Jesús enseñando en Cafarnaúm, óleo de Maurycy Gottlieb, entre 1878 y 1879. (Foto: Wikimedia Commons/obra de dominio público)
«Ya que muchos emprendieron la tarea de relatar los sucesos que nos han acontecido, tal como nos lo transmitieron los primeros testigos presenciales y servidores de la palabra, también yo he pensado, ilustre Teófilo, escribirte todo por orden y exactamente, comenzando desde el principio; así comprenderás con certeza las enseñanzas que has recibido. (…) Impulsado por el Espíritu, Jesús volvió a Galilea, y su fama se extendió por toda la región. Enseñaba en sus sinagogas, y era respetado por todos. Fue a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró un sábado en la sinagoga y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías. Lo abrió y dio con el texto que dice: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor". Lo cerró, se lo entregó al empleado y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Él empezó diciéndoles: "Hoy, en presencia vuestra, se ha cumplido este pasaje de la Escritura"» (Lc 1, 1-4; 4, 14-21).
Nos encontramos en el tercer domingo del Tiempo Ordinario y seguimos con el Evangelio de Lucas, que será el que leamos en la mayor parte del año. Este Evangelio tiene la pretensión de recordar todos los sucesos que han pasado desde el nacimiento de Jesús —es el evangelista que tiene los relatos de la infancia— hasta la formación de las primeras comunidades cristianas (Lucas es también el autor del libro de Hechos de los Apóstoles). Pero no pensemos que es un Evangelio histórico en el sentido de exactitud cronológica y veracidad de todos los acontecimientos. Pretende relatar la historia de Jesús para los que no lo conocen, pero desde una perspectiva teológica, lo que supone una intencionalidad y unos destinatarios a los que pretende llegar. Esos destinatarios, Lucas los agrupa en el nombre de Teófilo (significa 'amigo de Dios'), pero que hoy también cobija a todos los que se acerquen a leerlo.
"A veces se intenta 'espiritualizar' la pobreza temiendo que los ricos se sientan excluidos del mensaje del Reino. No hay exclusión sino una manera concreta de acoger la salvación de Dios: (…) comenzar por los últimos": teóloga Consuelo Vélez
Después de hacer esta presentación de la intencionalidad de Lucas con su Evangelio (capítulo 1), el Evangelio de hoy pasa al capítulo 4, que nos relata la actividad pública de Jesús en Galilea: enseña en la sinagoga, es respetado por todos y gana cada vez más fama.
Es importante destacar que Lucas explícitamente dice cómo Jesús actúa: "Impulsado por el Espíritu". Hecha esta presentación, el Evangelio se detiene en lo que sucede en la sinagoga de Nazaret, su tierra, donde se había criado. Entra y, como era la costumbre, hace la lectura del profeta Isaías en la que este dice que ungido por el Espíritu ha sido enviado a predicar la Buena Noticia a los pobres. Pues bien, Jesús se aplica esas palabras a sí mismo y lo confirma frente a todos los presentes. Hasta ese momento, la gente acoge a Jesús. Ya sabemos que más adelante ese mensaje que entusiasmó al inició comienza a ser rechazado por la radicalidad que implica.
Con este texto podemos tener claridad sobre la misión que Jesús realizó y la que hemos de hacer sus seguidores. La misión es dar 'buenas noticias', porque con Jesús llegó la salvación para todos, la liberación de todas las circunstancias que impiden la vida, la transformación de todas las realidades de muerte para gozar de una vida plena. Y los primeros destinatarios son los pobres, todos aquellos que carecen de las condiciones de vida que garanticen su dignidad y su desarrollo integral. A veces, se intenta 'espiritualizar' la pobreza temiendo que los ricos se sientan excluidos del mensaje del Reino. No hay exclusión sino una manera concreta de acoger la salvación de Dios: caminando con todos, velando por todos, y eso significa comenzar por los últimos. Si no se da la prioridad a los que menos tienen, no podrán llegar de ninguna manera. Y el Reino nos invita a caminar juntos cuidando, en primer lugar, de los más necesitados, los más excluidos.
Pidamos al Señor que nos ayude a entender la lógica de su mensaje, la prioridad de los pobres; solo entonces, la Palabra se seguirá cumpliendo hoy entre nosotros como continuadores de la misma misión de Jesús.