Todos y todas, llamados al seguimiento de Jesús

Comentario al Evangelio del quinto domingo del Tiempo Ordinario

La pesca milagrosa, obra de Rafael, 1515. (Foto: Wikimedia Commons/obra de dominio público)

La pesca milagrosa, obra de Rafael, 1515. (Foto: Wikimedia Commons/obra de dominio público)

Nota de la editora: Global Sisters Report presenta Al partir el pan, una serie de reflexiones dominicales que nos adentran al camino de Emaús.

«La gente se agolpaba junto a él para escuchar la Palabra de Dios, mientras él estaba a la orilla del lago de Genesaret. En eso vio dos barcas junto a la orilla; los pescadores se habían bajado y estaban lavando sus redes. Subiendo a una de las barcas, la de Simón, le pidió que se apartase un poco de tierra. Se sentó y se puso a enseñar a la multitud desde la barca. Cuando acabó de hablar dijo a Simón: "Navega lago adentro y echa las redes para pescar". Le replicó Simón: "Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos sacado nada; pero, ya que lo dices, echaré las redes". Lo hicieron y capturaron tal cantidad de peces que reventaban las redes. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Llegaron y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al verlo, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús y dijo: "¡Apártate de mí, Señor, que soy un pecador!". El temor se había apoderado de él y de todos sus compañeros por la cantidad de peces que habían pescado. Lo mismo sucedía a Juan y Santiago, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Jesús dijo a Simón: "No temas, en adelante serás pescador de hombres". Entonces, amarrando las barcas, lo dejaron todo y le siguieron» (Lucas 5, 1-11).

El Evangelio de hoy nos habla de los primeros discípulos de Jesús —Pedro, Juan y Santiago—. Este llamado se inscribe en la misión de Jesús, quien predicaba el reino de Dios y, como dice el inicio del texto, la gente se agolpaba para escucharlo. Jesús ofrece un mensaje a todos y el texto nos permite ver que, para algunos, esas palabras y 'hechos' logran hacer un cambio en la vida, al punto de 'dejarlo todo para seguirle'. En este texto el protagonista es Pedro ya que de los otros dos discípulos solo se dice que les sucedía lo mismo que a Pedro. 

"La abundancia de vida, representada en la abundante pesca, les hace comprender [a los discípulos de Jesús] otro horizonte por el que vale le pena dejarlo todo": teóloga Consuelo Vélez

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Es interesante notar que estos primeros discípulos han escuchado las palabras de Jesús, pero también logran descubrir el significado de las obras que Jesús realiza. La pesca, profesión muy conocida por los protagonistas del relato, no siempre se realiza con éxito y esa era la situación de estos pescadores. Pero dejan entrar las palabras de Jesús a su existencia y ‘en su nombre’ tiran una vez más las redes. Y aquí es donde los hechos concretos les hacen ver la vida y, en concreto, su profesión, de otra manera. La abundancia de vida, representada en la abundante pesca, les hace comprender otro horizonte por el que vale le pena dejarlo todo.

El diálogo entre Pedro y Jesús nos sitúa en la relación personal que supone el discipulado. Pedro reconoce su pequeñez ante la inmensidad del proyecto del reinado de Dios y lo expresa con el sentir 'temor', que seguramente se refiere al temor reverencial ante lo sagrado. Pero las palabras de Jesús le invitan a no temer sino a cambiar el rumbo de su vida, realizando su misma misión.

Conviene anotar que antes, estos textos se leían casi que exclusivamente como textos vocacionales a la vida religiosa o ministerial. La conciencia actual nos ha permitido extender esa llamada vocacional a todo el pueblo de Dios porque, como dijo la Conferencia de Aparecida, "todos somos discípulos misioneros". Esto es lo que se espera hoy de una Iglesia sinodal en la que el sensus fidei del Pueblo de Dios sea escuchado y la misión sea efectivamente decidida y llevada a término por todos los miembros de la Iglesia ya que todos, por el bautismo, somos "sacerdotes, profetas y reyes".