Dolor y esperanza de una Iglesia con rostro indígena en Chiapas

México | En la tierra de los pableros, el Evangelio florece entre la pobreza y la violencia

Feligresía tsotsil escucha misa en la parroquia de San Pedro Chenalhó, Chiapas, México.  (Foto: Eduardo Cordero)

Feligresía tsotsil escucha misa en la parroquia de San Pedro Chenalhó, Chiapas, México.  (Foto: Eduardo Cordero)

Esplende el sol matutino sobre los cerros de San Pablo Chalchihuitán, Chiapas, México, un municipio ubicado 42 kilómetros al norte de San Cristóbal de las Casas, dentro de la diócesis del mismo nombre. Hoy es 29 de junio, día de las festividades de San Pedro y San Pablo.

Chiapas es un estado limítrofe con Guatemala, donde una cuarta parte de su población habla una lengua indígena que pertenece a alguno de los 14 pueblos originarios del estado: tsotsiles, tseltales, tojolabales, mames, zoques, lacandones, entre otros.

A través de la ascendente carretera puede verse el jade de las montañas chiapanecas, donde el aparente verdor eterno contrasta con las modestas casas de madera que van divisándose, apartadas unas de otras. Contiguo a Chalchihuitán se encuentra San Pedro Chenalhó, un municipio con el que tiene conflictos territoriales. 

En 2018 la violencia desplazó en México a 11 491 personas: en Chiapas se concentró el 43 % de la población total desplazada del país, de acuerdo con datos de la antropóloga Carolina Pecker Madeo. El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas registró que 282 familias de Chalchihuitán fueron desplazadas en 2020. La situación ha empeorado en 2024: continúan los desplazamientos en otros municipios chiapanecos.

Disputas territoriales, pobreza, alcoholismo, el terror protagonizado por el Cartel de Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación, son solo algunos de los problemas que azotan al estado más pobre de México.

Pero hoy es el día de San Pablo. Desde temprano hay movimiento en Chalchihuitán: los cohetes retumban sobre un cielo cristalino, mientras los músicos comienzan a tañer sus instrumentos a las afueras del templo blanquiazul. 

En San Pablo Chalchihuitán,  el párroco José Elías Hernández, la Hna. Patricia Josefina Hernández y más de 200 servidores evangelizan en tsotsil, sembrando esperanza y acompañando a las comunidades indígenas en su lucha por la justicia

Tweet this

Procesión de católicos tradicionalistas o costumbristas por San Pablo Chalchihuitán, México. (Foto: Eduardo Cordero)

Procesión de católicos tradicionalistas o costumbristas por San Pablo Chalchihuitán, México. (Foto: Eduardo Cordero)

Ahí, los católicos tradicionalistas o costumbristas (no sujetos al culto de prácticas ancestrales) comienzan una procesión alrededor del pueblo. En Chalchihuitán los católicos costumbristas representan el 50 % de la población y administran el templo.

"Yo recuerdo que cuando llegué aquí era un pueblo de construcciones de bahareque y palma, ahora lo veo avanzando. En el campo religioso encuentro una gran diferencia a los años ochenta (…), este pueblo ha crecido en los distintos ministerios", dice Fray Pablo Irribarren, un dominico nonagenario  que llegó a México en 1961 y ha trabajado en los municipios chiapanecos, además de ser estudioso y custodio del Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de las Casas.

Hoy, José Elías Hernández, párroco de Chalchihuitán, Fray Pablo Irribarren y Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de San Cristóbal de Las Casas, escuchan las palabras en tsotsil de un representante del consejo parroquial, antes de empezar los festejos, en la casa parroquial.

El padre Elías traduce, mientras llegan los pableros —como se conoce a los habitantes de Chalchihuitán— de lugares lejanos para escuchar misa en la cancha de basquetbol.

El párroco y la hermana virgen consagrada Patricia Josefina Hernández atienden a las 23 comunidades católicas, auxiliados por más de 200 servidores (entre catequistas, lectores, músicos, mayordomos, etc.).

Los frutos tienen un origen. 

