Víctimas de trata obligadas a estafar reconstruyen sus vidas con apoyo de religiosas en Zambia

Ángela (nombre ficticio) se vio obligada a estafar en Internet tras ser víctima de la trata en Tailandia. A su regreso, recibió formación en hostelería —en una escuela local de Lusaka (Zambia)—  patrocinada por líderes católicos que trabajan para acabar con la trata de seres humanos en el país. (Foto: GSR/Doreen Ajiambo)

Ángela (nombre ficticio) se vio obligada a estafar en Internet tras ser víctima de la trata en Tailandia. A su regreso, recibió formación en hostelería —en una escuela local de Lusaka (Zambia)—  patrocinada por líderes católicos que trabajan para acabar con la trata de seres humanos en el país. (Foto: GSR/Doreen Ajiambo)

Doreen Ajiambo

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Traducido por Magda Bennásar

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Ángela se topó en febrero de 2021 con un anuncio en Facebook de un empleo de profesora en Tailandia que ofrecía un buen sueldo. La empresa buscaba un profesor de inglés que también supiera mandarín. Ella, que dominaba los dos idiomas, hizo la solicitud. Al llegar a ese país, descubrió que no era un trabajo de enseñanza: en lugar de eso, la obligaban a contactar con la gente por Internet para estafar a las personas o involucrarlas en una estafa online.

Ángela, cuyo nombre real pidió que no fuese revelado, explicó a Global Sisters Report que fue trasladada a Tailandia desde Zambia por una banda criminal "que le quitó los documentos de viaje y le exigió que reclutara a más gente o pagara un cuantioso rescate para liberarla".

"Si te niegas a trabajar, te torturaremos o te electrocutaremos", le decían sus torturadores, según recuerda, quienes la obligaron a participar en uno de los tipos de estafa de mayor crecimiento en el mundo: la carnicería del cerdo, en la que los estafadores engañan a las personas para que inviertan en plataformas de criptomoneda tras generar confianza a través de relaciones digitales. Sorprendentemente, algunos estafadores, como la misma Ángela, son víctimas de las redes de trata de seres humanos, cuyos operadores suelen engañarlos con promesas de trabajos reales y luego los obligan, mediante amenazas de violencia, a participar en estafas.  

Según un informe de la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, cientos de miles de personas víctimas de la trata, después de ser atraídas por anuncios de empleo en Internet que les prometían trabajos bien remunerados, acaban en el Sudeste Asiático, especialmente en países como Tailandia, Laos, Myanmar, Camboya y Filipinas, entre otros. El informe señala que los traficantes confiscaron, a su llegada, los documentos de viaje de las víctimas, a quienes aprisionan,  torturan, abusan sexualmente y obligan a trabajar en estafas por Internet.

Ángela y sus tres compañeros escaparon de su lugar de trabajo, cerca de la frontera entre Tailandia y Laos, tras soportar un año de malos tratos. Los cuatro se escondieron en un camión de la basura y, una vez fuera, se entregaron a la policía, que los detuvo durante dos semanas por estar en el país ilegalmente. Luego deportaron a Ángela a Zambia.

"Mi único deseo era ir allí y conseguir un trabajo que pudiera cambiar mi vida y la de mis hermanos. Pero cuando llegué allí, mi vida cambió a peor porque hice cosas a la gente de las que me arrepiento hasta el día de hoy. Robé a gente inocente y nunca podré perdonármelo", dijo entre lágrimas.

Tras regresar a Zambia, Ángela sufrió graves problemas de salud mental, incluido un trastorno de estrés postraumático (TEPT). Los miembros de su iglesia le presentaron a las religiosas que gestionan Talitha Kum Zambia (Takuza), una organización que pretende acabar con la trata de seres humanos en Zambia.

Takuza está formada por 45 religiosas de diversas congregaciones que se dedican a identificar a los afectados por la trata de seres humanos. Las hermanas también trabajan para concienciar y prestar apoyo a las víctimas de la trata de seres humanos. La organización colabora con la policía y las unidades de asesoramiento de Zambia, cuyos asesores ayudan a las víctimas de la trata de seres humanos a recuperarse del trauma.

"La trata de seres humanos es un problema mundial, y como Yakuza abordamos todas las cuestiones relacionadas con la trata de seres humanos", dijo la Hna. Kayula Lesa, miembro de las Hermanas de la Caridad. "Como organización, buscamos continuamente a personas que han sido víctimas de la trata o que corren peligro y necesitan nuestra ayuda. Proporcionamos orientación y apoyo psicológico a las víctimas, ofreciéndoles la oportunidad de expresarse, curarse, reconstruir su confianza y llevar una vida mejor", apuntó.

La Hna. Kayula Lesa, miembro de las Hermanas de la Caridad, habla con supervivientes de la trata de seres humanos el 12 de marzo en Lusaka, Zambia. Las religiosas han estado concienciando sobre la trata de seres humanos y también ayudando a las víctimas. (Foto: GSR/Doreen Ajiambo)

La Hna. Kayula Lesa, miembro de las Hermanas de la Caridad, habla con supervivientes de la trata de seres humanos el 12 de marzo en Lusaka, Zambia. Las religiosas han estado concienciando sobre la trata de seres humanos y también ayudando a las víctimas. (Foto: GSR/Doreen Ajiambo)

Takuza cuenta con el apoyo de la Fundación Conrad N. Hilton, que también financia a Global Sisters Report.

