Esa Teresa que hay en ti

Una inscripción con el nombre de la santa se ve en un trozo de tela que acompaña al féretro de plata de santa Teresa de Ávila durante la apertura de su tumba el 28 de agosto de 2024 en Alba de Tormes, España. El procedimiento marca el inicio de un estudio de sus reliquias que llevarán a cabo médicos y científicos italianos con la aprobación del Vaticano. (Foto: OSV News/cortesía Orden del Carmelo)

Una inscripción con el nombre de la santa se ve en un trozo de tela que acompaña al féretro de plata de santa Teresa de Ávila durante la apertura de su tumba el 28 de agosto de 2024 en Alba de Tormes, España. El procedimiento marca el inicio de un estudio de sus reliquias que llevarán a cabo médicos y científicos italianos con la aprobación del Vaticano. (Foto: OSV News/cortesía Orden del Carmelo)

por Magda Bennásar

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Ya sabemos sobre la biografía de Teresa, muy conocida y fácil de encontrar. Más bien, es la tarea de aprender de nuestras hermanas mayores la que me impulsa hoy a recordarnos algo de su trayectoria y experiencia.

Sin lugar a dudas, Teresa es una mujer que no se conforma con el papel de la mujer ni de la religiosa de su tiempo. Esa primera pincelada de su personalidad ya nos introduce en el corazón y el intelecto de una mujer buscadora, inquieta, inconformista y también, enamorada.

En las primeras etapas de su vida adulta descubrimos a una Teresa muy de su tiempo, pero también muy innovadora en sus intereses, considerados propios de los hombres, siendo la curiosidad intelectual uno de los rasgos que marcará a la Teresa que irá emergiendo.

Teresa es capaz de trasladar ese afán de saber a su propia espiritualidad, que en aquel tiempo solo podía ser orientada y discernida por varones. Su búsqueda seria y difícil de su propio modo de relacionarse con Dios la adentra en jardines no descubiertos a los que ella nos introduce e invita a visitar con confianza y sosiego.

Teresa va por delante y no se amedrenta. Sigue adelante, a pesar de la enorme oposición que encuentra en un mundo patriarcal donde la Inquisición hace estragos en España. Su talante y autoridad interior no son bien vistos por la jerarquía. 

"Muchas de nosotras necesitamos hoy del impulso de Teresa. Tal vez podríamos presentarla la gente joven que ve una Iglesia envejecida y masculina. ¿Por qué tanto silencio de nuestra parte?:" Hna. Magda Bennásar

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Teresa obedece a su voz interior y busca como compañero del alma a alguien que la comprende. Será Juan de la Cruz quien acompañará su trayectoria. Aquí es importante destacar la tremenda importancia de la amistad profunda que sirve como roca de sujeción ante cualquier tormenta; también sucede en nuestras vidas como personas consagradas.

¿De dónde saca Teresa su fuerza? ¿Cómo es posible que una mujer cuerda no se intimide ante la reiterada sospecha que sus experiencias religiosas provocan entre sus consejeros y directores espirituales asignados por mandato?

Teresa saca lo de Jesús que hay en ella. De ahí su nombre "de Jesús". La experiencia que ella tiene de la humanidad de Jesús en su oración personal es inaudita en aquellos tiempos. Le acarrea muchos problemas, pero no se rinde. Gracias a su perseverancia en la crisis, Teresa nos regala un modo de orar nuevo, fresco y personal.

Es a la persona de Jesús en su humanidad, al Jesús de Nazaret tan desconocido en su tiempo, a quien ella —entre otros— recupera. Su experiencia de Cristo resucitado va calando, y ella lo acoge, cambiando así un estilo de rezar monótono y repetitivo por un estilo de oración personal, vivo y comprometedor, por las implicaciones de conectar con el sentir de la Ruah.

Teresa nos regala lo que aprende de Jesús: a dialogar al relacionarse con Dios. Jesús nos habla de su experiencia de Abba, de un Dios cercano, y Teresa nos revela su experiencia de mujer enamorada hasta la médula de un Jesús a quien descubre como amigo y esposo. Nos va introduciendo en una relación viva, genuina y personal con el Resucitado a través del Jesús humano.

Por ello acuña la frase: "Orar es tratar de amistad, muchas veces a solas, con quien sabemos que nos ama".

Dan ganas de decir: "Así se habla, Teresa: claro y diáfano". Orar es un tema de amistad entre dos que se aman; no hay más misterio. Y como toda amistad, es un proceso con sus altibajos y exigencias implícitas de confianza, fidelidad, respeto y generosidad.

Les invito a lo que me siento invitada: a sacar a la Teresa que hay en mí, en ti. A recuperar el terreno perdido al dedicar tiempo a la oración o simplemente al no orar…

La mejor invitación de Teresa es que descubramos esa experiencia personal y no la dejemos escapar. Sin prisas pero sin pausas, que todo nuestro vivir y sentir sea permeado por el Jesús de Teresa y también nuestro. Él es quien nos capacita para recuperar la autoridad negada, también hoy, a la mujer en tantos sectores, incluso en la Iglesia patriarcal.

No esperemos que el papa lo diga. Más bien, cuando lo diga oficialmente, que nosotras estemos detrás de la puerta con los deberes hechos y listas para transformar la historia; eso sí, desde la humilde experiencia de Jesús, a quien Teresa siempre nos invita a volver.

Ese cambio lentísimo en la Iglesia respecto al papel de la mujer, aunque Francisco no lo consiga del todo, es un estímulo para salir de la apatía reinante en muchas mujeres que están más que preparadas para trabajar en una institución que las rechaza.

Teresa es un modelo a seguir, si queremos. La llaman 'la andariega', porque su experiencia personal no la dejó encerrada. Con poca salud, pero con una gran fuerza interior, recorrió caminos llevando su mensaje y su tesoro hasta el día de su muerte.

Muchas de nosotras necesitamos de su impulso hoy. Tal vez podríamos presentarla a nuestras hijas y nietas, a la gente joven que ve una Iglesia envejecida y masculina. ¿Por qué tanto silencio de nuestra parte? ¿Por qué tanta huida por los disgustos con la autoridad concreta, tantas veces mediocre?

Teresa nos diría una de las suyas. Prefiero no hacer conjeturas, pero seguro que como buena castellana no se andaría con rodeos para decirnos que la autoridad viene de dentro, no de fuera, y que nadie, absolutamente nadie, debería quedarse a medias.

¡Busca a la Teresa que hay en ti y sigue sus consejos! El resto no está en nuestras manos controlarlo. Dejemos que la Ruah trabaje tranquila; parece que últimamente ha estado pasando por Roma, y eso que, según el chiste, "no había estado por allí en muchísimo tiempo".

El problema surge si eso también ocurre con nosotras, que nos hemos acostumbrado a no acoger al Espíritu porque pensamos que, al final, no podemos hacer mucho. Intuyo que Teresa sacaría su carácter fuerte ante mujeres preparadas que, por no sentirnos aceptadas y valoradas, hemos dejado de alimentar nuestra fe.

Nosotras también estamos invitadas a ser andariegas hoy, lo que puede significar buscar el cómo y el dónde, como tantas mujeres bíblicas y de nuestro propio tiempo. Nadie ha dicho que sea fácil, pero sí que es apasionante, con todo lo que eso implica: pasión de dolor y de amor.

¡Gracias, Teresa!