La catequista franciscana Hna. Laura Vicuña Pereira Manso, de la Conferencia Eclesial del Amazonas, en el centro de verde, dirige una oración el 4 de octubre de 2024 después de un panel sobre la sinodalidad y el ministerio de las mujeres en el Aula Papa Pío XI en Roma. Pereira Manso dijo que ocuparse de tareas que normalmente realizaría un diácono forma parte de la vida diaria de algunas religiosas, ya que hay pocos agentes de pastoral en la remota región del Amazonas donde ella trabaja. (Foto: Rhina Guidos/GSR)
Algunos de los asistentes parecieron sorprenderse cuando la Hna. Elizabeth Young, de la Misericordia, mencionó que "solo la semana pasada" tuvo "que celebrar tres funerales", durante la presentación de un panel el 4 de octubre sobre ecología, sinodalidad y mujeres en Roma.
"¿Por qué es posible?, ¿ cómo es posible y no es posible para otras mujeres?", preguntó alguien del público.
"Ya hay lugares, dentro de la enseñanza de la Iglesia, que permiten —en circunstancias excepcionales, de forma muy limitada y temporal a veces— que esto ocurra", explicó Young.
Como coordinadora de la vida parroquial y catequista en Wilcannia, en la Australia rural de 745 habitantes, Young participa en la atención pastoral y espiritual, dirige las liturgias, incluidas las celebraciones dominicales, los bautizos y los funerales —todo ello con la autorización del obispo local—, porque allí no hay diáconos ni sacerdotes que atiendan a la población local.
"He ejercido mi ministerio en lugares donde nadie más lo hace, así que nadie se sorprende. Todo el mundo se alegra de que haya alguien representando a la Iglesia", afirmó.
La única sorpresa viene, sobre todo, de afuera.
"He ejercido mi ministerio en lugares donde nadie más lo hace, así que nadie se sorprende. Todo el mundo se alegra de que haya alguien representando a la Iglesia": Hna. Elizabeth Young
"He oído esa reacción de personas de otros lugares, pero nunca la he tenido [de las personas a las que sirve], porque creo que si vas allí donde hay lagunas, donde no hay nadie, la gente agradece tanto tener a alguien que les acompañe, que esté a su lado", dijo a Global Sisters Report. "Creo que es muy importante dar credibilidad para la gente a la que servimos, sobre todo que sepan que esto está autorizado", indicó.
Es una situación familiar, también, para la hermana franciscana catequista Laura Vicuña Pereira Manso, quien atiende a comunidades indígenas en Porto Velho, Brasil, parte de la región amazónica. Junto con Young, compartió sus experiencias en un acto copatrocinado por Diáconos que Disciernen y la Conferencia Eclesial de la Amazonía, de la que es vicepresidenta. Ambos grupos han organizado actos de oración y otros eventos educativos y diálogos centrados en la mujer en el ministerio durante el Sínodo de la Sinodalidad celebrado del 2 al 27 de octubre, al que asistieron algunos de los delegados de la reunión.
Como el tema de las mujeres en el diaconado suscitó debate al comienzo del sínodo, las hermanas se unieron a otras mujeres en la discusión sobre cómo algunas de ellas ya participan en tareas diaconales como laicas y también como religiosas.
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"Vivo en mi vida diaria" un ministerio que también implica deberes que podría desempeñar un diácono, dijo Pereira Manso a GSR.
En parte, se inspira en lo que vio hacer a su madre cuando atendía espiritualmente a los demás en Rondonia, Brasil, una remota región del Amazonas donde no había religiosas, ni sacerdotes ni diáconos en aquella época.
"Mi madre era diaconisa, aunque no estaba ordenada", expresó y agregó: "Se encargaba de la formación en comunidades donde no había comunidad católica. Llegaba y empezaba a dar formación a la comunidad. Cuando la gente estaba preparada, se iba a otra comunidad. Esa es la vocación de servicio, llevar la Palabra allí donde no existe".
Ahora Pereira Manso ha dado un paso más, al abogar por el diaconado femenino.
"La lucha que emprendemos hoy es por las generaciones futuras", declaró a GSR. "No creo que pueda recoger los frutos de esta cosecha. Creo que mi papel es plantar las semillas", aseveró.
Pereira Manso dijo que no tiene vocación, en cualquier caso, para el diaconado.
"Mucha gente piensa: '¿Quieres ser diácono [diaconisa]?'. No. Pero sé que hay mujeres, muchas mujeres que tienen esa vocación. Hablamos en su nombre", explicó.
