
La Hna. Macaria Murphy, de las Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua, posa con estudiantes y personal laico en un aula del internado católico para indígenas St. Mary en Odanah, Wisconsin, en esta foto sin fecha. (Foto: cortesía Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua)
La Hna. Eileen McKenzie siempre se había sentido orgullosa de las casi nueve décadas que su congregación llevaba atendiendo a los pueblos indígenas a través de su escuela en el norte de Wisconsin, Estados Unidos (EE. UU.).
Pero en el verano de 2020, McKenzie, presidenta de las Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua, recibió un correo electrónico de la Sociedad Histórica del Condado de La Crosse en el que se le comunicaba que su revista iba a publicar un reportaje sobre el legado de la escuela. El internado católico para indígenas St. Mary's estuvo en funcionamiento en una reserva de Odanah, Wisconsin, de 1883 a 1969. La sociedad histórica quiso avisar a McKenzie del artículo porque el tema era muy delicado.
"Me quedé pensando: '¿Qué? ¿Es algo delicado?'", recordó McKenzie. "Entré en Internet y lo busqué en Google y el primer artículo era... sobre el St. Mary. Pensé: 'Dios mío'", relató.
El relato de 2019, titulado Death by Civilization [Muerte por civilización], detalla el trauma que sufrió la madre de la autora por asistir al St. Mary y cómo la afectó el resto de su vida. También explica cómo los cientos de internados que existieron durante 150 años, muchos de ellos gestionados por congregaciones de religiosas católicas, formaban parte de una política federal que intentaba destruir la cultura nativa. Otras confesiones cristianas, como metodistas, presbiterianas y cuáqueras, también dirigían internados.
"Lo primero que aprendimos fue que había una política federal de la que éramos cómplices", explicó McKenzie y agregó: "Luego pensamos: '¿Por qué no sabíamos nada de esto?'".
Para la mayoría de los estadounidenses era normal no saber nada de los internados para nativos hasta el 11 de mayo, cuando el Departamento de Interior de Estados Unidos hizo público su informe inicial en el que se demostraba que en ellos abundaban los castigos corporales como el aislamiento, la privación de alimentos, los azotes y otros maltratos físicos. Más de 500 niños murieron en 19 de las escuelas y en 53 de ellas se han encontrado restos mortales durante 150 años, cifras que se espera que aumenten.
A los niños, algunos de tan solo 5 años, no se les permitía hablar su propia lengua ni practicar su propia religión o tradiciones.

"¿No se supone que somos la gente buena? ¿No educamos a los demás para que cambien de vida? Nuestra intención fue tan diferente de nuestro resultado": Hna. Eileen McKenzie, presidenta de Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua. (Foto: cortesía Eileen McKenzie)
"La gente me ha dicho: '¿Por qué esperaron tanto para enfrentarse a esto? ¿Por qué justo ahora se despiertan ante esto?'", explicó McKenzie y añadió: "Se produjo un proceso de borrado efectivo. En mi mundo, esa política [de borrado] funcionó, pero mi mundo es un mundo de supremacía blanca. [Esta historia] ha sido borrada en mi cultura".
¿Qué ocurre cuando todo lo que creías saber resulta de repente falso?
"¿No se supone que somos la gente buena? ¿No educamos a los demás para que cambien de vida? Pero nuestra intención fue tan diferente de nuestro resultado", reflexionó. "Hay hermanas que dicen: 'Aquellos fueron los mejores días de mi vida ministerial', y otras hermanas que dicen: 'Esto es racismo sistémico'", agregó.
McKenzie no niega que se produjeran abusos en el St. Mary, pero advierte que la única forma de saber lo que ocurrió será a partir de los relatos de antiguos alumnos. Incluso si no hubiera habido abusos, apuntó, la escuela fue, involuntariamente o no, parte de una política perversa.
El papa Francisco tiene previsto visitar Canadá del 24 al 30 de julio para pedir disculpas a los pueblos indígenas por los abusos cometidos en los internados católicos de ese país*. Las escuelas canadienses siguieron el modelo de las estadounidenses, pero han llamado mucho más la atención: en 2008, después de que miles de supervivientes de los internados presentaran demandas, el Gobierno canadiense se disculpó formalmente, creó un fondo de compensación de 1900 millones de dólares y estableció una Comisión de la Verdad y la Reconciliación, como informó 60 Minutes.
Ese proceso atrajo durante años la atención sobre los internados canadienses, que volvieron a estar en el punto de mira desde hace un año, cuando se encontraron 200 tumbas sin identificar en las instalaciones de un internado.
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La congregación de McKenzie y un puñado de personas más, así como funcionarios eclesiásticos y laicos, forman parte del proyecto Catholic Native Boarding School Accountability and Healing Project, que está trabajando para abordar el papel que desempeñó la Iglesia católica en el intento de genocidio cultural del Gobierno. El grupo, conocido como AHP, surgió de un movimiento popular formado en otoño de 2020 conocido como Catholics for Boarding School Accountability, y de otro que se formó en abril de 2021; ambos se fusionaron unos meses después.
Maka Black Elk, miembro de la tribu Sioux Oglala y director ejecutivo de verdad y sanación en la escuela indígena Red Cloud de la reserva indígena de Pine Ridge (Dakota del Sur), forma parte del comité directivo del AHP y afirma que la verdad y asumir responsabilidades deben ser lo primero antes de que pueda comenzar la sanación.
"Para los pueblos indígenas, esto no es noticia; es historia. Esto es historia a nivel familiar", manifestó Black Elk a Global Sisters Report. "Es realmente impactante cuando te das cuenta de que no hay casi ninguna persona nativa en este país que no tenga a alguien en su familia que haya asistido a uno de estos internados", aseveró.
Maka Akan Najin Black Elk frente al internado indígena Red Cloud en Pine (Dakota del Sur), el 5 de mayo de 2021. (Foto: CNS/cortesía internado indígena Red Cloud/Marcus Fast Wolf)
Después de todo, el sacramento de la reconciliación comienza con el reconocimiento del pecado.
"Es muy importante que, como Iglesia católica, en todas las formas posibles, demos un paso adelante y asumamos esta historia", afirmó y agregó: "Creo que el AHP es un gran primer paso".
Conocer la verdad
La Hna. Sue Torgersen, de la Congregación de Hermanas de San José, también forma parte del comité directivo de AHP y aseguró que resultaba difícil conocer la verdad de estos internados.
"Es una sorpresa para las propias comunidades religiosas descubrir que han vivido esta historia y que no ha sido nada benigna", señaló Torgersen. "Estas comunidades no se propusieron deliberadamente ser perpetradoras, pero lo fueron", razonó.
Ese dolor, por supuesto, no es nada comparado con el de los supervivientes, aseguró.
"Trabajábamos en un sistema que era, por su intención, un genocidio cultural. ¿Qué hacemos ahora al respecto?", expresó Torgersen y agregó: "Es necesaria mucha responsabilidad por parte del Gobierno y de las diversas Iglesias implicadas, incluida la católica".
Torgersen afirmó que obligar a generaciones de indígenas americanos a asistir a internados [la asistencia era obligatoria] ha afectado a casi todas las facetas de la vida indígena.