Hermana Patricia Josefina Hernández, Monseñor Rodrigo Aguilar Martínez y el párroco José Elías Hernández. (Foto: Eduardo Cordero)

Hermana Patricia Josefina Hernández, Monseñor Rodrigo Aguilar Martínez y el párroco José Elías Hernández. (Foto: Eduardo Cordero)

Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

La presencia de Jtatik (padre) Samuel Ruiz es omnipresente en San Cristóbal de Las Casas. A 100 años de su nacimiento, puede verse una de sus fotografías cerca de la casa parroquial de Chalchihuitán, en la que usa mitra y estola multicolor y porta sus prominentes anteojos.

El obispo de San Cristóbal de Las Casas durante 4 décadas (1959-1999) fue testigo y transformador de una sociedad chiapaneca en ebullición: vivió el Concilio Vaticano Segundo (1962-1965), el Congreso Nacional Indígena (1974) y el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (1994).

Jtatik Samuel pasó de ver al indígena como un problema —un ser que debía ser evangelizado y calzado—, a declarar el nacimiento de la Iglesia autóctona en 1975. "Cristo nació entre nosotros: tiene rostro tzeltal, rostro chol, rostro tzotzil, se hizo indígena y vive en medio de nosotros", como puede leerse en Siglo XX: muerte y resurrección de la Iglesia católica en Chiapas.

Jtatik también enfrentó persecución y fue presa de intrigas: se le culpó de ser el autor intelectual del movimiento zapatista en el 94 y sufrió la hostilidad del nuncio apostólico Giroliamo Prigione.

La 'opción por los pobres' fue relacionada por el Estado mexicano con el zapatismo y así, de acuerdo con la corresponsal Ángeles Mariscal, entre 1995 y 1997 fueron expulsados cinco sacerdotes de la diócesis de San Cristóbal. Fue prohibido el diaconado durante 14 años.

Sin embargo, la semilla ya había germinado: en 2014 fue levantada la prohibición para la ordenación de diáconos, impuesta en el 2000. En 2023 fueron ordenados 37 diáconos permanentes: en San Cristóbal suman un total de 500, originarios de sus comunidades.

Veinticinco años después del fin de obispado de Samuel Ruiz, el mapa de la fe chiapaneco es complejo. 

De acuerdo con el estudio Panorama de las religiones en México (2020), en Chiapas la población total es de 5 543 000 personas, de las cuales 2 985 000 profesa el catolicismo y 1 795 000 se declaran protestantes o cristianos evangélicos. El párroco Elías registra en Chalchihuitán más de 100 templos de una religión distinta a la católica.

  • Músicos tsotsiles de Chalchihuitán tocando el día de San Pablo. (Foto: Eduardo Cordero)

    Músicos tsotsiles de Chalchihuitán tocando el día de San Pablo. (Foto: Eduardo Cordero)

  • Misa de San Pablo donde el maíz es parte fundamental. (Foto: Eduardo Cordero)

    Misa de San Pablo donde el maíz es parte fundamental. (Foto: Eduardo Cordero)

  • Monseñor Rodrígo Aguilar Martínez, obispo de San Cristóbal de Las Casas. (Foto: Eduardo Cordero)

    Monseñor Rodrígo Aguilar Martínez, obispo de San Cristóbal de Las Casas. (Foto: Eduardo Cordero)

Evangelizar en tsotsil: sembrar la palabra de Dios

Una conversación cualquiera desembocó en una pregunta común. El niño tsotsil miraba las montañas, indiferente:

— ¿Y qué te gustaría ser cuando seas grande?

— Nada.

Los números del dolor: el 98.9 % de las personas que habitan Chalchihuitán viven en situación de pobreza. El 76.4 % vive en pobreza extrema. Es el cuarto municipio más pobre de Chiapas; el quinto es su vecino Chenalhó.

Una cuarta parte es analfabeta y la mitad de la población no tiene acceso al agua potable entubada, según el Informe de Pobreza y Evaluación de Chiapas CONEVAL 2022.

