La Hna. de la Misericordia Ángela Pérez, originaria de Guam, posa para una foto el 6 de octubre fuera del Aula Pablo VI antes del comienzo del tercer día del Sínodo de los Obispos en la Ciudad del Vaticano. Ver al papa en una mesa redonda, al igual que el resto de participantes, le da la sensación de estar presenciando el "desmantelamiento de la jerarquía", le explicó a Global Sisters Report. (Foto: GSR/Rhina Guidos)
En el tercer día del Sínodo de los Obispos, la Hna. de la Misericordia Ángela Pérez, originaria de Guam, se dirigió al Aula Pablo VI en la Ciudad del Vaticano el 6 de octubre como si fuera un día normal de trabajo.
Dado que nunca antes se había permitido a las mujeres participar en este tipo de sínodos como miembros de pleno derecho, declaró que no tenía ningún punto de referencia, nada con lo que compararse. Sin embargo, por normal que pueda parecer la reunión, también es consciente de que hay algo diferente e histórico.
"Estoy experimentando y presenciando el desmantelamiento de la jerarquía", afirmó ante Global Sisters Report, describiendo la escena en el interior del aula sinodal, donde cardenales, obispos, laicos católicos jóvenes y mayores y religiosas como ella se sientan juntos en mesas redondas, sin distinciones jerárquicas.
El papa Francisco, al igual que los otros 460 participantes del Sínodo, está sentado también en una mesa redonda: el jefe de la Iglesia católica es tratado, más o menos, como cualquier otra persona de la sala.
"Me recuerda a cuando tenemos nuestro capítulo las Hermanas de la Misericordia, [porque] así es como nos reunimos. Y el hecho de que el papa esté sentado en círculo en una de esas mesas con los demás participantes es muy positivo", le declaró a GSR.
Asimismo, la Hna. Iris Altagracia González, de la República Dominicana y miembro de la Congregación de las Hijas de Jesús, señaló que enseguida se dio cuenta de que, a pesar de todos los procedimientos aparentemente normales, ella también notaba que algo era diferente.
"Llegué siendo muy inocente, estando tranquila", le relató a GSR el 6 de octubre. "Y luego, después de estar aquí, me di cuenta de toda la enormidad, de que estoy asistiendo a algo realmente histórico, verdaderamente significativo para la iglesia. Creo que este no es un sínodo como los demás", agregó.
La Hna. Iris Altagracia González dirigiéndose al aula Pablo VI del Vaticano el 6 de octubre, tercer día del Sínodo de los Obispos. González, de la Congregación Hijas de Jesús, declaró que el Sínodo supone volver a centrarse en Jesús y no en las normas de la Iglesia. (Foto: GSR/Rhina Guidos)
Para ella resulta desconcertante oír a personas ajenas al Sínodo expresar su preocupación por lo que se está debatiendo, ya que cree que lo que está teniendo lugar es en gran medida una conversación, una escucha de uno mismo, de los demás y de Dios.
"Tengo la sensación de que estamos volviendo al origen, a lo que la Iglesia fue desde el principio y debería ser, a partir del Evangelio: seguir a Jesús y no centrarnos en las normas. Se trata de seguir a Jesús como Iglesia, como comunidad, y a partir de ahí, no hay nada que temer", indicó.
Según González, si hay algo que podría decir a quienes se preocupan por el Sínodo es que el Evangelio de Jesús no inspira miedo.
"Eso, para mí, es lo más importante, seguir a Jesús", manifestó y añadió: "Querer construir una comunidad como la que Jesús tenía en mente no debería ser motivo de miedo. No lo entiendo".
Para ella, la única cosa que hay que entender es que Jesús era una persona que abrazaba a todos, que no tiraba piedras, que acogía a todo el mundo.
"Entonces, ¿cómo podemos tener miedo de ser como Jesús?", preguntó. "No lo entiendo", acotó.
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El ambiente en el interior del aula sinodal ha sido muy acogedor, aseguraron ambas mujeres. Pero también es un momento en el que se está dando paso a una manera diferente de dirigir la Iglesia que incluye escuchar a un círculo más amplio de voces y dejar que el Espíritu Santo guíe las conversaciones.
"Lo que estoy presenciando es un estilo de liderazgo diferente, como el de servicio, en el que todos estamos reunidos en la mesa y participamos, contribuimos. En mi mesa las voces son las de una persona joven, una laica y, en mi caso, una mujer mayor, una religiosa, y después los demás son obispos, todos juntos en la mesa compartiendo", explicó Pérez.
La religiosa señaló que, por encima de todo, quien manda es el Espíritu Santo, no una persona. Para ella ha sido una lección difícil de aprender, pero que lleva mucho tiempo intentando comprender.
Cuando el obispo de la diócesis en la que trabaja le pidió que asistiera al Sínodo, confesó que se sentía "incrédula". Pero recordó algo que siempre había tenido presente y que le había enseñado un antiguo mentor, el padre redentorista Bernard Häring, que asistió a un acontecimiento histórico que marcó a la Iglesia (el Concilio Vaticano II) y le pidió que escribiera sobre lo que significaba profesar la fe en el Espíritu Santo. Según ella, el Sínodo pone esto a prueba.
"Me pregunté: '¿Por qué yo?'. Añadí: 'Tengo 77 años y problemas de salud', pero supongo que el Espíritu Santo me respondió: 'Tú eres la elegida'. Así que esa noche le pedí al obispo que me dejara rezar. Aquella misma noche miré mi teléfono y había un artículo en la [revista] América que decía algo así como: '¿Te pide Dios alguna vez que hagas demasiado?'".
Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 6 de octubre de 2023.