Estudiantes del internado indígena católico St. Mary posan para una foto durante un día de campo escolar durante el curso 1922-23. (Foto: cortesía Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua)
"Se produjo una ruptura de su cultura. No aprendieron a amar, no aprendieron a ser padres. Nos resulta difícil comprender la magnitud del daño que se produjo. Ahora vuelve a perseguirnos, pero siempre ha perseguido a los indígenas americanos", señaló.
Torgersen explicó que una de las primeras cosas que pueden hacer las congregaciones es examinar y poner a disposición sus documentos históricos. Pero esto también supone un reto: Verónica Buchanan es archivista de las Hermanas de la Caridad de Cincinnati y secretaria ejecutiva de Archivists for Congregations of Women Religious, que trabaja para ayudar a las congregaciones a averiguar qué documentos tienen y pueden compartir.
Buchanan comentó que muchas congregaciones carecen de archivos porque los han perdido o los han desechado por no considerarlos importantes, o porque los que tienen están tan desorganizados que no sirven para nada. Describió un archivo como "cajas en un desván que no se han tocado en 50 años". Y aunque los archivistas de muchas congregaciones son ahora laicos con formación profesional en materia de archivos, algunas son hermanas que consideran que su función es proteger el contenido de los archivos de personas ajenas a la congregación y otros pueden tener miedo a la responsabilidad legal.
También advierte que aunque se disponga de registros exhaustivos, puede que no sean lo que la gente busca.

Las hermanas franciscanas de la Adoración Perpetua que prestaron sus servicios en el internado indígena católico St. Mary de la congregación durante el curso escolar 1922-23 en Odanah, Wisconsin, EE. UU. (Foto: cortesía Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua)
"La mayor parte de lo que hizo nuestra comunidad fue trabajo escolar... pero la mayor parte de nuestra colección son informes del profesorado", explicó Buchanan e informó: "Realmente solo tenemos registros que se relacionan con las hermanas que estaban allí".
Registros como los expedientes académicos o las listas de matriculación suelen quedar en manos de la diócesis local, por lo que es posible que no se encuentren entre los archivos de las hermanas. Esos registros también podrían estar cubiertos por las leyes federales de privacidad educativa.
Encontrar la historia completa
Libby Comeaux, comiembro de Loretto que en 2021 coescribió un artículo (Resolutions to Action) sobre el tema de los internados para la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas, afirmó que los registros de las congregaciones son importantes, pero constituyen solo una pequeña parte de la cuestión.
"Si haces una revisión interna de tus archivos, no vas a conocer toda la historia. Te vas a quedar con la historia que las propias hermanas se contaron a sí mismas. No conocemos toda la historia... y tenemos más que aprender sobre lo que nuestros archivos pueden contarnos", explicó Comeaux.
La clave de todo esto, añadió, serán las relaciones: establecer relaciones con las naciones tribales afectadas permitirá contar y preservar las historias de los supervivientes, orientar sobre los registros que deben compartirse y permitir que comience un proceso de sanación.