En la tierra de los pableros aún campean la poliomielitis, las enfermedades gastrointestinales y las nuevas plagas: el consumo de 'cristal' y la exacerbación del alcoholismo, que desemboca en historias terribles de violencia, como lo documentan dos estudios elaborados por el joven párroco José Elías Hernández.

En este municipio sirve la hermana virgen consagrada Patricia Josefina Hernández Ruiz, quien colabora con la Pastoral de Pueblos Originarios y Afromexicanos, área de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social que se dedica a "acompañar a los pueblos originarios en sus proyectos de vida" y al trabajo con las Iglesias autóctonas. 

Originaria de El Bosque, municipio colindante con Chalchihuitán, la hermana virgen consagrada camina ágil de un lugar a otro, ocupada en distintas labores para la celebración de la eucaristía en la explanada contigua al templo de San Pablo.

Ella es parte de una congregación cuya norma consiste en "ganarse la vida por cuenta propia y ser responsable de su propia seguridad social", por lo cual la hermana cuenta a Global Sisters Report en español que, además de ser religiosa, también se formó como educadora.

"Quiero vivir como mujer indígena y como consagrada sin perder mi identidad cultural", manifiesta la Hna. virgen consagrada Patricia Josefina Hernández Ruiz, quien acompaña "a los pueblos originarios en sus proyectos de vida"

Tweet this

Durante su carrera profesional en la capital del estado, Josefina descubrió su vocación religiosa y compaginó ambas formaciones. A partir de 2009 ha dado clases en preescolar, primaria y secundaria, además de servir en la catequesis, tanto en El Bosque como en Chalchihuitán.

Desde el principio de su formación religiosa supo que deseaba servir en su comunidad y servir en su propia lengua, el tsotsil.

"Esto es lo que he estado buscando, quiero vivir como mujer indígena y como consagrada sin perder mi identidad cultural”, dice en entrevista.

En Chalchihuitán la relación con la naturaleza es particular. "Los pableros han creado una espiritualidad de la montaña, dando origen a los nombres de los parajes y barrios en torno a la montaña”, menciona el sacerdote tsotsil Elías en una de sus obras.

Doscientos servidores trabajan en Chalchihuitán en distintas áreas: asamblea de mujeres, catequesis infantil, catequesis juvenil, teología india, catequesis de adultos,  etc. Estas tareas las realizan en 50 parajes —comunidades— donde habitan desde unas cuantas familias hasta un máximo de 2000 personas, en el caso del paraje de Tzacucum. 

Un día después de las festividades de San Pablo es celebrado el rosario y la misa en el templo de Chalchihuitán. El templo, por dentro, tiene las paredes desnudas, donde reposan grandes cruces verdes. En el presbiterio se levanta un Cristo en el centro vestido a la usanza tsotsil, iluminado por decenas de veladoras colocadas enfrente de él, en el piso.

El sacerdote José Elías oficia la misa en tsotsil. En el altar alcanza a verse una manta con la palabra 'paz'. Los cientos de personas que estuvieron en la misa el día anterior han regresado a sus parajes caminando. Es costumbre de los pableros caminar, caminar mucho.

Después de la celebración la hermana Josefina y el párroco Elías abordan una camioneta, a toda prisa. Van a otra comunidad a continuar su trabajo y a atravesar los accidentados senderos de la fe. 

Procesión por San Pablo Chalchihuitán. (Foto: Eduardo Cordero)

Procesión por San Pablo Chalchihuitán. (Foto: Eduardo Cordero)

Nota del autor: Agradezco profundamente la calidez y recibimiento del párroco José Elías Hernández y de la hermana Patricia Josefina Hernández, y al pueblo del Chalchihuitán por su hospitalidad. Las obras Los parajes de Chalchihuitán y la Historia de la parroquia de San Pablo Chalchihuitán, elaboradas por el párroco Elías, son indispensables para acercarse a la historia de la Iglesia en Chalchihuitán. Al ser un tema complejo, comparto los documentos consultados para la elaboración de este texto, para que así las audiencias de Global Sisters Report en español puedan profundizar. Dar click en este enlace