas, pero puede caminar si alguien la acompaña.
La Hna. Olha Ladzhun, primera a la izquierda, aparece en la foto de los votos perpetuos de 1974 de la Hna. Julianna Dzhuhan (Foto: cortesía Hermanas Basilianas de la Provincia de la Santísima Trinidad, Ucrania)
La hermana Olha es una mujer con muchos recuerdos profundos, algunos de ellos muy tristes y dramáticos, ya que la vida, de alguna manera, siempre la retó a crecer, a ir más allá y a profundizar.
Enseñar biología y dar su amor a los más jóvenes, manteniéndose fiel a su vocación a pesar de las persecuciones y la represión del régimen comunista, llevó a la hermana Olha a convertirse en una presencia orante, sanadora y dadora de vida en el mundo.
No es necesario idealizar a la hermana Olha por su edad o su historia. Su proceso de aprendizaje continúa, y Dios aún tiene planes para su vida. Hoy puedo compartir mi visión de su misión: es una testigo viva de innumerables desastres y bendiciones en Transcarpatia, Ucrania, y en las "tierras de sangre". Su vida misma se convierte en un punto focal que reúne las historias de su pueblo en una sola narrativa.
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Ahora vive en la comunidad basiliana de Khust, en un entorno lleno de afecto y cariño. La hermana Olha lo agradece profundamente. le he oído repetir varias veces: "¡Qué amables son las personas con las que vivo ahora!".
Al escuchar su voz amable y observar la forma en que expresa sus pensamientos, sé que esta es mi oportunidad de vislumbrar una época que solo conozco a través de libros y películas.
Lo que aprendo de su ejemplo de vida es que los poderes crueles de este mundo siempre pasan, pero el amor permanecerá para siempre.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 23 de julio de 2024.