Un grupo de misioneras brasileñas dijo haber dejado su misión el 3 de julio en Nicaragua, convirtiéndose en la más reciente comunidad de religiosas en irse del país donde algunos católicos enfrentan una creciente persecución por parte del Gobierno.
Las Hermanas Pobres de Jesucristo publicaron una “nota oficial” en Facebook, anunciando la salida de la comunidad de Nicaragua y su llegada a El Salvador, junto con fotos que muestran a las hermanas bajando de un autobús cargando un crucifijo y luego posando para una foto junto a una estatua de Miguel Arcángel, uno de los santos patronos de la orden.
“Queremos por medio de este comunicado manifestar nuestra gratitud por los siete años de misión en tierras de Nicaragua, agradecemos la acogida de la Iglesia y del Pueblo durante ese tiempo que nuestro carisma permaneció en el país sirviendo a los pobres en sus múltiples rostros”, dice el comunicado publicado en español y portugués en la página Fraternidade O Caminho.
Las Hermanas Pobres de Jesucristo publicaron una “nota oficial” en Facebook el 3 de julio anunciando la salida de la comunidad de Nicaragua y su llegada a El Salvador. (Foto: cortesía de las Hermanas Pobres de Jesucristo, vía Facebook)
Una nota de la agencia de noticias EFE publicada el 3 de julio en La Prensa Gráfica, uno de los diarios nacionales de El Salvador, dice que la comunidad esperaba salir de Nicaragua la semana del 9 de julio, siguiendo la experiencia de otras comunidades religiosas con misioneros extranjeros que no han sido autorizadas por el Gobierno para renovar su residencia legal.
Las hermanas no dicen en el comunicado qué fue lo que aceleró su partida y solo mencionan que agradecen “a todas las consagradas, laicos, jóvenes, bienhechores y amigos que construyeron” con ellas “la misión haciendo posible llevar Cristo a Los pobres”, y agregan que “con estos sentimientos” informan que sus “ hermanas fueron enviadas a la misión de El Salvador para continuar su misión”.
Hace casi un año, a fines de junio de 2022, 18 Misioneras de la Caridad, la orden fundada por Santa Teresa de Calcuta, fueron expulsadas del país y se refugiaron en Costa Rica. Muchas de ellas eran originarias de la India, pero al menos una era de nacionalidad nicaragüense.
En marzo de 2023, hermanas trapenses de Argentina, que llevaban 22 años en Costa Rica, anunciaron que se iban de Nicaragua por falta de vocaciones. Poco después de la partida de las hermanas, el Gobierno confiscó sus propiedades, algo que experimentaron casi todas las comunidades expulsadas.
Tras la partida de las trapenses, dos Hermanas Dominicas de la Anunciata regresaron a su natal Costa Rica a mediados de abril tras ser expulsadas, dijeron funcionarios de la Diócesis de Tilarán-Liberia que las acogieron.
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Las hermanas católicas no son las únicas en la Iglesia católica que han sufrido persecución por parte del Gobierno del presidente Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, quien también es la vicepresidenta del país.
Uno de los obispos del país está exiliado en Miami y otro, el obispo Rolando Álvarez, de la diócesis de Matagalpa, fue sentenciado en febrero a 26 años tras ser acusado de traición a la patria. La agencia de noticias Reuters reportó el 5 de julio que el obispo fue liberado el 4 de julio. El exiliado obispo Silvio Báez, auxiliar de Managua, dijo en un tuit del 5 de julio no saber información sobre la posible liberación de Monseñor Álvarez. Otros informes dicen que el cardenal Leopoldo José Brenes, arzobispo de Managua, negó el 5 de julio que el obispo haya sido liberado.
Igual que otros cientos de nicaragüenses que no están de acuerdo con el Gobierno de Ortega, incluidos muchos estudiantes de universidades católicas, sacerdotes que han huido y laicos disidentes, ambos obispos fueron despojados de su ciudadanía.
La tensión actual entre la Iglesia católica y el Gobierno comenzó en abril de 2018 después de que templos y otras propiedades de la Iglesia abrieran sus puertas a opositores al Gobierno heridos durante enfrentamientos con fuerzas y otros grupos progubernamentales. Para entonces, la relación entre los obispos del país y el Gobierno se había deteriorado.
Representantes de la vida religiosa de Nicaragua no asistieron a una reunión, a principios de junio, de la junta directiva de la Confederación de Religiosos de América Latina y el Caribe, o CLAR, en Lima, Perú, por temor a que no se les permitiera ingresar de nuevo a su país, dijo la organización. Las celebraciones de Semana Santa fueron muy limitadas y se celebraron principalmente en los interiores o muy cerca de las iglesias del país este año.