Escultura de santa Marguerite Bourgeoys en Montreal. (Foto: Sandra Sierra)
El mes pasado tuvimos un foro congregacional en Montreal, Canadá, donde reflexionamos como hermanas de la Congregación de Notre Dame de Montreal sobre la descolonización y el racismo en la sociedad actual y cómo esto nos ha afectado personal y comunitariamente a lo largo de los siglos, desde el inicio de la congregación por nuestra fundadora santa Margarita Bourgeoys en 1653.
Fue una experiencia muy enriquecedora que nos hizo darnos cuenta de las luces y sombras que hemos ido experimentando desde los inicios. Compartí algunas de mis reflexiones con las hermanas y aproveché también para fortalecerme espiritualmente, visitando la tumba de nuestra fundadora y rezando junto a su corazón que se encuentra en una pequeña capilla en nuestra casa madre actual, en la ciudad de Montreal.
La descolonización es un proceso complejo y multifacético que no solo afecta a las naciones sino también a los individuos. Para mí, este viaje ha sido una experiencia profundamente transformadora, llena de desafíos y descubrimientos. Como teóloga y hermana de la Congregación de Notre Dame de Montreal he tenido la oportunidad de reflexionar profundamente sobre cómo estos conceptos se entrelazan con nuestra fe y práctica cristiana.
Mi experiencia sobre este tema comenzó con un despertar a la historia de mi país y de mi propia identidad. Crecí en un entorno donde la narrativa dominante era la de los colonizadores. Sin embargo, a medida que fui aprendiendo más sobre la historia de mi pueblo, me di cuenta de las injusticias y las luchas que habían sido silenciadas. Este conocimiento me impulsó a cuestionar las estructuras de poder y a buscar una comprensión más profunda de mi herencia cultural.
"Mi viaje de descolonización me ha llenado de esperanza. He visto cómo la recuperación de nuestra historia y cultura puede empoderar a las personas y transformar comunidades": Hna. Sandra Sierra
Uno de los aspectos más significativos de mi proceso de descolonización ha sido la reconexión con mis raíces. Empecé a aprender la historia de mis antepasados, a participar en rituales tradicionales y a valorar las enseñanzas de estas culturas para mi propia vida. Mi etapa de formación inicial en Guatemala, un país multicultural y multilingüe, me ayudó a ir más a fondo en el conocimiento de nuestros ancestros y su cosmovisión, tan diferente a la mía, que puedo decir es más de sesgo occidental.
Esta reconexión no solo me ha dado un sentido de pertenencia, sino que también me ha proporcionado una base sólida desde la cual puedo enfrentar los desafíos del presente.
El camino hacia la descolonización no ha sido fácil. He enfrentado resistencia tanto interna como externa. Internamente he tenido que desaprender muchas de las creencias y actitudes que había internalizado desde la infancia. Externamente he encontrado oposición de aquellos que se benefician del statu quo. Sin embargo, estos desafíos solo han fortalecido mi determinación de seguir adelante.
El diálogo con algunas de nuestras hermanas sobre este tema me ha permitido profundizar en la relación entre la fe, la cultura, la política y la economía desde una perspectiva crítica y liberadora. La descolonización, tal como la comprendo, es un proceso de liberación de los pueblos y culturas sometidos por el colonialismo y el neocolonialismo. Este proceso busca no solo la independencia política, sino también la liberación de las formas de pensar, actuar y organizar la sociedad impuestas durante la colonización.
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A pesar de las dificultades, mi viaje de descolonización me ha llenado de esperanza. He visto cómo la recuperación de nuestra historia y cultura puede empoderar a las personas y transformar comunidades. Creo firmemente que, al continuar este proceso, podemos construir un futuro más justo y equitativo para todos.
Desde mi perspectiva, es crucial revisar críticamente nuestro lugar en el mundo, es decir, el lugar desde el cual expresamos nuestra visión del mundo. Ser conscientes desde dónde nos situamos y los privilegios que hemos tenido o la falta de ellos, nos invitan a cuestionar cómo nuestras coordenadas socioculturales condicionan nuestra interpretación de la realidad. Por ejemplo, si vivimos en una sociedad que rechaza lo diferente, estamos influenciados por una cultura que niega al otro para sostener su relación de dominación y discriminación.
Durante el foro reflexionamos sobre diversas estrategias de descolonización, tales como:
• Educación: Revisar y reformar los sistemas educativos para incluir perspectivas y conocimientos marginados por la historia colonial.
• Interculturalidad: Fomentar el diálogo y el respeto entre diferentes culturas, reconociendo la igualdad de todas las formas de conocimiento y vida.
• Justicia social y equidad de género: Trabajar para desmantelar las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad y promover la equidad en todos los ámbitos de la sociedad.
Descolonizar nuestras instituciones y prácticas religiosas requiere un compromiso con la transformación social y el reconocimiento de la pluralidad de identidades culturales y religiosas. Es un camino hacia la liberación que nos invita a participar activamente en la creación de un mundo donde prevalezcan la justicia y la paz.
A continuación, propongo algunos compromisos concretos en los que todos y todas podemos colaborar para avanzar en este proceso de descolonización en nuestra vida cotidiana:
• Infórmate sobre la historia y las culturas de los pueblos originarios y otras comunidades marginadas.
• Examina tus propios prejuicios y trabaja para superarlos.
• Practica la empatía y la solidaridad con aquellos que enfrentan discriminación y opresión.
• Cuestiona y transforma las prácticas religiosas que perpetúan la desigualdad y la exclusión.
• Evalúa los contenidos educativos y busca fuentes diversas que incluyan perspectivas no eurocéntricas.
• Usa un lenguaje inclusivo y respetuoso que reconozca la diversidad cultural y de género.
• Escucha activamente a personas de diferentes orígenes y experiencias, valorando sus historias y conocimientos.
• Apoya a empresas y productos locales, así como a las comunidades indígenas o marginadas.
• Evita productos que perpetúan estereotipos o explotan a comunidades vulnerables.
• Fomenta el diálogo, la reconciliación y el intercambio cultural en tu comunidad.
• Participa en eventos y actividades que celebren la diversidad cultural.
• Involúcrate en causas que promuevan la equidad y la justicia social.
• Apoya políticas y movimientos que buscan desmantelar las estructuras de poder opresivas.
Implementar estos cambios en nuestra vida cotidiana cuesta y puede parecer desafiante, pero cada pequeño paso cuenta. Al final de este viaje de profundización, he aprendido que descolonizar la Iglesia y nuestras instituciones es un paso necesario para construir una sociedad más justa y equitativa. Descolonizar requiere un compromiso con la transformación social y el reconocimiento de la pluralidad de identidades culturales y religiosas. Es un camino hacia la liberación que nos llama a todos a participar activamente en la creación de un mundo donde prevalezcan la justicia y la paz.
Confío en que podamos seguir profundizando en este tema tan importante para nosotras en la vida consagrada. La oportunidad de asistir a este foro congregacional, junto con mis hermanas, para meditar, orar y discernir, nos ayudará a futuro a construir comunidades cada vez más interculturales que sepan enfrentar con esperanza y con "ojos de fe", como nos dice el Concilio Vaticano II, los nuevos desafíos y signos de los tiempos. Somos "viajeras del Evangelio y portadoras de la Buena Nueva".