Un regalo de la edad adulta es la invitación a un viaje interior

Las manos de un adulto mayor aparecen en esta fotografía. (Foto: Unsplash/Danie Franco)

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Jean Flannelly

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Traducido por Helga Leija

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Nota de la editora: La serie Vida Religiosa en Evolución explora cómo las hermanas católicas se están adaptando a las realidades de las congregaciones en transición y a las nuevas formas de vida religiosa. Aunque escribimos a menudo sobre estas tendencias, esta serie en particular se enfoca con más detalle en las esperanzas de las hermanas para el futuro.

En el imaginario popular, rara vez asociamos las palabras 'regalo' y 'vejez'. Nuestra cultura, orientada a la juventud, promueve una visión negativa del envejecimiento, aplaudiendo a quienes logran 'mantenerse jóvenes'. Incluso, ¡una octogenaria apareció en la edición de trajes de baño de Sports Illustrated el año pasado! Esta visión miope de la vejez es degradante y, si la interiorizamos, nos impide descubrir la riqueza de esta etapa de la vida.

A través de la experiencia compartida y personal, estoy convencida de que hay un don muy especial en esta etapa de la vida: una invitación a un viaje interior. Un ejemplo excelente de este viaje interior lo recoge Agustín en sus Confesiones:

¡Tarde te he amado, belleza siempre antigua, siempre nueva, tarde te he amado! Tú estabas dentro de mí, pero yo estaba fuera, y fue allí donde te busqué. En mi falta de amor me sumergí en las cosas bellas que tú creaste. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Las cosas creadas me alejaban de ti; sin embargo, si no hubieran estado en ti, no habrían estado en absoluto. Llamaste, gritaste y rompiste mi sordera. Destellaste, brillaste y disipaste mi ceguera. Exhalaste tu fragancia sobre mí; respiré, y ahora jadeo por ti. Te he saboreado, ahora tengo hambre y sed de más. Me has tocado, y ardo por tu paz.

A través de su amplia introspección, Agustín llegó a conocerse a sí mismo de forma más completa y precisa y se encontró con el Dios vivo.

El término 'adultez mayor' se usa para describir a las personas de 75 años en adelante. A esta edad, dos realidades impulsan esta invitación hacia el interior. En primer lugar, el proceso de envejecimiento, con sus retos físicos, sociales y psicológicos, se hace más evidente. Muchos dejan el ministerio activo a tiempo completo, o pronto lo harán.

Este cambio suscita una pregunta personal: '¿Quién soy ahora, sin el ministerio que daba propósito a mi vida?'. Y, poco después, surge otra: '¿En quién quiero convertirme?'. La segunda realidad es la conciencia de que ahora tenemos más recuerdos que mañanas por vivir.

"Nuestra cultura, orientada a la juventud, promueve una visión negativa del envejecimiento, aplaudiendo a quienes logran 'mantenerse jóvenes'": Hna. Jean Flannelly

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Aceptar esta invitación a un viaje interior nos revela, aunque sea vagamente, que tenemos un trabajo interno por hacer, tanto psicológico como espiritual. Esta tarea psicológica podría llamarse 'revisión de vida', ya que miramos hacia atrás, a nuestras elecciones y experiencias, las cuales nos han moldeado y han definido nuestras contribuciones, tanto en nuestro entorno cercano como en el mundo en general.

Es importante señalar que, en esta etapa más madura de la vida, somos capaces de reconocer que gran parte de lo que percibimos como desaires o heridas que tomamos de forma personal eran simplemente efectos secundarios de las metas y prioridades de los demás. Nunca se trató de nosotros. Además, podemos ver las cosas con más claridad y estar menos influidos por la necesidad de probarnos a nosotros mismos o de recibir validación externa.

Uno de los objetivos de este examen interno es integrar aspectos de nuestra personalidad que hemos ignorado o reprimido mientras perseguíamos nuestro ideal personal. Podría tratarse de la rabia al no haber conseguido una oportunidad deseada, del duelo por las pérdidas que acompañan nuestras vidas humanas o del perdón que necesitamos pedir a alguien a quien lastimamos en nuestra búsqueda de logros.

Un segundo propósito, más amplio e igualmente importante desde el punto de vista psicológico, es llegar a algún juicio o conclusión sobre nuestras vidas. Las ideas de Erik Erikson sobre esta etapa final del ciclo vital son esclarecedoras: el objetivo es alcanzar la "integridad del ego". Si podemos decir: "Mi vida ha tenido sentido, es la única vida que podría haber vivido", hemos aceptado nuestra vida sin arrepentimientos profundos y nos sentimos en paz. Según Erikson, esto nos permite sentir integridad respecto a nuestra vida.

Por el contrario, mirar atrás con arrepentimiento, vergüenza o decepción nos deja sin paz ni plenitud. La amargura, el sentimiento de improductividad y la rumiación de errores son comunes en estos casos, y pueden llevar a la sensación de que la vida ha sido un desperdicio. Estos estados se ubican en los extremos de un continuo, y esperamos que nuestro juicio sobre nuestra vida se incline hacia la resolución positiva.

La desaceleración natural que acompaña al envejecimiento es un ingrediente necesario, aunque no suficiente, para revisar nuestras vidas. Debemos reservar tiempo para examinar nuestra historia personal, no como un acto de egocentrismo, sino con el propósito de ver más allá. Para ello, hay una oración que encuentro útil: Enséñame a mirar dentro para poder ver más allá.

"¿Quién soy ahora [que he envejecido], sin el ministerio que daba propósito a mi vida? ¿En quién quiero convertirme?":  Hna. Jean Flannelly

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El segundo ingrediente clave es lo que llamo 'responsabilidad intrépida' sobre lo que vemos. Sabemos bien, incluso antes de las redes sociales, que tendemos a proyectarnos y vernos de manera positiva. Nuestros defectos se racionalizan con facilidad. Pero, para recibir los dones espirituales y psicológicos de esta etapa, necesitamos ser honestos con nosotros mismos.

La reflexión del místico persa Jalaladdin Rumi sobre el ser humano, La Casa de Huéspedes, es oportuna en este caso y, si la seguimos, puede ayudarnos a ser más sinceros y curiosos al examinar nuestras vidas:

El ser humano es una casa de huéspedes
Cada día una nueva visita,
una alegría, una tristeza,
una decepción, una mezquindad,
Cierta conciencia momentánea
llega como un visitante inesperado.

Sé agradecido con quien quiera que venga
porque cada uno ha sido enviado
como una guía del más allá.

Este trabajo psicológico influye inevitablemente en nuestro viaje espiritual, dando forma a cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. Al adentrarnos en este proceso, es útil considerar algunas preguntas que pueden guiar nuestras reflexiones y acercarnos a estas ideas:

  • ¿Cuáles son tus mayores esperanzas al emprender este viaje interior?
  • ¿Cuáles son tus temores más profundos al emprender este viaje interior?
  • ¿De qué manera podría ayudarte a ti y a otros compartir tu experiencia actual? 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 13 de noviembre de 2024. 

This story appears in the Evolving Religious Life feature series. View the full series.