La trágica guerra oculta en la región etíope de Tigré

Una niña de 8 años recibe tratamiento en el hospital de referencia de Dubti, Etiopía, el 24 de febrero de 2022. La niña perdió la mano izquierda a causa de los explosivos abandonados cerca de su casa tras los combates entre la Fuerza de Defensa Nacional de Etiopía y el Frente de Liberación Popular de Tigré. (Foto: CNS/Reuters/Tiksa Negeri)

Una niña de 8 años recibe tratamiento en el hospital de referencia de Dubti, Etiopía, el 24 de febrero de 2022. La niña perdió la mano izquierda a causa de los explosivos abandonados cerca de su casa tras los combates entre la Fuerza de Defensa Nacional de Etiopía y el Frente de Liberación Popular de Tigré. (Foto: CNS/Reuters/Tiksa Negeri)

Traducido por Purificación Rodríguez Campaña

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Las Hermanas de San Luis iniciaron una misión en Dawhan, en la región etíope de Tigré, en 2013. Esta región, en la que viven unos 6 millones de tigrinos (etnia tigré), es la más septentrional de Etiopía, con Eritrea al norte y Sudán al oeste. Queríamos prestar especial atención al empoderamiento de las mujeres y los niños.

Comencé mi trabajo allí en 2019, pero nuestro equipo misionero tuvo que huir durante la guerra civil, así que abandoné la región el 10 de enero de 2022. A partir del 8 de abril, nuestras hermanas pudieron regresar a sus misiones, pero yo aún no he vuelto. Estos son recuerdos que tengo de mis propias experiencias allí.

La tensión entre la región de Tigré y el Gobierno federal de Etiopía llevaba ya un tiempo existiendo, dado que el partido Frente Popular de Liberación de Tigré (TPLF, por sus siglas en inglés) se resistía a los intentos del primer ministro Abiy Ahmed de arrebatar el poder regional para unificar el país bajo un gobierno centralizado más fuerte.

El TPLF estaba especialmente descontento por el aplazamiento de las elecciones de octubre de 2020 debido a la pandemia de COVID-19, por lo que desafió los intentos de Ahmed y celebró las elecciones regionales previstas. Esta acción inició la guerra civil en la región de Tigré en noviembre de 2020, que ha matado a miles de personas y provocado el desplazamiento a otro lugar del país de otras millones de personas.

La declaración de un alto al fuego entre el Gobierno federal de Etiopía y las fuerzas de Tigré en 2021 nos llenó de alegría y felicidad a mí y a las hermanas de mi comunidad. Con alivio y enorme gozo, dimos gracias a Dios y lo celebramos cuando los militares eritreos empezaron a abandonar el distrito.

Pero entonces nuestras esperanzas se evaporaron: el alto el fuego era un espejismo. Nuestra región no tenía electricidad, alimentos ni conexión a internet, y la circulación de la población estaba restringida. Los bancos no tenían efectivo y la ayuda extranjera dejó de llegar.

No lo entiendo: ¿cuáles fueron los delitos que cometieron los civiles de la región de Tigré, especialmente las madres y los niños? Sigo realmente perturbada; me siento impotente, confusa, estresada y no sé qué hacer.

Es difícil saber lo que ocurrió en la región; se rumoraba que los militares federales habían huido, lo que empujó al primer ministro a pedir un alto al fuego, algo que el Frente Popular de Liberación de Tigré rechazaba, a menos que se cumplieran ciertas condiciones. El TPLF exigió que se restablecieran todos los servicios sociales y básicos arrebatados a la región y que se devolvieran las cosas que habían sido robadas; pero el Gobierno federal se negó, y el alto al fuego fracasó.

En su lugar, el Gobierno impuso castigos más severos a la región. Nadie podía salir y se detuvo la llegada de aviones. Todo quedó prácticamente paralizado. Estábamos a merced de Dios y de la providencia.

Como extranjera en la zona de guerra, todo me resultaba muy confuso. ¿Cómo pueden los civiles ser castigados de forma tan cruel por su propia gente? El Gobierno federal y el TPLF estaban tan borrachos de poder que olvidaron la importancia de la vida humana y no les interesaba la paz.

Una mujer lleva a un bebé mientras hace cola para conseguir comida en la escuela primaria de Tsehaye, convertida en refugio temporal para desplazados por el conflicto, en la ciudad de Shire, situada en la región etíope de Tigré, el 15 de marzo de 2021. (Foto: CNS/Reuters/Baz Ratner)

Una mujer lleva a un bebé mientras hace cola para conseguir comida en la escuela primaria de Tsehaye, convertida en refugio temporal para desplazados por el conflicto, en la ciudad de Shire, situada en la región etíope de Tigré, el 15 de marzo de 2021. (Foto: CNS/Reuters/Baz Ratner)

¿Cómo podía sobrevivir la gente? Los niños venían a pedirnos comida, pero nuestra comunidad no tenía nada para compartir. No podíamos acceder a los fondos que teníamos en el banco. ¡Estaba muy triste y enfadada! Los pobres niños sufrían.

