Bordado en telar de cintura. En tres comunidades, las religiosas capacitan a mujeres de diferentes edades, en un taller en donde se elaboran prendas de vestir a partir del trabajo tradicional de bordado indígena otomí. (Foto: cortesía hermanas CCVI)
Las Hermanas de la Caridad del Divino Verbo Encarnado —conocidas como CCVI, siglas en latín de Congregatio Charitatis a Verbo Incarnato— son una congregación fundada por el obispo Claudio María Dubuis, originario de Francia, quien llegó como misionero a Texas, Estados Unidos (EE. UU.), en 1846. Veinte años después, el obispo eligió a las hermanas Agnes Buisson y St. Pierre Cinquin para fundar su primer hospital católico en San Antonio, Texas. Desde entonces la congregación ha crecido, y se expandió a México en 1885.
Actualmente, sus ministerios abarcan no solo la salud, sino también la educación y la promoción social en EE. UU., México, Guatemala, Perú, China y algunos países de África.
Como parte del equipo del Ministerio de Promoción Social de su congregación, las hermanas María Luisa Gamboa y María Cardoza desarrollan su misión en Chilcuautla, Hidalgo, México, donde acompañan y colaboran con las comunidades hñähñü (otomíes). En esta entrevista con Global Sisters Report en español ofrecen una breve panorámica del trabajo que realizan.
Las hermanas María Cardoza y María Luisa Gamboa (CCVI) acompañan a comunidades hñähñü (otomíes) en Hidalgo, México, a través de talleres de bordado que buscan recuperar la cultura indígena y dignificar a la mujer.
María Cardoza (izquierda) y María Luisa Gamboa. La misión de las religiosas se extiende también al Centro de Readaptación Social de Ixmiquilpan, donde tejen lazos de solidaridad y esperanza con mujeres en prisión. (Foto: cortesía hermanas CCVI)
Global Sisters Report en español: ¿Cómo llegaron a Chilcuautla, Hidalgo?
María Cardoza: Llevo en la congregación 40 años. Desde el comienzo he trabajado en parroquias, dando catequesis y cursos bíblicos. Hace 20 años conocí a la hermana María Luisa, y desde entonces hemos trabajado también como artesanas.
Llegamos a Hidalgo en 2017 y empezamos a visitar las comunidades de la parroquia de Chilcuautla, donde algunas comunidades son más pobres que otras. Hay mucha gente que emigra a Estados Unidos o dentro del país, principalmente a la Ciudad de México, Guadalajara y Querétaro.
Entré a la congregación en 1968; soy maestra y he trabajado en colegios. Después hice trabajo pastoral en comunidades de la Tarahumara y en la huasteca potosina, donde iniciamos el aprendizaje del bordado e implementamos talleres, algo que replicamos en Hidalgo.
Al ser maestra, también trabajo con niños. Es muy deficiente el aspecto educativo: un niño de primaria sale sin saber leer. Ofrezco apoyo en lectoescritura y matemáticas básicas.
¿Cómo es el trabajo que realizan con las comunidades hñähñü?
María Cardoza: La parroquia tiene 18 comunidades, pero nosotras trabajamos en 3 de ellas. Tenemos grupos de mujeres de diferentes edades; hemos acondicionado un taller para poder elaborar prendas de vestir a partir de su trabajo tradicional de bordado.
Hacen blusas, camisas, vestidos, bolsas, manteles, etc. Todo es trabajo artesanal.
María Luisa Gamboa: El proyecto consiste en la recuperación del bordado, que es parte de su cultura; se estaba perdiendo. Además del bordado tradicional, están trabajando el telar de cintura.
También apoyamos a una comunidad en la producción de maguey, ya que de esta planta se extrae hilo, se produce pulque [bebida fermentada conocida como aguamiel] y hasta se utiliza para hacer barbacoa.
¿Cómo entienden el trabajo con las comunidades?
María Luisa Gamboa: Tenemos muy clara la necesidad de trabajar por la promoción de la mujer y el rescate de su cultura y dignidad. Que valoren lo que son y lo que hacen, además de generar fuentes de trabajo para que puedan aportar a sus hogares.
El trato a la mujer es muy marginado; para ellas el tener una fuente de ingreso les dignifica. "Yo nunca pensé que pudiera hacer esto", dijo una de ellas. Incluso el trabajo les ha merecido que las escuelas las busquen para que sus prendas sean utilizadas como uniformes escolares. Eso les hace sentirse útiles y valoradas.
Los tres grupos de trabajo suman 24 mujeres.
