Llamados a creer por el testimonio de quienes nos han precedido

Comentario al Evangelio del segundo Domingo de Pascua

La incredulidad de Tomás, óleo de Hendrick ter Brugghen, 1622. (Foto: Wikimedia Commons/obra de dominio público)

La incredulidad de Tomás, óleo de Hendrick ter Brugghen, 1622. (Foto: Wikimedia Commons/obra de dominio público)

«Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan". Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". Él les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré". Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo; aquí están mis manos. Acerca tu mano, métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe". Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!". Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan vida en su nombre» (Juan 20, 19-31)

Como dijimos en el texto de la Vigilia Pascual, primero algunos discípulos ven la tumba vacía y después Jesús empieza a aparecérseles de diferentes maneras. En este caso se nos relata una aparición a los discípulos, anotando que no está con ellos Tomás. En esta aparición Jesús les saluda con el don de la paz y sopla sobre ellos el Espíritu Santo.

Esos dones son para que realicen la misión que les confía, que no será otra que la misma que él realizó: "Como el Padre me envío, yo también los envío". Mostrarles las manos y el costado es una manera de decir que el crucificado es el mismo resucitado. Él no es un fantasma que se les aparece sino el mismo Jesús que vivió con ellos y que, por el sí de Dios a su vida, lo ha resucitado. 

"Tomás es modelo de la confesión de fe a la que todos estamos llamados, porque nosotros tampoco hemos visto al Señor resucitado; sin embargo, estamos llamados a creer por el testimonio de [quienes] nos han precedido": teóloga Consuelo Vélez 

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Jesús les confía la misma misión que él realizó entre ellos y les dice que perdonen los pecados. Este don del perdón es supremamente necesario porque la vivencia de la fraternidad/sororidad supone muchos momentos de perdón para un nuevo comienzo. Y así es la vida cristiana.

Pero el personaje principal de este pasaje parece ser Tomás quien no cree en lo que le dijeron los discípulos y solo creerá cuando él mismo vea a Jesús. Esto se realizará a los ocho días cuando Tomás está con todos los discípulos y Jesús se aparece de nuevo. Jesús le pide, entonces, que ponga su mano en el lugar de los clavos y en el costado, y es entonces cuando Tomás hace su confesión de fe: "¡Señor mío y Dios mío!".

Muchas veces hablamos de Tomás como el incrédulo, pero en realidad Tomás es modelo de la confesión de fe que todos estamos llamados a hacer, porque nosotros tampoco hemos visto al Señor resucitado; sin embargo, estamos llamados a creer por el testimonio de los creyentes que nos han precedido.

Todo el Evangelio de Juan es un testimonio de fe que nos invita a creer en Jesús.