Agradecí que algunos jóvenes y niños de la comunidad aprovecharan la situación. Ayudamos en la catequesis de los niños, enseñándoles oraciones y canciones sencillas. Y en sus reuniones para orar les enseñábamos inglés durante al menos 20 minutos al día para mantenerlos ocupados.

Las clases iban bien, había mucha participación, pero entonces muchos de los jóvenes se vieron obligados a alistarse en las Fuerzas de Defensa de Tigré (TDF, por sus siglas en inglés), que es como se llama ahora el ejército de Tigré. Nos quedamos con poca gente y nos entristeció ver a los adolescentes obligados a formar parte del ejército de la región.

Algunos se alistaron en el ejército por falta de alimentos y dinero; estaban convencidos de que pertenecer al ejército de Tigré les garantizaría alimentos y les daría la oportunidad de vengarse de lo que el primer ministro y sus aliados le habían hecho a la población de la región.

Entonces, el TPLF empezó a obligar a cada familia a entregar al menos a una persona para que se alistara en las Fuerzas de Defensa de Tigré: mujeres y hombres jóvenes, incluso niños y niñas pequeños de la escuela secundaria. Los padres cuyos hijos se negaron a unirse a las fuerzas de defensa de la región fueron encarcelados.

Casi todos los jóvenes se han ido de la iglesia y de nuestra comunidad. Se me parte el corazón por lo que está pasando en Tigré, Etiopía.

Las Fuerzas de Defensa de Tigré esperaban abrirse camino hasta Addis Abeba, la capital de Etiopía, pero yo tenía mis dudas de que pudieran hacerlo: el Gobierno tiene todo el ejército federal y todo el equipo militar. Temía mucho por los militares de Tigré y por los jóvenes, que tienen poca formación. Mis temores aumentaron cuando el ejército federal inició ataques aéreos en nuestra capital regional matando a algunos civiles, incluidos niños pequeños.

La tensión creció en la región, ya que todo el mundo temía salir de casa por miedo a las bombas o los ataques aéreos. Los padres no dejaban salir a sus hijos y el servicio de autobuses se interrumpió por falta de combustible. Lo que más nos asustaba eran los drones: no se sabe cuándo ni por dónde vendrán. Siempre rezaba mi oración antes de acostarme sabiendo que me podía caer una encima, mientras dormía, una bomba de los militares federales.

Pero a pesar de todo, la gente sigue apoyando al TPLF. Están convencidos de que la fuerza de defensa regional será capaz de derrocar al primer ministro. Esperan pacientemente la victoria. Algunos dicen que no son etíopes, sino tigrinos. Creen que ahora ya no son de Etiopía por lo que les han hecho.

Agujeros de bala en una mezquita de Kasagita, Etiopía, el 25 de febrero. Los daños fueron causados por los combates entre la Fuerza de Defensa Nacional de Etiopía y el Frente Popular de Liberación de Tigré. (Foto: CNS/Reuters/Tiksa Negeri)

Agujeros de bala en una mezquita de Kasagita, Etiopía, el 25 de febrero. Los daños fueron causados por los combates entre la Fuerza de Defensa Nacional de Etiopía y el Frente Popular de Liberación de Tigré. (Foto: CNS/Reuters/Tiksa Negeri)

Las clases en la escuela primaria se reiniciaron en plena guerra y dejaron de cantar el himno nacional de Etiopía. En su lugar, utilizan el himno de Tigré para mostrar la seriedad con la que la región está dispuesta a separarse de Etiopía como país. Me entristece mucho que la gente esté a favor de la guerra.

¿Cuándo va a terminar? El primer ministro incluso ha expulsado del país a miembros de grupos internacionales por considerar que apoyan al TPLF. El hambre se ha apoderado de la región, y mujeres y niños están muriendo. ¿Qué podemos hacer ahora?

Tuve un poco de esperanza en 2020, cuando enviados de la Unión Africana fueron a Addis Abeba, tratando de presionar al TPLF y al primer ministro para que dialogaran. En 2021, la ONU también pidió al presidente de Kenia que intercediera. El secretario de Estado estadounidense visitó algunos países africanos en 2021 y se reunió con el presidente keniano para tratar la situación en Etiopía.

Pero el TPLF y el primer ministro etíope se mantuvieron firmes en sus posiciones. Ahmed anunció a la gente en su página de Facebook que se marchaba a luchar en primera línea contra los "rebeldes del TPLF". La pequeña ventana de esperanza para el diálogo parece haberse cerrado por completo. Pero seguimos confiando en Dios y esperando que se haga su voluntad.

La guerra de Rusia y Ucrania es conocida por todo el mundo a través de las redes sociales, mientras que la guerra civil de Etiopía y Tigré es una guerra oculta cargada de atrocidades. La gente no puede abandonar el país, ¿se trata acaso de un acto de limpieza étnica?

A finales de junio, Ahmed declaró que su Gobierno había formado un comité para negociar con las fuerzas de la región septentrional de Tigré. Solo nos queda esperar y rezar.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 14 de julio de 2022.