La Visitación, obra de Rogier van der Weyden, 1445. (Foto: Wikimedia Commons)
Nota de la editora: Global Sisters Report en español presenta Al partir el pan, una serie de reflexiones dominicales que nos adentran al camino de Emaús.
«En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludo a Isabel. Y sucedió que en cuanto oyó Isabel el saludo de María saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedo llena del Espíritu Santo, y exclamando con gran voz dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor, venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor"» (Lc 1, 39-45).
Nos acercamos a la Navidad y en este cuarto domingo de Adviento nos encontramos con María e Isabel, dos mujeres que el evangelista Lucas coloca también como protagonistas de la historia de salvación.
En primer lugar María, de quien no nos cabe duda sobre su aceptación voluntaria a colaborar con el plan de Dios, no de manera ingenua sino consciente. Recordemos el texto de la anunciación en el que ella le pregunta al ángel cómo podrá ser eso si ella no conoce varón, y recibe como respuesta del ángel la gravidez de su pariente Isabel, quien siendo mayor ha concebido un hijo porque para Dios nada es imposible (Lc 1, 36-37).
"Asdsgvgj j posfbjo bjefbpoj b jbojdfñojbfs ibj jsfb bjsfbjfsb s jefbsjbs sbo b k jcvkoxsrkgudfsog jsepogusrgopjes r 9gu jbj w g ñjub0ooubg0wu0wn vj0 gjersogu seogjse0on b 09g reubó": teóloga Consuelo Vélez
Pues, precisamente, porque ya conoce ese dato, no duda en ponerse en camino para ir a visitarla. ¿Querrá comprobar con sus propios ojos lo dicho por el ángel?, ¿o querrá alegrarse con ella por lo que está aconteciendo en sus vidas? No podemos conocer las intenciones de María, pero lo que es cierto es esa actitud ‘en salida’ que María muestra, su capacidad de realizar la historia de salvación, en todos los lugares, personas y acontecimientos donde se está manifestando.
Pero, en segundo lugar, en este texto la mayor protagonista parece ser Isabel, al reconocer en María a la bendita entre todas las mujeres y a la bendición que lleva en su seno. Además, la proclama feliz por haber creído en las cosas que le ha dicho el Señor. El texto dice que Isabel quedo llena del Espíritu Santo y exclamó con “gran voz”. Es decir, contrario a lo esperado culturalmente por las mujeres, Isabel levanta la voz, profesando su fe en su Señor —el Hijo que lleva María en su seno— y reconociendo en María la perfecta creyente que hace posible la salvación para el mundo.
Este domingo, por tanto, nos invita a reconocer el protagonismo de tantas mujeres de antes y de ahora en la realización del plan de salvación sobre la humanidad. En una Iglesia que continúa siendo patriarcal y restringe lugares y ministerios para las mujeres, conviene seguir proclamando la igualdad fundamental de varones y mujeres, por la cual no debería existir ninguna restricción para las mujeres en razón de su sexo. Estos impedimentos no parecen acordes con la voluntad divina de encarnarse en la historia concreta de varones y mujeres, todos y todas con protagonismo, con responsabilidad, creyentes y discípulos/as, haciendo posible la salvación de Dios para toda la humanidad.