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La Hna. Laura Zelten, en el extremo derecho, sonríe con sus estudiantes en la Universidad de Wisconsin-Green Bay en Green Bay, Wisconsin, EE. UU., durante un evento de servicio comunitario. (Foto: cortesía Laura Zelten)
La Hna. Laura Zelten sintió la llamada a unirse a una orden religiosa a una edad temprana, y su compasión y deseo de servir a los demás la llevaron hacia las Hermanas de San Francisco de la Santa Cruz. De vivir en un país en vías de desarrollo a dirigir retiros para estudiantes en los EE. UU., su alegría y amor por Dios la impulsaron continuamente a poner a los demás antes que a sí misma y acercarlos a Jesús y a su amor por ellos.
Con casi 50 años de ministerio, su corazón de maestra la ha llevado a trabajar con estudiantes de todas las edades, desde la educación primaria hasta la universidad, alimentando su fe y sus conocimientos académicos. La religiosa no tiene previsto bajar el ritmo y afirma que cada día es una bendición y una oportunidad para marcar la diferencia en la vida de las personas que la rodean.
Global Sisters Report: ¿Qué le llevó a hacerse religiosa?
Zelten: Ingresé en la vida religiosa un año después de acabar la secundaria, y llevo 47 años siendo hermana. Investigué cuatro comunidades religiosas diferentes en busca de aquella en la que pudiera servir mejor al pueblo de Dios. Esas cuatro órdenes eran las Hermanas Escolares de Notre Dame, las Hermanas de Santa Inés, las Hermanas Franciscanas de la Caridad Cristiana y las Hermanas de San Francisco de la Santa Cruz. No me preocupaba demasiado a qué me dedicaría. Simplemente quería ser una hermana, vivir en comunidad y compartir la vida ministerial de la comunidad.
Cuando ingresé en las Hermanas de San Francisco de la Santa Cruz supe que era la comunidad que mejor encajaba con mis dones y espiritualidad. Sentí que el estilo de vida franciscano estaba hecho para mí. La forma en que la comunidad vivía el carisma de la cruz, la palabra y la Eucaristía, siendo mujeres de oración, presencia y hospitalidad, era como yo imaginaba que sería mi vida. Las hermanas eran alegres. Servían en las parroquias y formaban parte de la vida de la gente. Me encantaba rezar la liturgia de las horas con la comunidad. Cuando rezábamos, parecía que estábamos conectadas con la Iglesia universal.
¿Alguna vez dudó de su llamada?
Creo que nunca dudé de mi llamada. Era consciente del sacrificio que supondría no dar a luz a mis propios hijos, pero dediqué esa energía a servir a los demás y a ser un buen miembro de la comunidad.
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La Hna. Laura Zelten, segunda por la izquierda, con sus compañeras Hermanas de San Francisco de la Santa Cruz. (Foto: cortesía Laura Zelten)
¿Cómo y dónde ha prestado sus servicios desde que es religiosa?
Mi comunidad acude a la universidad St. Norbert College en De Pere (Wisconsin) para obtener el título de maestra como parte de la formación que reciben las mujeres cuando ingresan en la orden. Cuando terminé mi grado en Educación Primaria, di clases de primer, segundo y tercer grado durante ocho años en la diócesis de Green Bay [Wisconsin], en St. Louis en Dyckesville, All Saints en Denmark y St. John's en Little Chute.
Cuando servía en St. John's en Little Chute [Wisconsin] formaba parte de su comité de justicia social. Fue allí donde sentí la llamada a servir a nuestros hermanos y hermanas que viven en la pobreza. La comunidad contaba con una misión en Muelle de los Bueyes, Nicaragua. Después de un proceso de discernimiento con mi director espiritual, la dirección de la comunidad y amigos cercanos y familiares, partí hacia Centroamérica.
Pasé ocho años con los habitantes de Muelle de los Bueyes. Realmente no había una rutina diaria. Participábamos en el programa de la escuela rural y en la formación de los catequistas, agentes de salud y miembros activos de la parroquia. Mi ministerio principal era trabajar con los maestros en el programa de la escuela rural. Pasaba el tiempo visitando las escuelas de las comunidades rurales. En aquella época no había carreteras y todos mis desplazamientos los hacía a caballo o a lomos de una mula. Me alojaba en casa de la familia del maestro durante las visitas.
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Al regresar a casa, serví a nuestros hermanos y hermanas hispanos en la diócesis de Green Bay. Me encantó trabajar con la congregación en sus celebraciones, especialmente en los momentos importantes de la vida familiar. Muchos eran parte de la primera generación en los Estados Unidos, y caminar con ellos a través de tiempos difíciles y buenos a medida que se integraban en la sociedad fue un honor y un privilegio.
Mi comunidad religiosa me preguntó entonces si estaría dispuesta a servir como nuestra directora de vocaciones. El poder discernir con mujeres que buscaban su llamada en la vida fue una lección de humildad. Para mí, la oración era una parte esencial de este ministerio. Recé por las mujeres con las que estaba caminando y recé para que nuestra comunidad aceptara que otras se unieran a nosotras. Me sentí honrada de compartir la historia de mi comunidad con otras mujeres que estaban descubriendo cómo Dios las llamaba.
Continué formándome e hice estudios de posgrado en teología, titulándome en el St. Norbert College [De Pere, Wisconsin]. Esto me abrió las puertas a la enseñanza de la teología en la escuela secundaria y, finalmente, a servir en el ministerio de las escuelas secundarias y a nivel universitario. Es una bendición y una alegría servir a los jóvenes adultos, caminando con ellos mientras descubren a qué les llama Dios o presentándoles a Jesús, su amigo.
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La Hna. Laura Zelten posa con el Fénix, la mascota de la Universidad de Wisconsin-Green Bay, EE. UU., donde sirve como ministra del campus para la comunidad católica de la universidad y el Club Newman. (Foto: cortesía Laura Zelten)
¿Cuál ha sido la experiencia más impactante durante su tiempo como religiosa?
La experiencia más poderosa que he tenido como hermana sigue siendo formar parte de las vidas de aquellos a quienes sirvo. Siento que cada una de mis experiencias ministeriales fue especial e impactante a su manera. Ya haya sido enseñando a niños pequeños, trabajando con las comunidades rurales de Nicaragua, en el ministerio vocacional o en el ministerio universitario y de la escuela secundaria, en todos los casos se trataba de caminar con los demás y ayudarles a crecer en su relación con Jesús y ser discípula, compartiendo ese amor con el mundo.
¿Cuál es su apostolado actual?
Estoy en mi octavo año de ministerio como directora del ministerio universitario en la Universidad de Wisconsin-Green Bay en Green Bay, Wisconsin.
Lo que más me gusta del ministerio universitario son los retiros y las misiones. Al dirigir retiros puedo escuchar historias acerca de cómo la fe está cambiando la forma en que los jóvenes adultos se ven a sí mismos. Cuando organizo misiones, veo cómo los jóvenes pueden cambiar el mundo. Ver a los estudiantes poner en práctica lo que han aprendido y compartirlo con el mundo me llena de alegría.
Mi esperanza para el ministerio universitario es que podamos seguir formando a jóvenes adultos que se tomen en serio el crecimiento de su relación con Jesús, que participen activamente en la vida de nuestra Iglesia y que quieran ser discípulos misioneros que compartan el amor de Dios allí donde estén.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 19 de marzo de 2024.