Trabajos escolares y una exposición de arte en la escuela de día de St. Louis, un ministerio de las Hermanas de San Francisco de Filadelfia, que dirigieron la escuela hasta 1915.** (Foto: cortesía de la Oficina de Misiones Indígenas Católicas, MU ID 11488, Raynor Memorial Libraries, Marquette University).
Comeaux afirmó que la congregación de Loretto ya había empezado a entablar relaciones con la nación Osage cuando saltó la noticia de que se habían encontrado los cadáveres de más de 200 niños en un internado canadiense, lo que llevó a la congregación de Loretto a examinar sus registros de los tres internados que gestionaba y de otro al que envió a sus hermanas a trabajar.
Comentó que no había encontrado pruebas de abusos en los documentos, lo cual no es ninguna sorpresa, pero está colaborando con los osage para organizar un posible acto en el que los miembros de la tribu acudan a la casa madre para contar sus propias historias. Sabe que esas historias pueden ser desgarradoras.
"Escucharemos lo que tengan que decir", aseguró Comeaux.
Por su parte, McKenzie explicó que las Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua están entablando relaciones con el grupo Bad River de la tribu Chippewa del Lago Superior, así como con otras tribus cuyos hijos asistieron al St. Mary. Pero las relaciones conllevan tiempo.
"Entiendo la impaciencia, el dolor y la rabia. Pero apenas estamos empezando a despertar, y aún nos queda mucho por aprender", afirmó. "No tenemos miedo de la legalidad ni de las finanzas. [...] Reconocemos que cuando vas con tu propia agenda, no funciona. Y cuando eres el perpetrador, cambia todo; lo último que queremos hacer es decir que vamos a mejorar todo", agregó.
La profesora jubilada, poetisa y artista Denise Lajimodiere, autora de una recopilación de 16 historias orales de supervivientes de internados titulada Stringing Rosaries y ciudadana de la Turtle Mountain Band of Chippewa de Belcourt (Dakota del Norte), afirmó que la sanación no puede comenzar sin asumir responsabilidades, lo que exige hacer públicos los registros de los internados y reconocer el genocidio cultural que tuvo lugar.
"La Iglesia tiene que verse a sí misma", explicó Lajimodiere a Global Sisters Report, pero los indígenas también tienen que encontrar la sanación dentro de sí mismos. "Tenemos que aprender a perdonar lo imperdonable. ¿Cómo lo hacemos?", añadió.

Denise Lajimodiere, ciudadana del grupo Turtle Mountain del pueblo indígena Chippewa de Belcourt (Dakota del Norte). (Foto: cortesía Denise Lajimodiere)
El papa Francisco presentó una disculpa inicial por los internados canadienses a principios de 2022. Se desconoce si su disculpa en persona llegará también a los de Estados Unidos, pero incluso si es así, Lajimodiere señaló que esta no era suficiente.
Sin embargo, sí que ayuda. "Creo en las disculpas. Y la suya parece ser una disculpa sincera que los canadienses están aceptando. Pero los pueblos de las Primeras Naciones de allí tenían una Comisión de la Verdad y la Reconciliación, y necesitamos eso en Estados Unidos", señaló.
El año pasado, las Hermanas de la Orden de San Benito de San José (Minnesota) pidieron disculpas a la nación de la Tierra Blanca por sus internados. La congregación y sus colegios (el College of St. Benedict y la St. John's University) también colaboran con el AHP.
La Hna. Susan Rudolph, la priora, se mostró reacia a hablar de la carta de disculpa que escribió, porque se trata de un asunto menor dentro de una necesidad mucho mayor de arreglar las cosas.
"Lo más importante es ayudar a corregir un error, sacar a la luz el hecho de que nuestro Gobierno estableció una política de asimilación que intentó destruir la cultura de los indígenas americanos", sostuvo Rudolph. "Nuestra comunidad participó en ella, en parte por ignorancia, pero independientemente de nuestros motivos, la política en sí era errónea. Todo lo que rodea a eso... es algo secundario ahora mismo", puntualizó.
Torgersen consideró irrelevante que la mayoría de las hermanas implicadas en los internados ya no estén.
"¿Es [lo ocurrido] culpa nuestra? Eso no importa", aseguró. "Lo que importa es cómo podemos ser agentes de sanación", añadió.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 21 de julio de 2022.
*: El papa Francisco visitó en 2022 Canadá, en donde ofreció disculpas por los abusos de la Iglesia en los internados para indígenas canadienses.
**: Una versión anterior de este pie de foto identificaba erróneamente a la congregación de la foto.