Bautismo de Cristo, óleo de Aníbal Carracci, 1584. (Foto: Wikimedia Commons/obra de dominio público)
Nota de la editora: Global Sisters Report en español presenta Al partir el pan, una serie de reflexiones dominicales que nos adentran al camino de Emaús.
«Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban por dentro si Juan no sería el Mesías, Juan se dirigió a todos: “Yo los bautizo con agua; pero viene uno con más autoridad que yo, y yo no soy digno para soltarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego”. (…) Todo el pueblo se bautizaba y también Jesús se bautizó; y mientras oraba, se abrió el cielo, bajó sobre él el Espíritu Santo en forma de paloma y se oyó una voz del cielo: “Tú eres mi hijo querido, mi predilecto”» (Lc 3, 15-16. 21-22).
Después de las festividades en torno al nacimiento de Jesús, el Evangelio de hoy nos presenta a Jesús iniciando su ministerio público con el gesto del bautismo. Cabe anotar que no todos los evangelistas presentan de igual manera el bautismo. Marcos y Mateo muestran explícitamente a Jesús siendo bautizado por Juan el Bautista.
En el Evangelio de Juan no se hace referencia al bautismo de Jesús y, en el de Lucas, que es el que hoy estamos considerando, se infiere que fue bautizado por Juan, ya que dice que todo el pueblo se bautizaba y también Jesús se bautizó con ellos, pero no lo dice explícitamente. Pero son interesantes los detalles que señala Lucas. Como acabamos de decir, Jesús se bautizó como lo estaba haciendo todo el pueblo. Esto nos habla de la solidaridad de Jesús con su pueblo, del ser uno como los demás, de adaptarse a los movimientos de su tiempo y participar de ellos.
"¿Cuál es el bautizo que orienta nuestra vida? No es difícil encontrar a personas atrapadas en el legalismo, ritualismo o tradicionalismo, resistiéndose a vivir la libertad del Espíritu": teóloga Consuelo Vélez
Por otra parte, Lucas nos presenta a Jesús en oración. Esta es una característica de este Evangelio, y manifiesta la apertura de Jesús al Espíritu, su disposición interior a la voluntad de su Padre. Y en esa apertura interior sucede el descenso de la paloma —lo cual nos remite a la corporalidad de los acontecimientos vividos, a su encarnación histórica— y se oye la voz del cielo que confirma que ese Jesús es el Hijo querido del Padre, su predilecto. Es decir, Dios confirma ese proceder de Jesús, y de esa manera invita a todos a seguirle, porque ese actuar corresponde a su voluntad sobre la humanidad.
Como reflexión para nuestra vida podríamos volver al inicio del relato en el que Juan el Bautista diferencia el bautismo que él realiza del que hará Jesús: un bautizo con Espíritu Santo y fuego. Y, efectivamente, es a ese Jesús que bautizará de manera distinta a como lo había hecho Juan el Bautista, a quien Dios reconoce como su Hijo predilecto.
Podríamos preguntarnos cuál es el bautizo que orienta nuestra vida, cuál el estilo de vida, predicación, actitudes, realizaciones que acompañan nuestra vida cristiana. No es difícil encontrar a personas atrapadas en el legalismo, ritualismo o tradicionalismo, resistiéndose a vivir la libertad del Espíritu, su novedad, su creatividad, su capacidad de salir al encuentro del mundo de hoy para responder a sus desafíos.
Estamos llamados a vivir el bautismo del Espíritu con el que seguramente también nuestro Dios Padre/Madre podrá decir de cada uno de nosotros y nosotras que somos sus hijos e hijas predilectos a quienes confía su misión para este tiempo presente.