ENTREVISTA | Hna. Roxanne Schares: "Al ser solidarios, la esperanza cobra vida en nosotros"

Nueva secretaria ejecutiva adjunta de la UISG impulsa la sororidad global

Schares, nueva secretaria ejecutiva adjunta de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), vista aquí en Roma, aporta a la sororidad universal un rico historial de trabajo con refugiados. (Foto: cortesía UISG)

Schares, nueva secretaria ejecutiva adjunta de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), vista aquí en Roma, aporta a la sororidad universal un rico historial de trabajo con refugiados. (Foto: cortesía UISG)

Chris Herlinger

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Traducido por Magda Bennásar

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La Hna. Roxanne Schares, de las Hermanas Educadoras de Notre Dame, fue nombrada recientemente secretaria ejecutiva asociada de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), después de haber servido como superiora general de su congregación entre 2018 y 2024, y además como miembro de la junta ejecutiva de la UISG

La religiosa continúa como miembro del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica en el Vaticano, cargo que ocupa desde 2021. 

Schares, de 73 años, tiene una larga experiencia de trabajo en Roma: de 2007 a 2015 fue coordinadora de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) de su congregación.

Nacida en Iowa, Estados Unidos, y criada en una familia de agricultores, Schares es profesora por vocación. Estudió Teología en la Universidad de San Luis y fue profesora de secundaria en Iowa, Minnesota y Dakota del Norte durante nueve años antes de ejercer su ministerio en África Oriental durante casi tres décadas, incluido el trabajo en campos de refugiados y entornos urbanos con el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS).

En su nuevo cargo, Schares espera aprovechar su experiencia para fortalecer la sororidad universal  y promover la colaboración entre congregaciones religiosas, así como ayudar a la UISG a convertirse aún más en una voz profética y defensora de los marginados.

En términos más generales, Schares ve el trabajo del reciente Sínodo sobre la Sinodalidad como una oportunidad para que las religiosas profundicen su discernimiento comunitario y su colaboración en la toma de decisiones, al tiempo que utilizan su experiencia para ayudar a informar a la Iglesia en general sobre la aplicación de los principios sinodales.

Global Sisters Report: Usted ha acumulado una gran experiencia tanto en Estados Unidos como en África Oriental y, más recientemente, en Roma. Su trabajo con los refugiados es notable. ¿Cómo surgió?

Schares: Fui maestra de novicias de nuestra comunidad en Kenia durante siete años. Durante ese tiempo tuvo lugar el genocidio de 1994 en Ruanda, y muchos refugiados ruandeses llegaron a Kenia, a Nairobi, a la parroquia donde estábamos. En este contexto experimenté una llamada a trabajar con refugiados, especialmente en la construcción de la paz; así que después de ser maestra de novicias pude trabajar como voluntaria en el Servicio Jesuita a Refugiados durante unos 10 años.

Durante dos años ejercí el ministerio pastoral entre refugiados burundeses en campos del noroeste de Tanzania. Después regresé a Nairobi y trabajé con refugiados urbanos durante cuatro años. Luego me pidieron que sirviera como especialista en educación para África, respondiendo a las necesidades de varios países del continente donde  JRS tenía proyectos educativos, incluida la educación para la paz. Visité y evalué proyectos, facilité la capacitación del personal y llevé a cabo evaluaciones de necesidades en el norte de Uganda durante la época del Ejército de Resistencia del Señor en Chad y Darfur, Sudán.

Cuando miro hacia atrás, pienso: "Madre mía, nunca soñé con algo así cuando sentí la llamada a ser hermana".

Sus experiencias le han llevado mucho más allá del Medio Oeste estadounidense.

La gente dice, bueno, ¿cómo salió de este pequeño lugar de Iowa? Bromean; al mismo tiempo, forma parte de la historia. Sentí una llamada a estar con los marginados, aunque entonces no usáramos ese lenguaje. Como postulante, pasé un verano con campesinos emigrantes en Owatonna, Minnesota, y otro verano en los Apalaches. 

A lo largo de los años se me ha regalado una rica variedad de experiencias y ministerios en diversos entornos multiculturales, en educación, formación inicial y permanente, dirección espiritual y trabajo en retiros, coordinación internacional de JPIC y liderazgo congregacional, y facilitación de talleres y reuniones. He aprendido a tratar de estar abierta y discernir las llamadas que llegan, y esto ha expandido mi corazón para abrazar una realidad mundial cada vez más amplia.

