Religiosas católicas en EE. UU. admiten su rol en internados educativos que, bajo una política gubernamental de genocidio cultural, maltrataron a los indígenas. Hoy, las congregaciones buscan sanar ese legado de abusos estableciendo lazos con tribus afectadas para contar sus historias, compartir registros, reparar el daño e iniciar el proceso de sanación.