Escuchemos a los profetas de nuestro tiempo

Comentario al Evangelio del segundo domingo de Adviento

(Foto: Pexels/Angélica Reyn)

(Foto: Pexels/Angélica Reyn)

Nota de la editora: Global Sisters Report en español presenta Al partir el pan, una serie de reflexiones dominicales que nos adentran al camino de Emaús.

«El año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato; tetrarca de Galilea Herodes; su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítida, y Lisanio tetrarca de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, la Palabra del Señor se dirigió a Juan, hijo de Zacarias, en el desierto. Juan recorrió toda la región del río Jordán predicando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro del profeta Isaías: "Una voz grita en el desierto: 'Preparen el camino al Señor, enderecen sus senderos. Todo barranco se rellenará, montes y colinas se aplanarán, lo torcido se enderezará y lo disparejo será nivelado y todo mortal verá la salvación de Dios'"» (Lc 3, 1-6). 

En este segundo domingo de Adviento el evangelista Lucas nos presenta la figura de Juan el Bautista predicando en el desierto, encarnando las palabras del profeta Isaías, quien ya había anunciado la presencia de un profeta que prepararía la venida del Señor y los efectos de esa venida: se enderezan los senderos, se rellenan los barrancos, se aplanan los montes, se endereza lo torcido, se nivela lo disparejo, en otras palabras, se realizará la salvación de Dios.

A partir de esta lectura podríamos preguntarnos por la capacidad de escuchar a los profetas; a los de antes y a los de ahora. No pensamos en profetas que adivinen el futuro sino en aquellos que saben interpretar los signos de los tiempos y nos invitan a responder a ellos desde nuestro compromiso creyente. 

"En este Adviento escuchemos a los profetas de nuestro tiempo de manera que el Señor nos encuentre preparados y dispuestos a acogerlo, comprometidos con la misión que nos encomienda.": teóloga laica Consuelo Vélez

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Muchas son las realidades que siguen exigiendo un cambio urgente: la exclusión de tantos seres humanos que no cuentan ni con lo mínimo para vivir; la depredación de la naturaleza que produce alternaciones climáticas que nos afectan, pero casi siempre mucho más a los más pobres; el garantizar la vida de tantos pueblos azotados por la guerra, la violencia, la falta de condiciones para el desarrollo de sus gentes; la erradicación de toda violencia contra las mujeres y tantas otras realidades dolorosas e injustas. Cada uno podrá añadir otras situaciones que ve en su entorno y que necesitan una transformación.

Adviento nos invita a hacer posible que la salvación de Dios llegue a todas estas realidades a través de nuestro compromiso efectivo con ellas. Supone el reconocimiento de nuestra incoherencia, pero también nuestra disposición a trabajar por los cambios necesarios.

Además, en estos tiempos de esfuerzos por una Iglesia sinodal, hemos de abrir caminos para ello buscando estructuras que garanticen la participación de todo el pueblo de Dios en la misión evangelizadora de la Iglesia; estructuras en las que las mujeres también puedan ser protagonistas y se reconozcan sus liderazgos; estructuras que resulten acogedoras para los jóvenes y respondan a sus sueños e intereses. En otras palabras, que en este Adviento escuchemos a los profetas de nuestro tiempo de manera que el Señor nos encuentre preparados y dispuestos a acogerlo, comprometidos con la misión que nos encomienda.