En Casa Mambré, un refugio para inmigrantes en Ciudad de México, la Hna. Fefa Martínez Basterra promovió la atención médica dental, gracias al concurso de odontólogos voluntarios. (Foto: Ángel Huerta)
María Josefa Fefa Martínez Basterra, nacida en Pamplona, España, en 1940, creció en un entorno profundamente religioso que influenció su vida y su dedicación al servicio de los demás. Desde joven, la poesía se convirtió en un medio esencial para expresar sus emociones y su fe, ofreciendo consuelo y una forma de conectar su mundo interior con las realidades externas que ha enfrentado. Esta pasión por la poesía ha acompañado su compromiso con la justicia social y su labor pastoral en diversos países.
A los 30 años, Martínez Basterra se unió a las Hermanas Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio, lo que la llevó a Alemania, donde trabajó con comunidades de migrantes y vivió de cerca las difíciles condiciones laborales y sociales que enfrentaban. Sus experiencias en ese país y en El Salvador y España profundizaron su conciencia sobre las injusticias y reforzaron su determinación de luchar por la dignidad de los migrantes.
En El Salvador, en particular, trabajó en medio de un contexto de violencia y conflicto armado, donde su labor con las víctimas y las mujeres la marcó profundamente. Estas experiencias en diversos países no solo la enriquecieron a nivel personal, sino que también forjaron en ella una fuerte conciencia global sobre las luchas y esperanzas de los pueblos en situación de vulnerabilidad.
Desde 2009, la Hna. Martínez Basterra ha estado en Casa Mambré, en Ciudad de México, donde ofrece apoyo integral a personas en situación de movilidad, brindando refugio, asesoría legal, psicológica y espiritual, mientras reafirma su compromiso con la causa de los derechos humanos.
"Vivir en Alemania como migrante me hizo sentir lo que era ser tratado como un bulto. Estas experiencias me ayudaron a entender las dificultades de los migrantes, reforzando mi compromiso con la justicia social": Hna. Fefa Martínez
"Somos seres espirituales, que es distinto de ser religiosos. La espiritualidad es la esencia de la persona. Si no fuera capaz de encontrar en los demás lo que digo tener, entonces no tendría sentido": Hna. Fefa Martínez Basterra
Global Sister Report en español: ¿Cómo influyó la religión en tu vida durante esos años?
Martínez Basterra: La participación cristiana fue una constante en mi familia. Asistí al colegio de religiosas de San Vicente de Paúl y desde niña me involucré en actividades como la catequesis. También fui miembro de la Acción Católica, donde llegué a ser tesorera de la diócesis. Este ambiente de entrega lo viví desde pequeña; mi papá hacía las cuentas en la parroquia y mi mamá enseñaba en la iglesia. Nosotros, como niños, también nos involucramos en estas actividades.
¿Qué otras experiencias laborales o de voluntariado tuviste antes de decidir tu vocación religiosa?
Hice estudios de perito mercantil y comencé a trabajar como administrativa desde joven. Mi primer trabajo fue ayudando a mi papá en una tarea administrativa. A los 17 años me ofrecieron un puesto, y después de un tiempo, lideré un equipo de ocho mujeres en una empresa de material eléctrico. Allí desarrollé una conciencia de justicia y derechos laborales, enfrentando discriminación por género y reclamando el pago justo por horas extras.
Siempre combiné el trabajo con el voluntariado, pero a los 30 años la cuestión religiosa cobró mayor importancia en mi vida. Un jesuita me hizo notar una conciencia religiosa que no había reconocido en mí. En mayo de 1970 comencé un postulantado en Almería, trabajé en un centro de formación profesional y me impactó ver cómo muchos niños tenían padres trabajando en Alemania. Después pasé al noviciado en Madrid, donde trabajé en diversos oficios y, finalmente, comencé formalmente mis estudios en trabajo social.
¿Qué otras experiencias migratorias viviste durante tu formación?
Pedí a mi provincia la oportunidad de trabajar en una fábrica donde estuvieran inmigrantes. Me concedieron una beca para estudiar en Colonia, Alemania, donde trabajé durante dos meses en una fábrica junto a otros migrantes. Allí viví en un albergue y experimenté las condiciones laborales duras, con jornadas de 14 horas.
Vivir en Alemania como migrante me hizo sentir lo que era ser tratado como un bulto. Estas experiencias me ayudaron a entender las dificultades y la dignidad de los migrantes, reforzando mi compromiso con la justicia y el trabajo social.
Ahora en México en Casa Mambré, ¿cómo llegan las personas? ¿Qué es lo que pasa después y cómo se van?
Las organizaciones tienen procesos. Al principio, pudimos llevar a cabo una propuesta de atención integral. Aunque la propuesta estuvo desde el inicio, son cosas que vas haciendo según vives. Descubrimos que no estábamos atendiendo todo, y por eso pusimos en marcha servicios de atención social, laboral y dental.
Mi servicio en Mambré comenzó como voluntaria, pero mi experiencia profesional me llevó a tener un trabajo remunerado durante cinco años. Ahora soy voluntaria, porque ya soy mayor. El voluntariado no es remunerado en dinero, pero conlleva costos de responsabilidad y tiempo.
En Casa Mambré logré implementar la atención dental, que es de suma importancia para las personas residentes. Encontré a Carmen, quien lleva cinco años y medio de voluntaria. Desde esa experiencia, las posibilidades personales hacen que el voluntariado sea temporal o de corta duración, pero siempre con responsabilidad. La remuneración puede ser económica, pero también de conocimiento y sentido.
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¿Cómo ve la relación entre espiritualidad y su labor de trabajo social y voluntariado?
Somos seres espirituales, que es distinto de ser religiosos. La espiritualidad es la esencia de la persona, el sentido que da a la vida. Si no fuera capaz de encontrar en los demás lo que digo tener, entonces no tendría sentido. Cuando miro a las personas como hijos de Dios, somos hermanos. No siempre lo he vivido con claridad, pero hay algo que te produce una conciencia de felicidad. El servicio a los demás, la conciencia de ser hermano, te permite una felicidad que es difícil de describir.
La espiritualidad da sentido a lo profundo de cada vida. Una persona me hablaba de las cosas malas del mundo, de la negatividad, pero yo le dije que también hay muchas personas buenas.
¿Cómo describes la relación entre la poesía y tu experiencia espiritual y vivencial?
La poesía surge de su vivencia espiritual y personal, es una forma de expresar la experiencia de Dios. La poesía expresa una vivencia, así de sencillo; he hecho poesías sobre la amistad con gente que me sentía amiga y otros poemas, al ser mujer con una vitalidad diferente , [sobre cómo] hacerse creyente.