En Pentecostés, el Espíritu Santo se derramó sobre los discípulos, haciéndolos gestores de perdón, reconciliación y misericordia, escribe Consuelo Vélez en su columna para la serie Al partir el pan: domingos reflexivos. La teóloga laica reflexiona sobre la continuidad de esta misión en el contexto contemporáneo de una Iglesia sinodal. “Posiblemente este simbolismo de las lenguas puede dar realce a este anuncio que se hace más allá de la propia lengua (…), pero también que todos entienden en su propia lengua”, afirma.