Lesa observó que Ángela había sufrido graves actos de violencia, explotación sexual y maltrato psicológico durante su cautiverio en Tailandia. Además del TEPT, la ansiedad y la depresión, también sentía vergüenza.

"Tenemos asesores que trabajan con Ángela y otros supervivientes para ayudarles a superar sus traumas y gestionar su salud mental", explica Lesa y agrega: "También nos centramos en reintegrar a los supervivientes en sus familias y capacitarlos para poner en marcha pequeños negocios".

Angela es una de las miles de supervivientes de la trata que reciben apoyo de las religiosas en este país del sur de África de más de 20.7 millones de habitantes. Entre las formas de trata de seres humanos figuran el trabajo forzado, la explotación sexual, las actividades delictivas forzadas, el matrimonio forzado, la adopción ilegal, la esclavitud, la extracción de órganos y el tráfico de bebés.

Zambia, país sin litoral, es vulnerable a la esclavitud moderna por ser un país de origen, tránsito y destino, en particular para mujeres y niños, según la edición 2023 del Informe anual sobre Trata de Personas publicado por el Departamento de Estado de Estados Unidos. El informe indica que la mayoría de los casos se producen a lo largo de las fronteras de la nación e implican el tráfico de mujeres y niños de zonas rurales pobres a países urbanos o vecinos como Namibia, Sudáfrica, Zimbabue y Mozambique.

La Hna. Patience Shinondo, miembro de las Hermanas de la Caridad, trabaja con otras partes interesadas en la lucha contra la trata de seres humanos en Zambia. (Foto: GSR/Doreen Ajiambo)

La Hna. Patience Shinondo, miembro de las Hermanas de la Caridad, trabaja con otras partes interesadas en la lucha contra la trata de seres humanos en Zambia. (Foto: GSR/Doreen Ajiambo)

El informe revelaba además que estas mujeres y niños víctimas de la trata son sometidos a explotación sexual, servidumbre doméstica, mendicidad forzosa o trabajos forzados en diversos destinos, ya que las rutas de contrabando entre el Cuerno de África y África meridional pasan a menudo por el Zambia.

Mientras tanto, el informe del Departamento de Estado de EE. UU. reconoce que a pesar de que Zambia no cumple plenamente con las normas mínimas para la eliminación de la trata, el país se dedica a combatir la explotación y el tráfico de personas. Según el informe, las autoridades iniciaron 42 investigaciones sobre trata y continuaron ocho en 2022, frente a las 12 investigaciones de 2021. Además, en 2022 se identificaron 79 víctimas de trata, frente a las 42 de 2021.

"Nuestros esfuerzos en la lucha contra la explotación y el tráfico de seres humanos han conseguido reducir con el tiempo los casos de trata de personas en el país, y hemos podido devolver el futuro a muchas víctimas", declaró Lesa, directora de Takuza, quien añadió que su organización había intensificado las campañas de sensibilización en toda Zambia para llegar la mayor cantidad de víctimas de la trata, y además formar a las comunidades, especialmente los jóvenes, sobre cómo reconocer la trata de seres humanos y sus objetivos.

"Como hermanas, hemos estado organizando talleres mensuales en escuelas e iglesias para sensibilizar y ayudar a los jóvenes afectados por la trata", afirmó Lesa, y señaló que las oportunidades económicas y educativas que su organización ha brindado a víctimas y jóvenes en los últimos años reducirían aún más el riesgo de trata debido a la pobreza.

Padre Philip Meraba, de los Misioneros de África. (Foto: GSR/Doreen Ajiambo)

Padre Philip Meraba, de los Misioneros de África. (Foto: GSR/Doreen Ajiambo)

La hermana Patience Shinondo y el padre Philip Meraba, ambos de Takuza, abogan por abordar el problema de la inmigración ilegal instando al Gobierno a reforzar las fronteras. Según Shinondo, Zambia se enfrenta al problema del contrabando de personas, cuyas víctimas —en su mayoría— son introducidas en el país para trabajar en el sector minero. Zambia es el segundo productor de cobre después de la vecina República Democrática del Congo.

"Una vez que el Gobierno descubre a estos inmigrantes ilegales, son detenidos y acaban en las cárceles sin medios para volver a sus países de origen", afirma Meraba, miembro de la Sociedad de Misioneros de África, quienes visitan a los detenidos en las cárceles y les ayudan a ser deportados a sus países.

Shinondo, miembro de las Hermanas de la Caridad, manifestó que está trabajando para conseguir más recursos con los que ayudar a más víctimas de la trata. En tal sentido, planea ofrecerles formación en oficios como sastrería, restauración y mecánica para ayudarles a rehacer sus vidas. En cuanto a quienes están encarcelados por tráfico de personas, mencionó que se les concede la libertad bajo fianza y se les proporcionan billetes de avión para que regresen a sus países de origen.

"Hemos facilitado con éxito el retorno de cinco inmigrantes ilegales a sus hogares desde que pusimos en marcha este proyecto el año pasado", informó.

Actualmente, Ángela tiene grandes esperanzas de que las sesiones de terapia a las que asiste en Yakuza  la ayuden a curarse por completo y a seguir adelante.

"He vuelto al país, pero aún no tengo trabajo. Mis problemas persisten, pero tengo esperanzas de que las cosas mejorarán. Aunque es difícil olvidar lo que he pasado, me siento algo feliz gracias al apoyo continuo que recibo de mi terapeuta y de las religiosas", afirmó. 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 22 de agosto de 2024.