Ordenar mujeres en la orden de Susana

Una composición fotográfica muestra un plano cenital de una mujer escribiendo en un cuaderno, mientras revisa una Biblia. (Foto: Unsplash/Kelly Sikkema)

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Margaret Gonsalves

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Traducido por Carmen Notario

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Cada vez que he asistido a la profesión perpetua de una consagrada, a una ordenación sacerdotal o a un Jueves Santo he oído cantar este himno como salmo o himno de final de ceremonia:

Sois un linaje  elegido, 
Un sacerdocio real, una nación consagrada,
Un pueblo adquirido por Dios,
Para  manifestar las alabanzas de Aquel
Que os ha llamado
De las tinieblas 
A su maravillosa  luz.
(1 Pedro 2, 9)

Las mujeres que acompañaban a Jesús (Lucas 8, 1-3), entre ellas Susana, proveyeron al ministerio de Jesús con sus propios recursos. Tal vez estas mujeres se sintieron reconocidas por Jesús por su disposición a apoyar a las personas hambrientas y sedientas que acudían a escucharle cuando iba por ahí predicando la buena nueva.

Tiendo a imaginar que cuando Jesús lavó los pies a sus discípulos, lo hizo en memoria de María de Magdala. Tal vez Jesús cambió el enfoque de la conversión personal a un gesto más universal de consolar a los afligidos, en su mayoría mujeres y niños de su tiempo. Susana y otras mujeres que siguieron a Jesús sintonizaron con su corazón compasivo.

Las mujeres expresaron su gratitud a Jesús acompañándole y experimentando su amor incondicional, su kenosis, la entrega sin reservas de sí mismo. Fue una maravillosa sinfonía de amor y caridad, un profundo mensaje del Jueves Santo. Estas mujeres podían ser llamadas dignas de un 'sacerdocio real', un pueblo entregado.

¿Cuándo comprenderán los anticuados guardianes del dogma que Jesús nunca estableció un 'sacerdocio', sino más bien un 'servicio' comprometido a amar y servir, ordenándoles: "Haced esto...", al momento de inclinarse para lavar los pies de sus discípulos?

Al ofrecer su cuerpo y su sangre, ¿encarnaba Jesús una comunidad nómada en constante evolución con un grupo comprometido de inspiradoras mujeres videntes? ¿Estaba encarnando la profunda ruptura causada por las injusticias estructurales hacia los seres humanos y la creación? ¿Estaba indicando la sabiduría expansiva de ser una comunidad cósmica?

Al proveer de lo que Susana y otras mujeres amigas de Jesús tenían, todas ellas se convierten en el alimento y la bebida eucarísticos para la gente en su ministerio. Se convierten en sacerdotes en  la orden de Jesús.

Jesús pagó el precio más alto por anteponer las necesidades de la gente a los dictados de las autoridades. Jesús vivió en los corazones y las mentes de la gente que sabía que el valor más alto es el amor mutuo en lugar de las leyes institucionales.

Como informó la Agencia Católica de Noticias, el papa Francisco, dirigiéndose a la asamblea sinodal el 25 de octubre, dijo que cuando los clérigos se extralimitan en sus funciones y "maltratan al pueblo de Dios, desfiguran el rostro de la Iglesia con actitudes machistas y dictatoriales". Según Francisco, el pueblo de Dios soporta "el desprecio, el maltrato y la marginación del clericalismo institucionalizado". Llamó al clericalismo "una espina", "un azote", que "esclaviza al santo y fiel pueblo de Dios".

Al lavar los pies a sus discípulos, Jesús inició con valentía el desafío al sistema social, que presumiblemente aprendió de María de Magdala. Al "lavar los pies y celebrar comidas de acción de gracias", Jesús modeló el servicio a los demás y el alimento de sus seres espirituales.

Susana, que proveía de sus recursos, podría haber aprendido la razón de su existencia y por ello proveer a la gente de sus propios recursos. Al caminar junto a Jesús, Susana estaba fortaleciendo a sus seguidores con alimento físico y valentía audaz. Puede que Susana nunca hubiera soñado que al acompañar a Jesús estaba construyendo la ekklesia, una especie de comunidad humana que incluía a los leprosos, los marginados, los extranjeros y las mujeres más desatendidas como 'pueblo de Dios'.

Al leer el libro de Elisabeth Schüssler Fiorenza In Memory of Her, ella menciona una visualización actual de la iglesia como ekklesia, no como un modelo hipotético, sino como un proceso continuo de avanzar con mayor imparcialidad, autonomía y responsabilidad hacia formas comunitarias de interacciones humanas libres de dominación. Como afirma esta guía de estudio en línea, "su uso de ekklesia surge de una comprensión de las relaciones sociales igualitarias iniciales de los seguidores de Jesús, o un 'discipulado de iguales'. ".

Según la guía, Fiorenza menciona que en las Escrituras cristianas, "ekklesia no es tanto un concepto religioso como civil-político, que indica una asamblea de ciudadanos libres que se reúnen para decidir sus propios asuntos espirituales-políticos". Así vivían los primeros cristianos la vida comunitaria en la libertad ordenada por Dios.

Con su reputación en juego, sin prestar mucha atención a los estratos sociales de su época, Jesús se relacionó públicamente con mujeres que culturalmente eran consideradas ciudadanas de segunda clase. La acogida de Susana en su ministerio, podría haber sido un gran apoyo financiero para la gente pobre. Por supuesto, Susana también podría haber pagado un alto precio por seguir a Jesús.

Susana sirvió a Jesús con su genuina feminidad, dando tiempo y utilizando todos sus talentos y recursos. La participación integral de Susana en la creciente comunidad cristiana revela la colaboración de Jesús en su ministerio de predicación, enseñanza, curación y realización de milagros, de la que fue testigo Lucas, el evangelista, que menciona su nombre en el Evangelio. Tal vez Jesús estaba tratando de establecer la ekklesia de las mujeres a través del apoyo de mujeres como Susana.

Me pregunto, ¿por qué necesitamos sacerdotes varones solo para ofrecer pan y vino en el altar? En realidad, las mujeres están ocupadas convirtiéndose en pan y vino a través de su sudor y sangre, alimentando a los pobres y marginados, y acogiendo a la gente en las fronteras.

Dada la postura radical del papa Francisco a través del proceso de sinodalidad, ¿hará más hincapié en "vivir una vida eucarística" convirtiéndose en  Eucaristía para la gente, sirviéndose unos a otros, siendo plenamente el Espíritu de Jesús?

La Iglesia como institución no llevará muy lejos a los creyentes que buscan la presencia de líderes espirituales que alimenten sus almas. Los viejos modelos ya no funcionarán. La patética situación actual de la Iglesia solo se convertirá en una Iglesia radiante cuando se permita a las mujeres expresar sus ideas teológicas desde el púlpito como mujeres sacerdotes de la orden de Susana.

Papa Francisco, por favor libera al discipulado de su esclavitud de líderes eclesiásticos opresivos, de la injusticia causada por la desigualdad, la superioridad, el clericalismo, el institucionalismo y el pecado del sexismo. Puedes hacerlo trayendo de vuelta diaconisas permanentes para restaurar la ekklesia en su forma original.

Jesús animó a las mujeres a romper las reglas, sin darse cuenta de que este acto resultaría en romperlo a él. Hoy, toda persona madura, incluidas las personas LGBTQ, forma parte de una generación elegida, un sacerdocio real y un pueblo dedicado, llamado a proclamar sus alabanzas por habernos llamado de las tinieblas del patriarcado a la luz maravillosa de la resurrección para crecer en libertad.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 8 de agosto de 2024.