La Hna. Elizabeth Young, de Wilcannia, Australia, posa para una foto después de un panel en el Salón Papa Pío XI en Roma el 4 de octubre de 2024. Ella compartió sus experiencias pastorales y espirituales al dirigir liturgias —incluyendo celebraciones dominicales, bautismos y funerales—, todo con la autorización del obispo local, ya que no hay otros agentes pastorales en la zona. (Foto: Rhina Guidos/GSR)
Sin embargo, Young, la hermana de la Misericordia australiana, dice que hay algo en el diaconado que la llama.
"Ser hermana es un gran privilegio, y represento algo más grande que yo misma. Pertenezco a una comunidad", dijo. "Creo que la llamada a la vida consagrada y la llamada al ministerio ordenado pueden coincidir", añadió.
Acompañar a las familias en bautizos y funerales "es un privilegio", aseguró Young.
"Creo que este es uno de los puntos culminantes de mi ministerio, porque conectas con personas con las que podrías haber conectado pastoralmente, pero ahora es en un espacio litúrgico. Compartes todo el peso de la historia, del ministerio, del ritual, que va más allá de cualquier persona. El espíritu está presente de una manera muy distinta a otras", manifestó.
Para Pereira Manso, abogar por las mujeres en el diaconado también es algo personal.
"Tengo una hermana, una pariente de sangre, que tiene vocación. Pero para vivir su vocación tuvo que ir a otra Iglesia, ya que la Iglesia católica todavía no ordena mujeres diáconos [diaconisas]", dijo. "Así que me siento llamada a 'amplificar' la voz de las mujeres que tienen esta vocación. Por eso digo que mi papel es sembrar, plantar", precisó.
La catequista franciscana Hna. Laura Vicuña Pereira Manso, de la Conferencia Eclesial de la Amazonia, posa para una foto el 4 de octubre de 2024 después de un panel sobre la mujer, la sinodalidad y el ministerio de la mujer en el Aula Papa Pío XI en Roma. Pereira Manso dijo que las mujeres religiosas comparten los deberes de un diácono como parte de la vida diaria porque hay pocos agentes pastorales sirviendo en regiones remotas de la Amazonía. (Foto: Rhina Guidos/GSR)
Para Young, profundizar en los sacramentos le ha abierto una nueva ventana espiritual.
"El Espíritu está presente de una manera muy diferente a otras", afirmó. "Por ejemplo, en la pastoral penitenciaria una cosa era tener un papel de atención pastoral, pero cuando llevabas a la gente a ese espacio de ritual, se abrían nuevas experiencias. La gente era capaz de perdonar a otros a los que antes no eran capaces de perdonar. Pudieron sanar el dolor por el duelo y la pérdida en sus vidas. Es realmente especial", apuntó.
"Lo tangible de nuestros sacramentos llega a la gente de un modo que no lo hacen las palabras, porque ahí se encuentra la sacramentalidad de nuestro ritual. Poder compartir eso con la gente es muy especial", agregó.
"Atender a las familias en un funeral, por ejemplo, ha sido especial porque, uno encuentra la riqueza de la vida de la persona y poder compartirla; y compartirla de una manera que aúne la oración, el ritual, la singularidad de las personas y la solidaridad que tenemos como comunidad", dijo Young.
A veces, dice Young, su atracción hacia ese ministerio es inexplicable, algo que era evidente desde muy joven: sintió la llamada a los 7 años —el mismo año en que se hizo católica—, como le recordó su madre, quien entonces le preguntó por qué quería dedicarse a eso, suponiendo que debía estar relacionado con los vestidos elegantes.
""Le dije: 'No lo sé. Solo quiero hacerlo'", recordó. "Así supe que era una llamada… Pero es algo que, al igual que la posterior llamada a la vida religiosa, sigue llegando. No desaparece. Es algo del Espíritu Santo. Es muy difícil de explicar".
Es un anhelo que continúa hoy en día, dijo.
"Incluso cuando intentas ir en direcciones diferentes, siempre vuelve. Incluso las diferentes cosas que he hecho profesionalmente, como hermana, he acabado volviendo a funciones que se parecen mucho más a lo que podría ser el diaconado", añadió.
Por las que tienen ese anhelo, Pereira Manso dijo que seguirá luchando, para mantener la puerta y el debate abiertos. A pesar de que el papa Francisco y otros funcionarios del Vaticano han rechazado recientemente la idea de las diaconisas en este momento, la religiosa cree que la mejor esperanza viene de las mujeres en las periferias, donde la Iglesia no tiene más remedio que permitirles participar.
"No perdamos la esperanza", dijo al público que escuchaba a las mujeres en el panel. "La puerta no está cerrada".
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 9 de octubre de 2024.