Estas experiencias tan variadas y maravillosas que ha tenido, al incorporarse a este nuevo puesto, ¿cómo van a influir en lo que está empezando a hacer ahora?

La declaración de la misión del Servicio Jesuita a Refugiados ha calado en mí: acompañar, servir y defender. El acompañamiento es fundamental: aprender a estar donde está el otro. No es que tenga que estar de acuerdo con todo el mundo, sino comprender su contexto, su realidad. Y creo que ese es uno de los aprendizajes que espero aportar a este ministerio cuando me reúna con diferentes superioras generales, hermanas con preguntas o preocupaciones, o compañeras de misión: saber quiénes son y dónde están, sus realidades y esperanzas; aprender de ellos y ver cómo responder.

Mencionaste el tema de Adviento, la espera, como un punto de reflexión en tu vida y ministerio.

Mientras esperamos y/o buscamos a Dios, a menudo buscando a Dios en esta o aquella situación, estamos siendo buscados. Dios nos busca y nos espera. 

Esto me recuerda una experiencia cuando trabajaba en un campo en Tanzania de 50 000 personas. Un refugiado de Burundi era mi intérprete; yo utilizaba el [idioma] suajili, y él me interpretaba del suajili al kirundi. Era un hombre muy humilde y generoso, refugiado desde los 17 años. 

Compartió algunas de las luchas a las que se enfrentaba, y le pregunté: "¿Qué te hace seguir adelante; qué te da esperanza?". Respondió: "Hermana, para un cristiano siempre hay esperanza". Hizo una pausa, me miró y dijo: "Dios sabe cuándo podré volver a casa. Solo Dios sabe".

Unas semanas después vino con la noticia del nacimiento de su novena hija, Victorina Christina Nyibigizi —su nombre burundés significa "Dios sabe"—. Me di cuenta entonces de que somos solidarios unos con otros en el sufrimiento. En los momentos dolorosos descubrimos el don de la esperanza que Dios nos ha dado. El don de Dios siempre está ahí para nosotros, pero al ser solidarios con los demás, la esperanza se revela y cobra vida en nosotros. Eso me ha acompañado todos estos años y, de vez en cuando, su testimonio de esperanza vuelve a mí.

Lo que ha hecho toca muchos aspectos del trabajo de la UISG, ¿correcto?

Sí. En la UISG tenemos un vibrante programa de formación para líderes congregacionales, una fuerte comisión de justicia, paz e integridad de la creación, una nueva red de migrantes y refugiados, y otras iniciativas que tocan varios de mis ministerios anteriores. Creo que mis experiencias de primera mano pueden facilitar el acompañamiento de nuestros equipos y proyectos, así como de los líderes congregacionales en el discernimiento comunitario y la toma de decisiones ahora y en el futuro.

¿Qué esperanzas tiene al asumir este cargo? 

Veo la importancia de reforzar nuestra sororidad mundial: que nos conozcamos y apoyemos mutuamente y que juntos discernamos respuestas pertinentes y significativas a las necesidades urgentes, especialmente en las periferias. Mi esperanza es que a medida que avancemos juntas reforcemos nuestra colaboración. A veces, eso puede significar ir más allá de nuestras instituciones o servicios particulares para ver lo que podemos ser y hacer juntas para dar una respuesta aún más fuerte y eficaz.

Otra esperanza es que como religiosas profundicemos nuestra comprensión y compromiso con la identidad profética de la vida consagrada, un desafío que el papa Francisco reiteró durante el año de la vida consagrada. Esta llamada sigue resonando dentro de mí, y el sínodo recientemente concluido expresa la llamada a nosotras y a toda nuestra Iglesia a ser una voz profética en el mundo de hoy.

¿Dónde ve su trabajo y el de la UISG en ese proceso continuo del sínodo?

Uno de los aspectos de nuestro trabajo es profundizar en la comprensión de lo que ha surgido del sínodo y ofrecer una formación continua para que todas seamos más sinodales en nuestras vidas como religiosas y como Iglesia. Como ha señalado el papa Francisco, una cosa es tener un sínodo o un proceso sinodal y otra cosa es ser sinodal. 

Dentro de esto, para todos nosotros, está la llamada a la conversión y a iniciar nuevos caminos de transformación misionera.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 7 de marzo de 2025. 

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