Este trabajo lo realizan también con mujeres presas, ¿podrían profundizar al respecto?
María Cardoza: En 2017 el obispo nos pidió que trabajáramos con las mujeres del Centro de Readaptación Social (Cereso) de Ixmiquilpan, Hidalgo.
En el Cereso las mujeres ya sabían bordar, por las capacitaciones que les imparten ahí. Nosotras [les] enseñamos a elaborar prendas de vestir con el bordado artesanal, esto con ayuda de la directora del penal y un programa del Gobierno.
Después de la pandemia de COVID ya no pudimos entrar, pero vamos cada quince días por sus tiras bordadas y se las vendemos a las mujeres de los grupos para que confeccionen prendas.
María Luisa Gamboa: Tratamos de que se apoyen mutuamente. Cuando nosotras entramos al penal eran 17 mujeres trabajando, hoy son 27. Las que trabajan específicamente el bordado son 13 personas.
Es totalmente diferente trabajar con las mujeres presas y las de Chilcuautla. Estar en prisión, alejadas de sus familias, en situación vulnerable y abandono, les crea la necesidad de decir "aquí estamos, existimos".
Poco a poco creció la comunicación al grado de pedir cosas básicas como papel sanitario o pasta de dientes, porque no tienen nada. Es distinta la situación de abandono de una mujer a la de un hombre preso.
El hombre tiene el apoyo de la mamá, los hijos o la esposa. A la mujer la apoyan un rato y luego la abandonan totalmente. La mujer presa necesita sentirse igual a cualquier mujer.
¿Cómo es el trabajo religioso en las comunidades?
María Cardoza: Apoyamos en la pastoral profética y litúrgica, además del acompañamiento en sacramentos y en la realización de las fiestas patronales.
María Luisa Gamboa: Es importante porque algunas comunidades solo tienen misa una vez al mes. Un sacerdote atiende a 18 comunidades. Las más grandes tienen misa cada 15 u 8 días.
Hay mucha necesidad en ese aspecto. Trabajamos en la preparación de catequistas y encargados de capilla laicos.
La gente está muy deseosa de aprender. Nos lo expresan al decir: "Queremos aprender la palabra de Dios, la escuchamos, pero medio sabemos leer". Aquí hay una religiosidad popular muy fuerte, todo gira alrededor de las fiestas patronales.
María Cardoza: En los ciclos litúrgicos fuertes, Semana Santa, Navidad, el día de la Virgen de Guadalupe, la celebración dura 40 días porque la virgen debe visitar todas las casas. En la cabecera municipal duran más de un mes las procesiones a la Virgen de Guadalupe.
María Luisa Gamboa: En las comunidades tienen muchos ritos, como el rito de la flor, donde los hñähñüs ofrecen su trabajo a Dios.
En Semana Santa son usuales las procesiones. En Domingo de Ramos la procesión dura 6 horas.
Advertisement
Finalmente, ¿cuáles son los retos materiales y espirituales que tienen en puerta?
María Luisa Gamboa: Yo creo que es importante seguir con la capacitación para que aprendan y mejoren. Deseamos que sigan su deseo de aprender y superarse.
Cada taller debe tener lo necesario para trabajar. Nosotras llevamos botones, cierres, hilos, etc. El reto más grande es encontrar un mercado fijo y consolidarlas como un grupo unido.
Solo juntas encontrarán oportunidades tanto del Gobierno como de algunas instituciones no gubernamentales que puedan apoyarlas. A veces se presentan necesidades económicas que se vuelven retos difíciles de apoyar por falta de recursos.
María Cardoza: Otro reto es la capacitación. Una maestra originaria de Monterrey las capacita en corte y confección, a veces presencial o vía Zoom. El tema siempre es el dinero y tener una maestra de fijo que enseñe.
Hemos construido espacios como en Boxaxni (95 % de las personas habla lengua indígena, de acuerdo con la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo), donde las personas levantaron su taller. Es bastante amplio, con una tienda donde venden sus artesanías. En otra comunidad rentamos un local y en la otra una persona nos prestó el espacio.
María Luisa Gamboa: Es un trabajo que vale mucho la pena porque vamos viendo su progreso y la transformación de las relaciones de la gente.
María Cardoza: Yo siento satisfacción de ver el cambio en las mujeres, en sus esposos y el valor que les dan a sus esposas. "Estas mujeres han cambiado la televisión por la máquina de coser", dicen los esposos.
Una mujer dice: "Hermanas, antes yo rompía un plato y mi esposo me regañaba porque, dice, que a mí no me cuesta. Ahora puedo romper la vajilla completa porque yo la compro".